No durmió en toda la noche. Permaneció despierto mirando al hombre que descansaba a su lado, respirando con tranquilidad. JongIn, sonrió abiertamente mostrando los dientes en la oscuridad, al recordar la noche que tuvo con SeHun. Era la primera vez que compartían cama y ahora tenía claro que no iba a ser la última.
Él nunca lo hizo, nunca compartió su cama con nadie, ni con un amante ni con un familiar, ni siquiera tenía el recuerdo de sus padres arropándole como podría tener mucha gente. Los últimos recuerdos que tenía de la noche anterior era la imagen sudorosa y agotada del omega antes de que este cayera dormido de puro agotamiento, y los guardaría para siempre en su memoria. Tras haberle hecho una felación y discutir con él de algo que estaba más que claro o al menos debía estarlo, JongIn, siguió acariciándole ahogando las ganas de tomarle, clavarse en lo profundo de su cuerpo. Estuvo a punto de arder cuando le acarició hasta llevarlo al orgasmo de nuevo, saboreando el triunfo del momento, al mostrarle que por mucho que su mente lo negara, su cuerpo era incapaz de ocultarlo; quien era el amo, a quien le pertenecía.
A él.
En el momento en que SeHun, colapsó y quedó dormido en la cama boca arriba, respirando con calma, se movió hasta quedar a su lado. Tumbándose a lo largo, observándole con atención, disfrutando al ver brillar los chorros de semen en el estómago de su amante. No había dormido ni un minuto, pero, no se sentía agotado y había valido la pena atesorar las horas que permaneció al lado el omega.
Estaba acostumbrado a dormir apenas unas horas al día, poco importaba llevar dos noches sin dormir.
Cerró los ojos apenas unos segundos al pensar en todo lo que tendría que hacer frente ese día. No sólo a un enfurecido y terco omega, también a los inversionistas poderosos que invertían en su empresa que a esas horas ya estarían informados de todo lo acontecido la noche anterior, y a un taciturno Tao que pese a no decirle nada podía percibir por su mirada y sus gestos que no estaba conforme a sus acciones, al poner en riesgo todo lo que poseía y a su propia vida, y todo por un hombre. Abrió los ojos y los posó sobre el tranquilo y hermoso rostro de SeHun. Paseó la mirada por su cuerpo, excitándose como siempre le sucedía cuando lo tenía a su lado. Sí, ese hombre marcado por la vida, incapaz de aceptar la realidad y negar lo evidente, era motivo más que suficiente para destruir todo lo que construyó con sus propias manos, para mandar al Infierno al mundo entero.
Para él era muy simple. SeHun, le pertenecía y lucharía por él contra la mismísima muerte si fuera necesario. Alzó la mano para acariciarle, pero se detuvo, maldiciéndose por dentro ante la debilidad que mostraba cuando estaba con él. SeHun era su debilidad y sus enemigos a esas horas lo sabrían y lo usarían en su contra, debía levantarse y ponerse en marcha. Activar a sus hombres para que estuvieran preparados y asestar el golpe de gracia a YiFan, librando la herencia de sus padres de esa alimaña. Había llegado el momento de enfrentarse al mundo, de asegurarse que nadie se interpusiera nunca más en su camino...
Rozó los labios entreabiertos de SeHun, con dos dedos y juró: Nadie los separaría, ni siquiera la terquedad innata del omega.
Soltando un suspiro largo se alejó del tentador cuerpo y se levantó de la cama, tomando rumbo a la ducha sin mirar atrás, alzando los escudos con los que se rodeaba cada día para hacer frente a todas sus obligaciones. Manteniendo la desconexión con la Red que realizó la tarde anterior al enterarse del ataque a la familia ya la sociedad en donde se encontraba su omega. Mantenerse conectado sería un error que le podía pasar factura si recibía un ataque viral o cibernético, bien para destrozarle la mente o buscar información de última hora. Era un hijo de puta al que no le temblaba la mano cuando tenía que acabar con sus enemigos, pero que por mucho que se endureció con la vida, cuando estaba con el omega mostraba una parte de él que lo hacía débil. Cuando llegó hasta el plato de ducha volvía a ser él, JongIn, el empresario más temido de la Sociedad de alfas poderosos, quien ese día asestaría el toque de gracia a sus enemigos. Había que tener la mente fría para destruir a su hermano y reconstruir lo de sus padres desde las cenizas.
En el momento en que percibió como la puerta del cuarto de baño se cerró, SeHun se levantó de golpe de la cama y se quedó mirando a donde se escuchaba correr el agua con una mueca de sorpresa e incredulidad grababa en el rostro.
«¿Pero qué demonios había sido eso?» Se repetía una y otra vez en la mente sin poder creer lo que había pasado unos minutos antes. El roce suave en sus labios por parte de JongIn...
Llevaba rato despierto, pero no se atrevía a moverse, no quería enfrentarse a la mirada burlona del alfa, porque estaba más que seguro que la iba a mostrar en cuanto lo mirase a la cara. Esa sonrisa orgullosa suya que le tiraba en cara:
"ves, te derrites cada vez que te toco, eres mío y lo sabes por mucho que lo niegues"
Cada vez que sus ojos se encontraban.
Lo conocía bien y no estaba dispuesto a jugar a su juego del depredador a la caza de la presa, tenía una misión en mente que iba a cumplir, aunque le costara la vida. Por eso se mantuvo totalmente quieto y relajado, y le costó mucho, sobre todo cuando sintió como se removía a su lado rozándole con su cálido cuerpo e inundándole con su presencia y esencia. Estuvo tentado a inspirar hasta llenar sus pulmones con la fragancia masculina que transpiraba JongIn, pero por suerte se contuvo y siguió haciéndose el dormido a la espera de que lo dejara solo y poder huir de ese lugar.
Lo que nunca se esperó fue percibir la suavidad y ternura de JongIn con un simple toque en sus labios. En ese momento lo amó más, y lo odió con toda su alma por reducirle a ese estado de enamoramiento que lo hacía sentir débil y un traidor a su familia muerta. Ellos habían perdido la vida y él había sobrevivido por pura suerte. Era lo que creía, lo que sentía muy dentro de él. Su deber era vengarlos y así lo haría, costara lo que costara, perdiese lo que perdiese. Pero era más sencillo hacerse el juramento que llevarlo a cabo, la verdad, y ahora le tocaba arrancarse el corazón ante la ternura que le mostró JongIn cuando creía que estaba dormido, para abandonarle para siempre. Era irónico que se iría lejos cuando dejaba entrever al hombre que yacía tras la máscara de empresario que portaba cada día.
Lo amó cuando lo trataba como una de sus putas, cuando siempre tenía que estar dispuesto a complacerle y a acudir a las citas que organizaba para abrirse de piernas para él, y ahora...
Cerró los ojos y sintió como el corazón se le estrujaba dentro cuando recordaba el suave roce en sus labios, con ese gesto...
lo amó todavía más.
Era absurdo que lo amara. No tenía sentido que le entregara su corazón, su cuerpo, su propia alma a un alfa que sólo miraba por su interés, que vivía destrozando la vida de otras personas. Lo amaba tanto que dolía, que le provocaba que lo odiara con la misma intensidad por convertirlo en un juguete que se movía a su antojo, en busca de pequeñas muestras de cariño, de momentos que atesorar cuando estaban los dos solos. No podía esperar más tiempo, cada segundo que perdía iba en su contra, pues en cualquier momento podría salir JongIn del baño y atraparle.
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MÍO
FanfictionEn un mundo donde domina el linaje, las costumbres y el poder de los Alfas, se encontraba uno en particular. Uno que a toda costa lucharía e incluso encerraría y castigaría a su pequeño Omega, sólo para que este entendiera que le pertenecía, y que n...