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No hicieron falta más palabras entre ellos dos, no cuando SeHun cerró los ojos y se dejó caer contra el pecho de JongIn, algo que nunca antes hizo. Él no era el primero en buscar el contacto con el otro hombre, habitualmente cuando quedaban, lo hacían para mantener relaciones, y era el alfa, quien se abalanzaba contra él para arrancarle la ropa, sin perder ni un minuto del tiempo que disponían para esos furtivos encuentros. En esos momentos estaba confundido, agradecido por lo que estaba dispuesto a hacer JongIn por él, y molesto consigo mismo al caer todavía más en ese amor-necesidad que sentía por él.

Le jodía aceptar que respiraba por él, que tenía su presencia enterrada en lo profundo de su ser, de su mente, de su corazón, de su propia alma. Que sería el único hombre al que le entregó su amor, y temía que el último, si la muerte no lo atrapaba lo haría el propio empresario encadenándole a él para siempre. Quiso llorar de rabia, de frustración, de dolor, de puro agradecimiento, de...

¡No!, No iba a darle el gusto ni a JongIn ni a Tao, no podía mostrarse más débil ante esos dos, dándoles unas ventajas que los alfas aprovecharían a su favor. A regañadientes se apartó del calor de JongIn y rompió el silencio al preguntar:

—¿Cómo averiguaste que el magnate YiFan es quien tenía poder sobre mi familia y sobre mi sociedad? ¿Quién nos traicionó? ¿Qué tiene que ver él con la palabra Kris que me hizo memorizar mi jefe de sociedad antes de morir a mi lado? —Sí, lo aceptaba, cuando estaba nervioso y confuso se ponía a hablar sin parar, era una mala manía que le había traído muchísimos problemas en su vida.

JongIn, tomó nota del primer acercamiento que tuvo por parte de SeHun, grabándolo a fuego en su memoria. Estuvo a un paso de envolver ese cálido cuerpo con sus brazos y apretarlo con fuerza, deseando poder capturarlo por siempre a su lado. Pero se contuvo con fiereza no dispuesto a mostrar los desgarradores sentimientos que le destrozaban por dentro. Desde el día en que se encontró cara a cara con SeHun, su vida había cambiado, y no había ni un momento en que no deseara tener entre sus brazos a ese hombre. Para marcarlo con sus dientes, con sus manos. Para follarlo hasta que se rompiera de puro placer. Para mostrarle quien era su dueño, sin importarle lo que el mundo opinara o planeara contra él por sus acciones.

La avalancha de preguntas de su amante fueron acogidas de buena manera, pudiendo centrarse en ellas y en los siguientes movimientos en la campaña contra YiFan, acallando sus pensamientos y sentimientos. —Tu jefe fue muy listo al hacerte memorizar esa palabra, pues habrías podido averiguar muy fácilmente que se refería a YiFan.

SeHun negó con la cabeza, cruzándose de brazos, ignorando el bufido de incredulidad que escuchó a sus espaldas. La sombra de JongIn averiguó fácilmente la identidad del hombre al que su jefe lo llamó Kris. Lo demás, le daba igual, y el maldito alfa lame culos se podía ir a la mierda.

—¿Por qué lo llamó Kris? —

Al ver como JongIn levantaba una ceja mirándole fijamente como si estuviese preguntándole sin articular palabra a que se refería, continuó—. Es que no logro asociar esa palabra con ese hombre. Las pocas veces que lo vi no es que me haya hecho recordar a un buen hermano, más bien a una serpiente disfrazada de cordero con todas esas campañas a favor de la igualdad entre nuestras razas y nuestros estatus. Era extraño que fuera tan..., como decirlo, tan altruista sin pedir nada a cambio. Nadie da nada gratuitamente.

—Cierto, nadie ofrece nada sin pedir algo a cambio, es una de las normas de nuestro mundo, y más si estás tratando con un hombre importante. En cuanto a por qué tu jefe de sociedad lo llamó Kris, es porque YiFan posee un tatuaje en el pecho de un dragón que posee abajo del dibujo aquel seudónimo grabado.

SeHun, entrecerró los ojos, sin cambiar de postura. —¿Y cómo podía saber eso mi jefe? Dudo mucho que lo haya visto desnudo y...

JongIn se rió abiertamente, echando la cabeza hacia atrás. —Lo dudo yo también. YiFan es un hombre de ideas muy cerradas que asegura que sólo  folla con las mujeres más hermosas de nuestro mundo. Tu jefe habrá escuchado las historias que circulaban por la ciudad de YiFan. Todos tenemos informantes que se encargan de mantenernos al día de las novedades, y estoy seguro que tu jefe se habría asegurado de estar informado por el bien de su equipo.

<<De lo que sirvió>>

Murmuró para sí mismo SeHun sin ser consciente de haberlo dicho en alto. JongIn dio un paso hacia delante, quedando a unos centímetros de distancia de este. —SeHun. —Este levantó la cabeza y le miró, en sus ojos se podía leer el dolor que le destrozaba por dentro. Ese dolor le iba a perseguir hasta el día de su muerte, entremezclado con la culpa y los remordimientos al haber sido el único sobreviviente de la masacre—. La muerte nos acompaña cada día, es nuestra responsabilidad evitarla, pero llegará un momento en que nos alcanzará y no podremos hacer nada contra ella, sólo aceptar nuestro destino.

—Lo sé —admitió en voz baja desviando la mirada, incapaz de mantenérsela. Era difícil reconocer que la muerte estaba a la vuelta de la esquina, aunque vivían por y para la lucha. Nadie quería pensar en que un día llegaría el final de su vida, y no habría nada más allá que la oscuridad que te acoge en los últimos momentos—. Pero no merecían ese final.

—Cierto —reconoció JongIn—. La actuación de YiFan es delictiva y pagará por ello. Hoy comenzará el final de la partida a la que se lanzó a jugar. Avisa a todos mis hombres que estamos en alerta roja, que el equipo de seguridad tecnológica se asegure que mis empresas no sufran ataques cibernéticos.

—Sí, señor. —Asintió con la cabeza Tao manejando su teléfono celular, avisando uno por uno—Listo, están avisados.

JongIn movió la cabeza afirmando, satisfecho de la eficacia de su mano derecha. Hizo bien en permitirle vivir tras haber lastimado a su omega.

—¿Alguna orden más, señor?

—Sí, avisa al equipo de limpieza para que elimine a quien tenga sobre él o sobre ella una sospecha de traición, que dejen un mensaje claro a todos mis informantes: quien se atreva a traicionarme será destrozado dolorosamente y sin piedad.

—Joder..., ahora veo porque eres el empresario más temido del Consejo —murmuró SeHun rompiendo el tenso momento entre JongIn y Tao. Este último se detuvo unos segundos para contemplar pensativo al hermoso omega, sorprendiéndose ante la inocencia que mostraba este con esas palabras:

—Yo no sería capaz de quedarme cruzado de brazos lanzando órdenes sin ton ni son. Lo que quiero es coger mis armas y despellejar al cabrón de YiFan lentamente.

JongIn, cruzó las manos tras su espalda y miró con curiosidad a SeHun, antes de responderle: —¿Y cómo llegarías ante YiFan? ¿Qué harías para seguir con vida cuando descubrieran que mataste a un miembro honorable y reconocido de la empresa? ¿Dónde te esconderías en un mundo corrupto que se puede comprar con dinero?

SeHun se encogió de hombros.— No tengo ni idea. Sólo he pensado en la primera parte del plan. JongIn alzó una ceja con burla, sin dejar de mirarle fijamente. —¿Llamas plan a entrar como un animal para matar al magnate sin pensar en cómo escapar o continuar con vida, tanto si consigues tu objetivo como si no? ¿A eso te atreves a llamarlo plan? — Negó con la cabeza varias veces—. Ahora veo porque a los omegas les cuesta tanto ocupar una silla en la empresa.

SeHun descruzó los brazos y apretó los puños luchando contra las ganas de pegarle un puñetazo. —Hijo de puta, no te atrevas a...

—¡Por ese carácter explosivo es por lo que no eres capaz! Si le cortas la cabeza a una serpiente, el resto del cuerpo puede seguir moviéndose, pero ya no podrá atacar. Mermaremos el poder de YiFan, atacando sus empresas, asegurándonos que pierda dinero y aliados, y en última instancia le atacaremos cuando salga del agujero donde está escondido para buscar venganza. Ahí es donde te lo entregaré para que seas tú quien le dé el golpe de gracia.

—Eso es..., retorcido, de cobardes y además de que perderás tú también poder, parte de tus empresas, si el maldito de YiFan es tu hermano...

—SeHun para acabar con una serpiente has de ser una serpiente, y asegurarte de cortarle la cabeza de un tajo. —

MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora