—SeHun. —Esperó a que le mirara y sus ojos le mostraran que estaba atendiéndole, cuando lo hicieron, continuó—. Desde esta noche tu vida estará ligada a la mía, no te permitiré que te alejes de mi lado. —«No cuando YiFan, no va a tardar en averiguar que sobreviviste al ataque, que puedes testificar en su contra y que el juicio lo lleve a la cárcel por el crimen estúpido que hizo, solo por querer jugarme una mala pasada a mí.».
—En tus sueños, señor Kim... —respondió sin pensarlo dos veces, alzándose para quedar muy cerca de él. Estaba perdido, lo aceptaba, todo su cuerpo y su propia alma reaccionaba al hombre que permanecía sobre él, pero no se lo iba a poner fácil, no cuando tenía una misión que llevar a cabo: vengar la muerte de su familia, y los que habían muerto de su sociedad "Exodus".
JongIn, sonrió de lado, como un depredador a punto de saltar sobre su presa. Se movió hacia abajo, aplastándole más contra el colchón, mostrándole lo duro que estaba. —¿Sueños, omega? —se burló, golpeando con la cadera el evidente bulto que mostraba el herido. Los dos estaban excitados, deseando algo que se negaban—. Sigue negando la evidencia porque sólo consigues que esté dispuesto a mostrarte que tu vida está atada a la mía, que eres mío desde el instante en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. —Se movió otra vez, haciéndole gemir ante el roce—. ¿Lo ves? — Volvió a moverse, aumentando la temperatura del cuarto, masturbándole sin llegar a tocarle, acariciándole con su propia excitación, deseando que SeHun, se rindiera de una maldita vez y aceptara su destino, para poder follarle como quería: con dureza, perdiendo el control, marcándole para que no se atreviera a olvidar a quien pertenecía—. ¿Lo notas? Gimes por mí, te arqueas mostrándome lo dispuesto que estás a acogerme. Tu polla está a punto de explotar, y estoy más que seguro que me suplicarías si te lo pido, si te digo que lo hagas con tal de que te folle.
—Cabrón —masculló SeHun, jadeando por los lentos y acompasados movimientos que lo estaban volviendo loco. Desde la noche en que decidió alejarse de una vez por todas del empresario no había tenido sexo, era incapaz de acostarse con nadie más que no fuera JongIn. Ni siquiera se la pudo cascar pues le recordaba lo que perdió, lo que él mismo alejó por orgullo, por su salud mental y su herido corazón.
—No lo olvides nunca, SeHun. Soy un hijo de puta sin corazón, lo reconozco. Mis manos están manchadas de sangre y mucha de ella son de inocentes, y no me arrepiento. Nunca he conocido los remordimientos y nunca lo haré. Si quiero algo lucharé por conseguirlo. Si alguien se interpone en mi camino no dudaré en hacerle desaparecer. Acéptalo de una vez.
—Porque te conozco, nunca podré aceptar lo que me pides.
JongIn, se dejó caer sobre él, sacándole un gemido de placer y de dolor. —Sí, lo harás, tu cuerpo ya me pertenece y conseguiré que me entregues tu lealtad, tu alma cuando yo te lo exija.
<<Ya los tienes». Susurró SeHun, por dentro. «Por desgracia, ya los tienes.» —Yo...
—Ni una palabra más SeHun, estoy al límite y si sigues oponiéndote voy a follarte hasta que te desmayes de puro placer.
«¡Joder!» Jadeó este. Si iba a morir prefería hacerlo de esa manera, y no a manos de sus enemigos, pero... «¿Qué coño estoy pensando?»
JongIn también era su enemigo, su peor enemigo porque era capaz de derribar las barreras de su corazón y hacer con él lo que quisiese.
—¡Mierda! ¡Salé de encima! No soy tu mascota, así que aléjate que...
No obtuvo la respuesta que esperaba, JongIn, volvió a besarle y esta vez dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre él, atrapándole definitivamente contra el colchón. Mostrándole la fuerza que poseía, la dureza de su cuerpo y de su polla. Los besos se volvieron peligrosos cuando intentó cerrar la boca, impedir que lo penetrara con la lengua y lo acariciara como el muy cabrón sabía hacer: de puta madre, a un paso de hacerle correr con solo un beso. Cortó el beso y le gruñó con voz enronquecida, mirándole fijamente.
—Lucha, omega, lucha, que cuanto más lo hagas, más ganas me entran de mostrarte tu lugar.
SeHun, se lamió los labios doloridos, donde JongIn, le mordió cuando intentó cerrarlos para impedirle que le besara.
—¿Y ese lugar según tú, ¿Dónde es?
—A mi lado, para siempre.
No le dio oportunidad de responderle, no quería ni escucharle en esos momentos, sólo hacerle ver que lo la única verdad en el mundo era su palabra. Le volvió a besar, mordiéndole el labio inferior y adentrándose en su caliente boca, buscando la lucha que se esperaba entre sus lenguas. Era ardiente, el único capaz de llevarle a un punto en el que el fuego estaba a un paso de consumirlo por completo. El beso se volvió más ardiente y comenzó a acariciarle, destrozando la sábana cuando tiró de ella hacia un lado. Lo quería desnudo bajo él, sin esa barrera de tela de por medio.
—¡Joder! —masculló SeHun, ante el movimiento rudo que hizo JongIn al desgarrar la sábana.
—Precisamente eso es lo que vamos a hacer.
—Imbécil.
—E hijo de puta, recuérdalo, pero ahora... —
Se movió para sacar toda la sábana y descubrir el malherido cuerpo de SeHun. No iba a poseerle como quería, no cuando se arriesgaba a abrirle las heridas, pero si iba a marcarle y a mostrarle que a su lado era el único camino que podía tomar.
—Voy a acariciarte y a chuparte hasta que te corras, hasta que explotes en mi boca y grites mi nombre.
—En tus sueños —susurró con voz entrecortada SeHun, mirando como este se movía sobre la cama para tomar postura, para comenzar con la sesión de tortura erótica que le acababa de prometer.
—Te lo recordaré cuando grites mi nombre, omega, y te juro que será dentro de poco, cuando estalles en mi boca.
Comenzó a besarle y a lamerle el cuello, arañándole con los dientes, mordiéndole luego hasta marcarle. Quería probar su sangre, pero no iba a hacerle daño, hoy no al menos, no cuando estaba tan débil.
Otro día lo marcaría, lo ataría y lo tomaría hasta que explotara en el mejor orgasmo de su vida, ahogándose en el placer.
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MÍO
FanfictionEn un mundo donde domina el linaje, las costumbres y el poder de los Alfas, se encontraba uno en particular. Uno que a toda costa lucharía e incluso encerraría y castigaría a su pequeño Omega, sólo para que este entendiera que le pertenecía, y que n...