Tao se encogió de hombros.
—¿Sabes lo difícil que les va a ser a los de limpieza eliminar las manchas de sangre?
—Ni lo sé, ni me importa —negó JongIn, mientras buscaba su móvil para llamar a su equipo de limpieza, como bien indicó su guardaespaldas eran los encargados de eliminar todo rastro de los cuerpos que caían por el camino.
Marcó el número del equipo y les indicó la ubicación de la casa, no hacía falta nada más, ellos sabían muy bien lo que tenían que hacer cuando él los llamaba, se dedicaban exclusivamente a deshacerse de pruebas y a hacer desaparecer los cuerpos sin dejar rastros.
<<—Señor, ¿Qué hacemos con el cuerpo? ¿Lo enviamos a donde siempre o...?
—Quémenlo y lánzalo al mar.
—¿Quemada? —repitió Tao al ver como JongIn cortaba la llamada, tras hacer esa simple indicación al jefe del equipo de seguridad, y guardaba su teléfono celular en uno de los bolsillos del pantalón.
—Ella deseaba ser libre, toda su vida luchó por liberarse de las cadenas que le apresaban por su posición social, lástima que la avaricia fuera su maldición.
—Y la estupidez, ¿cómo se le ocurre golpearle, señor? —masculló Tao mirando sin disimulo el cuerpo sin vida de la hermosa mujer. Estaba boca arriba, con los cabellos esparcidos por el suelo y humedecido con su sangre, las piernas entreabiertas y en una postura extraña con los brazos sobre la cabeza, extendidos, mostrando todo el esplendor de su cuerpo, de sus pechos.
—Salgamos de aquí, esta noche esta casa quedara libre, aquí no hay nada más que hacer, llévame a casa.
Tao asintió con la cabeza dando un último vistazo a la que era hasta esa noche una de las amantes favoritas de su jefe, a la que más noches visitaba al mes.
Admiraba a JongIn, aunque nunca lo diría en alto, ni lo confesaría. Admiraba la capacidad del hombre para deshacerse de su pasado, de enfrentarse fríamente a cada problema que aparecía en su vida, con gélida presencia y oscura decisión.
Admiraba al empresario y al hombre que se escondía tras ese cargo, pues había sido capaz de anteponer el deber a sus sentimientos, si es que era capaz de poseer alguno.
Le observó en silencio caminando a un paso tras él mientras lo acompañaba hasta el coche. El equipo de limpieza no tardaría más de diez minutos en llegar para ocuparse de todo, y acondicionar el lugar como si no hubiese sucedido nada.
No tardaremos en llegar a casa, señor—le comentó abriendo la puerta del conductor y sentándose tras el volante.
Prefería estar en el foco de la acción y no tras un volante, pero adoraba aquel coche, cómo se deslizaba por la carretera, cómo tomaba las curvas sin vacilación, como era capaz de pasar de cero a doscientos en apenas unas milésimas de segundos. Era una máquina que ronroneaba como un gatito y se movía como un gran felino.
JongIn no se dignó a responder, se quedó observando el paisaje desde el asiento trasero. La noche había dado un giro inesperado, lo que iba a ser una cita para desahogarse sexualmente acabó con una limpieza en uno de sus inmuebles.
En resumen, tras una follada rápida, una amante menos, y más dinero en sus cuentas personales.
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Soltó el aliento lentamente intentando por todos los medios normalizar los latidos de su corazón. Llevaba una semana de mierda en la que cada día recordaba al maldito omega. Era incapaz de ignorar la cruda necesidad de poseerlo, de marcarle para siempre, atarlo para impedirle que de nuevo se alejara de lado.
Apretó los puños de las manos que tenía apoyadas en sus rodillas. Tenía ganas de matar a alguien, de golpear a alguien, de destrozar, y todo por culpa de su escurrido amante, de un hombre que se había introducido en sus venas, en sus pensamientos, en cada latido de su corazón. Era un veneno que lo estaba consumiendo cada día. Y del que la única cura que había era tenerle cerca, hacerlo suyo y no dejarle marchar... aunque tuviera que acabar con su vida para que nadie más pudiera arrebatárselo.
—SeHun tienes dos a tu izquierda.
Este asintió y se movió con agilidad a través del cuarto, sobre sus manos y sus piernas, como si fuera un felino. Sus movimientos eran silenciosos, rápidos y coordinados mientras se acercaba velozmente a los dos guardias de seguridad apostados a su izquierda, que protegían la entrada al recinto al que tenían órdenes de hacer estallar en mil pedazos.
El empresario al que servían había sido muy claro, eliminar por completo el complejo de omegas ordinarios, los cuales habían tratado de huir de los alfas adinerados en su tiempo de calor, los omegas ordinarios quienes habían despreciado al empresario que ahora solo quería hacer estallar el recinto.
No tardó en llegar hasta los guardias. Se movió velozmente, asestando puñaladas mortales a los hombres, que cayeron sin vida al suelo sin saber que les atacó. SeHun era el mejor de su especie, el elegido para abrir camino a la libertad al ser capaz de moverse como felino, al ocultar su presencia de tal manera que cuando atacaba, sus víctimas no tenían la menor oportunidad de defenderse, caían muertas al suelo con una mueca de sorpresa grabada para siempre en sus rostros.
—Los guardias han caído, repito, los guardias han caído, está libre la entrada.
Todos y cada uno de los omegas que ahí se encontraban llevaban un dispositivo de escucha implantado en el oído para mantenerse concentrados en lo que era su lucha.
Los disparos, las explosiones emergentes y los gritos de dolor se dieron a oír de un momento a otro alertando a SeHun, quien ahora se arrastraba por el suelo en busca de una salida. Había visto morir a varios omegas en frente suyo.
—Joder, joder, joder —murmuraba tratando de hacer oídos sordos a creciente dolor que sentía al haber recibido dos disparos en el costado derecho, y otro en una de sus rodillas. A duras penas podía arrastrarse por el suelo intentando no ser detectado, y buscando sobrevivientes antes de salir del recinto.
Una mano le detuvo en seco y se tensó. Al mirar hacia quien le agarraba se sorprendió muchísimo al ver que era uno de los omegas ordinarios más respetados de la pequeña manada a la cual el pertenecía, en donde era libre junto a quienes conformaban su familia.
—Te iras... debes vengar...—
Fue lo único que articulo aquel que lo había agarrado antes de sucumbir al dolor y caer muerto al lado de él.
<<JongIn>>. La cara del hombre que le volvía loco, a quien le había entregado su corazón, pasó velozmente por su mente, sorprendiéndole en el momento en que su vida peligraba, en que se enfrentaba a la muerte cara a cara, el maldito alfa aparecía por su mente, atravesándole el corazón con lo que sentía por él.
Conteniendo las ganas de masacrar a quienes asesinaron a su familia, SeHun se quedo quieto al ver como uno de los guardias se giraba hacia donde él estaba. Se quedó quieto al lado de su compañero que había caído, no le pegaría un tiro si creyesen que se encontraba muerto.
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MÍO
FanfictionEn un mundo donde domina el linaje, las costumbres y el poder de los Alfas, se encontraba uno en particular. Uno que a toda costa lucharía e incluso encerraría y castigaría a su pequeño Omega, sólo para que este entendiera que le pertenecía, y que n...