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Sin palabra alguna tecleo el código de acceso y entró en la casa, deteniéndose unos segundos en el hall de entrada. El lujo y el brillo prevalecía sobre todo lo demás, las habitaciones eran amplias y bien iluminadas, y mirarse donde se mirase el dorado resplandecía atrayendo la atención a quienes entraran en aquella vivienda.

—JongIn, ¿eres tú?

Una voz femenina llego desde la planta alta. << ¿Quién más iba a ser?>> Pensó, recordando la orden clara que le impuso a Krystal, ningún otro hombre podía pisar aquel lugar, ni siquiera familiares, si los tuviese porque sinceramente, ni lo sabía, ni le importaba.

La vio bajar por las escaleras, vestida con un camisón transparente negro que traslucía y dejaba ver sus curvas. Era alta como todas las Betas de su clase, con un tono de piel perla y su cabello fino y largo, sedoso de un color azabache. Era hermosa, muy hermosa con facciones perfectas y unos labios que cobraban milagros cuando lo acogía en su boca, pero a pesar de todo, aquella mujer sólo era un polvo más, no llegaba a consumirle cuando estaba con ella, apenas eran unas horas de placer para luego ser olvidada.

—JongIn ¡qué alegría que estés aquí! —Su voz se volvió puro terciopelo y echo los hombros hacia atrás acentuando el pronunciado escote en uve de su camisón donde se percibían los dos montículos cremosos que eran sus pechos— Deseaba mucho verte, estos días te he necesitado a mi lado. Ven —Estiró el brazo señalándole— Vamos a la cama, te prometo que la pasaras muy bien, y no querrás abandonarme.

—Aquí y ahora— Le dijo desabrochándose la camisa, abriéndola para permitirle moverse mejor, sin pararse a responder a la absurda invitación de que permaneciera más de unas horas en aquel lugar—. Baja aquí y ponte sobre tus rodillas, ¡ahora!

La vio cómo se humedeció los labios y le miró con lujuria, era una perra fogosa que disfrutaba con ser dominada, y esa noche iba a disfrutar con su polla.

Ella bajó las escaleras con lentitud, contorneándose con sensualidad, intentando excitarle. No era más que una fachada, algo innecesario, pues los alfas podían controlar las funciones corporales, sobre todo las sexuales y en esos momentos tenía la polla dura luchando por ser liberada de sus pantalones.

Al verla en el último escalón, JongIn se desabrochó el pantalón y libero su polla, que lucía fiera y erecta, necesitada de atención.

—De rodillas frente a mi perra, vas a abrir esa boca lujuriosa y chuparme hasta que me corra. No vas a dejar ni una sola gota, o serás castigada.

—Si, JongIn —susurró ella con voz enronquecida acercándose hasta él y poniéndose de rodillas a su altura, quedando su rostro a un palmo de la dura polla.

JongIn la sujeto por los cabellos hundiendo sus dedos en los sedosos mechones azabaches, y la empujó hacia adelante.

—Abre la boca. —Ella obedeció al instante, acogiéndole la cabeza enrojecida de su polla. Sin avisar empujó hacia adelante hasta tocar el fondo de su garganta. Escuchó un gemido de placer que brotó de sus labios y vio como sus pezones se pusieron erectos por debajo del camisón.

No se contuvo, le folló la boca sin piedad, empujando profundamente, gruñendo al notar como sus labios le chupaban y le acariciaban toda la longitud de su polla.

Intento vaciar la mente y pensar únicamente en el placer que le estaba dando aquella fogosa mujer, pero no podía dejar de pensar en que al único que quería follar en esos momentos era a SeHun, rememorando las sensaciones de plenitud y puro placer que sentía cuando hacia suyo al bello omega.

Le agarró con más fuerza los cabellos y la empujó hacia atrás, liberándola de su polla.

—¿JongIn? —preguntó extrañada con los labios humedecidos y los ojos enfebrecidos por el deseo.

MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora