Lo acarició con las manos con rudeza, SeHun, no era una mujer delicada que necesitara que fuera suave con ella, era un hombre endurecido por la vida, por lo que le tocó vivir e iba a darle lo que le gustaba. Hacerle jadear con sus caricias y desear que descendiera de una vez a su ingle y lo tomara con la boca.
Siguió acariciándole, tironeando de sus pezones y lamiendo su lechosa piel, mordisqueándole de vez en cuando. Quería tocarle todo el cuerpo, poder besarle y lamerle, marcarle, hacerle ver que era de su propiedad, que solo hallaría la felicidad en sus manos, a su lado. Bajó su mano derecha acariciándole el abdomen, sintiendo cómo se retorcía, como se arqueaba buscando más contacto.
«Mío».
Gruñó en su interior, alejándose unos centímetros de la ardiente y pálida piel para mirarle a la cara.
SeHun, estaba jadeando, con los labios entreabiertos y humedecidos y los ojos cerrados, perdido en el placer. Era su mayor pecado, su debilidad, con quien se abría en canal, a quien deseaba en su vida para siempre.
Siguió descendió con manos temblorosas, apretando los dientes para no dejarse llevar por el instinto que le gritaba que le abriera de una vez las piernas y se le clavara hasta el fondo, una y otra vez hasta llenarle de su semilla, y llegó hasta su duro miembro. Agarró aquel trozo de carne con la mano, y comenzó a acariciarle arriba y abajo con dureza, como al omega le gustaba, apretándole la base y arañándole la longitud del grueso miembro. Los jadeos no se hicieron esperar, rompiendo el silencio del cuarto. JongIn, tuvo que hacer acopio de todo su control para no follarle en ese mismo momento, y romperle en dos.
Esa noche le dejaría descansar, pero al día siguiente, lo despertaría hundiéndose en su interior hasta que ambos se quebraran en miles de pedazos por el placer.
Siguió acariciándole cada vez más fuerte y más rápido, rastrillándole la delicada piel con sus uñas, mostrando los arañazos que le hizo a lo largo de su longitud. Al ver aparecer pequeñas gotas de líquido preseminal asomando por la pequeña hendidura de su glande, JongIn, se detuvo y le agarró con fuerza la base, abandonando los duros pezones que torturaba para acabar amasando con rudeza los testículos.
—Voy a tomarte en mi boca y te vas a correr. Vas a jadear mi nombre y a suplicar para que te rompa ese vicioso culo que tienes. Sabes que lo deseas, que añoras como me muevo en tu interior, que ansias sentir como me corro y te inundo con mi semilla. Tu cuerpo no puede negarme lo que sientes, por mucho que te engañes diciéndome lo contrario. Eres mío y esto. —Le lamió las pequeñas gotas logrando que el cuerpo de SeHun, se arqueara hacia arriba y rompiera a jadear en alto sin control—. Me pertenece, se pone así de duro por mí, por nadie más. Y así ha de seguir si no quieres que acabe contigo con mis propias manos.
Sin darle la oportunidad a una réplica, JongIn, se agachó y sin dejar de acariciar y pellizcar sus testículos lo acogió por completo en su boca, descendiendo sobre la ansiosa verga para comenzar a moverse. Arriba y abajo, chupando, arañando con sus dientes y gruñendo para volverle loco con las vibraciones.
SeHun, no podía pensar con claridad.
Era incapaz de hacerlo.
Sólo podía permanecer tumbado, jadeando como podía y centrándose en respirar, porque se sentía al borde del colapso.
JongIn, era un hijo de puta muy habilidoso y bien que lo sabía. Un amante exigente que se entregaba con dureza y te exigía el mismo compromiso en la relación, joder, estaba a un paso de correrse.
Apretó los dientes y abrió los ojos, jadeando en alto al ver la intensa mirada de JongIn, mientras este chupaba su polla sin piedad, marcándole como él sólo sabía hacer. Dejando claro que hasta en esos momentos era él quien tenía el control de la situación.
Quien imponía el ritmo.
Quien lo estaba llevando al abismo del placer, pero conteniéndole el orgasmo al apretar la base de su miembro.
—Maldito... déjame ir... —jadeó como pudo moviendo las caderas hacia arriba, entrecerrando los ojos de puro placer al sentir como golpeaba el fondo de la garganta de su amante, viendo como este le acogía sin problemas en su boca, sin dejar de chuparle con dureza.
JongIn, no respondió, ni siquiera soltó su polla, únicamente mostró una sonrisa confiada, orgullosa, que transmitía mucho.
—Jódete omega, vas a correrte y lo harás porque yo lo digo, porque yo te conduzco hasta la locura y más allá.
Maldito cabrón.
Por jugar con él de esa manera, por ser... Por ser verdad todo lo que le dijo.
Que era suyo, que así se sentía por mucho que le jodiera, y por mucho que luchara contra ello.
—Ah, ah, ah —jadeaba sin poder contenerse, a punto de morderse los labios para no darle el gusto, pero ya era un poco tarde, sobre todo cuando no dejaba de mover la cadera hacia arriba hundiéndose más en aquella lujuriosa y habilidosa boca. Gimiendo como una puta cada vez que le chupaba con más fuerza y le amasaba las bolas. La mano que le apretaba la base de la polla se movió y siguió a esa ardiente boca cuando subía por toda la longitud, permitiéndole a SeHun alcanzar el deseado orgasmo al verse libre, al notar como le tomaba con la boca, con la lengua, con sus dientes y con sus manos con fuerza y a un ritmo que lo volvió loco.
Se rompió por completo, gritando en alto el nombre del maldito empresario que arrasaba su vida cada vez que aparecía en escena.
—Ahhhh ¡JongIn! Ahhhh.
Se corrió, arqueándose todo lo que pudo para hundirse profundamente en aquella boca, cerrando los ojos y sintiéndose a un paso de la oscuridad, rozando con los dedos el desmayo. JongIn, chupó hasta la última gota apretando los labios, soltando las manos y apoyándolas en los muslos de su amante, abriéndole más las piernas, teniendo acceso total.
Cuando notó que el miembro perdía grosor, lo soltó, lamiéndose los labios al ver que SeHun, le estaba mirando fijamente con los ojos vidriosos y entrecerrados, y la boca entreabierta y jadeante.
—Oh, joder, no hagas eso —murmuró con voz enronquecida SeHun, mirando fijamente sus labios.
JongIn, sonrió, irguiéndose hasta quedar a la altura del rostro del omega. —¿Hacer qué?
—Ya lo sabes, cabrón.
—No, no lo sé. Solo te la he chupado y te has corrido como la puta que dices ser.
SeHun, arrugó el entrecejo. No le gustó nada que le recordara eso, que él mismo se llamó su puta, porque removía la herida, le metía el dedo hasta el fondo y le escarbaba sin piedad. —¡Apártate! —le gritó, golpeándole en el pecho con el puño—. Ya estás contento, ¿no? Has conseguido lo que buscabas, jugar conmigo. Ahora hazte a un lado. Quiero ducharme. —«Y dejar de oler a sudor, a sexo y a medicamentos».
—¿Buscas cabrearme? —le preguntó directamente, acercando su rostro al del omega—. De ser tú no lo haría, porque estoy al límite. Nadie ha conseguido llevarme al borde como tú lo has hecho. Y estoy luchando contra mis ganas de estrangularte con mis manos o follarte hasta que te partas en dos.
—¡Hazlo! —no se cortó SeHun, mirándole con rabia. ¿Ahora era él el culpable de todo, cuando la única verdad era que su vida se fue a la mierda desde que lo conoció?
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MÍO
FanfictionEn un mundo donde domina el linaje, las costumbres y el poder de los Alfas, se encontraba uno en particular. Uno que a toda costa lucharía e incluso encerraría y castigaría a su pequeño Omega, sólo para que este entendiera que le pertenecía, y que n...