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Acabaría con todos, con sus propias manos si era necesario con tal de proteger a SeHun, con tal de mantenerlo a su lado.

Le empujó hacia abajo la espalda con una mano, mientras con la otra comenzó a masturbarlo de nuevo, sonriendo internamente al notar cómo aquella rezumante polla temblaba bajo su toque. Buscaba penetrarlo más profundamente y al cambiar de postura, lo consiguió. Embistiéndole completamente, hasta enterrar toda su polla en el tembloroso canal, que lo succionaba y lo apretaba con lujuria.

—Joder... —jadeó SeHun cerrando los ojos, disfrutando plenamente de cada movimiento de su amante. Estaba completamente a su merced. Moviendo el cuerpo con cada embestida. Echándose hacia atrás para encontrarle, para notarle más dentro de él. Rompiéndole en dos, ensanchándole, acariciándole tan profundamente que estaba muy cerca de tocar el cielo y sentir como su mundo explotaba a su alrededor y lo conducía a la pura locura, que era el orgasmo.

—Eres tan caliente, SeHun. Mírame. —Con mucha dificultad, pues con cada embestida su propio cuerpo deseaba cerrar los ojos y dejarse llevar por el placer, le obedeció y le miró por encima de su hombro. Apoyado por completo contra el sofá, manteniendo la cadera en alto, abierto al alfa—. Di mi nombre SeHun, quiero escuchar cómo gritas mi nombre cuando te corras.

—En tus sueños Idiota, podré haber aceptado pertenecerte, pero no voy a bailar cada vez que me lo órdenes. Asúmelo o jódete.

JongIn soltó una carcajada que resonó por todo su cuerpo, provocando que SeHun temblara de placer. —Creo que tendré que joderte más a menudo para que aprendas a obedecerme, omega. Será un placer entrenarte para que...

No pudo decir nada más.

SeHun se movió hacia atrás con fuerza, provocando que JongIn perdiera un poco el equilibrio y se encontrara completamente en el interior del otro, quien apretó su culo buscando atraparle. —Vas a entrenar a tus mierdas de agentes, a mí me respetarás como a tu igual o no volveré a abrirme de piernas para ti, hijo de puta.

JongIn se río al verle furioso. Le ponía duro ver a su omega furioso, fulminándole con la mirada, mostrándose orgulloso. Mirándole como si estuviera dispuesto a romperle la cara y dejarle claro que eran iguales. Aquella fuerza, aquel orgullo lo admiraba y le excitaba, y buscaba enfurecerle en cada oportunidad que tuviese, sobre todo cuando estaban follando. Quería su furia, su orgullo, su amor, sus celos, sus deseos de marcarle, lo quería todo de él. Se agachó hasta atrapar sus labios en un beso ardiente, orgulloso, probando de nuevo su sabor, ansiando memorizarlo para siempre pues nunca tendría suficiente de él. —Cuanto más luches contra mí, más deseo poseerte, marcarte, grabar a fuego en tu piel que me perteneces. Que tanto tu cuerpo, tu corazón, tu alma son míos, para siempre.

SeHun le escuchó con el corazón en vilo, galopando con fuerza contra el pecho. Todavía lo sentía muy dentro de él y la postura era muy incómoda a punto de provocarle una lesión de espalda si lo forzaba a estirarla más, por suerte al ser un omega su cuerpo era su arma y estaba fortalecido con los duros ejercicios de entrenamiento.

—Estás loco —le susurró, teniendo aún el sabor de su lengua en su boca. Joder, era como el mejor alcohol del mundo, amargo y dulce, con un tono añejo que perduraba en su paladar tras un buen trago.

JongIn le respondió con una sonrisa, liberándole al soltarle la cabeza, la cual se la había agarrado antes para devorarle con los labios. —Tienes razón. Enloquecí desde el instante en que te conocí. Serás mi perdición SeHun, pero lucharé contra la misma muerte para vivir un día más a tu lado.

Era un juramento que iba a cumplir, que tenía intención de llevar a cabo. Su vida había dado un giro radical que no solo le afectaba a él. Todo su mundo podía desmoronarse a su alrededor y le importaba una mierda, ya que lo tenía a su lado, a su salvaje omega. La herencia de su padre saldría tocada tras revelarse las intrigas de YiFan. Miles de personas se quedarían sin empleo al caer las empresas de este Magnate. Centenares morirían combatiendo en las calles al buscar venganza cuando se descubriera todo.

Los demás miembros de las empresas cercanas podrían buscar acabar con él para eliminar a una potencial amenaza... Había tanto que podía perder, y no le importaba nada. No cuando tenía a SeHun en sus brazos. Sí que era un loco, lo aceptaba, pero viviría atendiendo a su locura. A la pura necesidad de mantener a SeHun a su lado, de saborearle, de poseerle, de verse reflejado en sus ojos. Aprendería a vivir con su continua necesidad de tenerle a su lado, de saber dónde estaba, de comprobar que estaba a salvo.

SeHun lo era todo para él, y aunque le costó aceptarlo, ya lo había asumido, asimilado y grabado a fuego en su mente y corazón. Sin cortar la mirada comenzó a moverse, penetrándolo con estocadas lentas y profundas, admirando como el rostro de su amante se contorsionaba de placer. Como entrecerraba los ojos para no cortar la mirada entre los dos. Como sus mejillas se sonrojaban, sus labios se entreabrían. Como jadeaba entrecortadamente y su cuerpo se perlaba de una fina capa de sudor. Siguió moviéndose sin detenerse ni un segundo, al tiempo en que volvía a cogerle la polla para masturbarle, para acariciarle y que explotara en su mano de puro placer. Este no tardó en hacerlo, jadeando en alto. Estremeciéndose y contrayendo las paredes interiores de su cuerpo, al tiempo en que gritaba su nombre

—¡Ah, JongIn!

El alfa se movió más fuerte, tras soltar el miembro de su amante, comprobando que su mano estaba empapada en sus jugos. Resistió a la tentación de probar su salado sabor y se centró en poseer el tembloroso cuerpo que seguía abierto y entregado a él. Se movió un par de veces, entrando profundamente, entregándole aquello que nunca quiso entregarle antes, su Nudo, antes de explotar, llenándole con su semilla. Dejándole marcas en la cadera con sus dedos al agarrarle con fuerza. Penetrándolo por última vez por pura necesidad, sintiendo como las paredes interiores le aferraban y le succionaban con intensidad tomando su nudo como siempre debió ser, como si desearan que aquel placer durara para siempre.

Sin separarse de SeHun, JongIn se dejó caer hacia delante, llevándose consigo al omega, quien sorprendido ante aquel hecho acabó tumbado boca abajo en el sofá intentando recuperar el aliento.


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