JongIn estaba a un paso de romperse, de perder la razón y abrirse paso en el apretado culo de su amante sin pensar en nada más que en alcanzar el cielo que sentía cuando estaba con él.
SeHun por su lado estaba sorprendido y sin palabras, incapaz de articular dos sílabas seguidas, sobre todo tras aquella "no declaración de amor" del alfa. Escuchar la profundidad de sus sentimientos le dejó boquiabierto y con el corazón latiendo con furia. No iba a reconocer que sentía mariposas en el estómago porque eso era de adolescentes hormonadas con pechos de silicona, pero estaba muy cerca de aceptar lo que le estaba exigiendo. De abrazar esa promesa de pertenencia, de sonreír como un bobo al pensar que iba a ser suyo para siempre. Pero la realidad, como bien le recordó JongIn, era cruel, en todas sus facetas y pese a que el alfa le exigiera lealtad total, este le había demostrado que además de su agujero se tiraba otros muchos, sobre todo si estaban perfumados y olían a perras en celo. Fue él quien cortó el beso y lo apartó empujándole hacia atrás para que le mirara a la cara. Así lo hizo, cortándole la respiración con la intensidad de su mirada, con la profundidad del fuego que se percibía en sus oscuros ojos. —Si yo soy tuyo que te quede claro que antes de verte follar con otras mujeres, te mato.
JongIn sonrió al notar la profundidad de los celos de su amante en cada una de sus palabras, en sus gestos. Le caldeaba el corazón el ver que no le era indiferente, que sacaba lo peor y lo mejor del hombre al que iba a devorar y del que no iba a cansarse nunca de su sabor. —¿Entonces me puedo tirar a otros hombres? —se burló buscando su enfado, quería verlo furioso, que lo atacara, que le respondiera con ferocidad pues prefería su furia a su indiferencia.
SeHun le besó mordiéndole los labios, entremezclándose saliva y sangre, aferrándose con fuerza a sus hombros, apretándolo contra él. Tuvo que separarse ante la falta de aire, y le susurró con voz ronca y amenazante...
—Maldito hijo de puta, te mataré si te atreves irte con otra mujer o con otro hombre. Si yo soy tuyo, tú eres mío, y estoy hasta la mierda, de tener que tragar y compartirte con tus amantes. Si no las dejas, cuando todo esto pase, cuando consiga matar a quien acabó con mi familia, no me verás nunca más. No estoy dispuesto a seguir siendo tu puta y tener que aceptar compartirte. O me lo das todo, o me dejas libre.
El silencio que siguió a sus palabras fue tenso, lleno de sentimientos, de electricidad entre los dos. SeHun se sentía liberado al haber podido decirle a la cara lo que sentía, la necesidad que tenía de ser el único en su vida, de que el otro se entregara a él como él lo hacía, completamente, sin restricciones. JongIn, por otro lado, se quedó sin palabras, asimilando lo que le gritó el omega. Le sorprendió que le dijera que quería ser el único en su vida, su único amante, una condición que gustoso aceptaría por mantenerlo a su lado. Ya toda su vida se había ido a la mierda cuando fue a buscar al sobreviviente al Complejo Sur. Se había expuesto públicamente ante sus enemigos, quienes tarde o temprano relacionarían sus acciones con el omega al que cubría con su cuerpo. Era hora de aceptar que toda su vida giraba en torno a ese hombre, que desde que se cruzó en su camino ya no lo pudo borrar de su mente, y día a día se fue incrustando bajo su piel, inundando su existencia con su presencia.
Lo necesitaba. No concebía una vida sin él. Sin poder besarle, hacerlo suyo, reducirle a un estado tembloroso y suplicante por la liberación. Quería su furia, su rabia. Cada mirada de deseo. Cada susurro de necesidad. Ser su dueño eternamente, en esta vida y en la otra, si era cierto que el alma existía, la suya quería estar atada a SeHun para siempre.
SeHun gimió al verle sonreír con calidez. No podía creerlo. Que alguien le pellizcara porque no era posible que el hijo de perra de JongIn le estuviese sonriendo de esa manera, mirándole con algo parecido a la ternura o al amor.
—Mi omega... —susurró JongIn apoyando la mano en la mejilla derecha de SeHun, percibiendo cómo temblaba bajo su toque. Sin dejar de acariciarle, acercó su rostro al del otro, y a unos centímetros de distancia, en la que sus alientos se entremezclaban, susurró—: Al fin eres totalmente mío.
—Pero... quiero que tú seas mío igual que...
No pudo continuar.
El alfa le besó, sorprendiéndole por la dulzura de sus labios. Aquello le desarmó. Estaba acostumbrado a su lujuria, a su furia, a su dominio sobre él, a que lo marcara con sus dientes, con sus manos, con su esencia, no a que le besara como si fuera a punto a romperse, como si fuera lo más preciado en su vida.
«¡No! No dejes que te engañe de nuevo, recuerda que no te ha jurado que no va a tirarse a nadie más. ¡Basta!»
Fue él quien cortó el beso, por mucho que por dentro se maldijera por hacerlo. Quería más de ese JongIn, de ese hombre capaz de hacerle sentir el ser más especial del Universo con solo un beso. —No vas a conseguir que me olvide de mi petición, tú debes...
—¿Petición? —se burló JongIn disfrutando de ese intercambio. Aún deseaba aplastarlo contra el sofá y dejarse llevar por la bestia salvaje que llevaba dentro y que quería follarlo sin piedad, pero tener la oportunidad de estar hablando tranquilamente con SeHun, de ver cómo le mostraba cada faceta que tenía, era un regalo que iba a atesorar.
Tenía pocos recuerdos a los que podía catalogar como felices en su vida, y la mayoría de ellos eran gracias al omega. Él cambió su existencia, le descubrió que poseía un corazón egoísta que sólo aceptaba a una persona en su interior para atesorar, proteger y amar sin restricciones, con toda la crudeza de su carácter, de su manera de ser. Le mostró que era capaz de necesitar a alguien hasta el extremo de querer ofrecerle el mundo a sus pies, de desear su felicidad, su furia, su pasión, cada sentimiento que fuera capaz de experimentar a su lado.
—Sí, mi petición, mi única condición para mantener una relación contigo, ¡joder! ¡Llámalo cómo quieres! La cuestión es que no estoy dispuesto a compartirte. También quiero que seas mío y sólo mío. —Le sujetó con fuerza por los hombros, clavándole los dedos dejándole marca en la piel.
JongIn, se rió en alto, disfrutando de su hermoso omega.
—¡No te rías de mí maldito! —Le golpeó con el puño en el pecho.
—No me río, SeHun. Disfruto contigo que es muy diferente. Y antes de que digas nada más, ¿no te he dicho que ni la muerte podrá separarte de mí? ¿No ves que he expuesto mi imperio por salvarte? ¿Que he amenazado de muerte a mi segundo al mando por atreverse a tocarte? ¿Hace falta que siga?
No, no hacía falta...
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MÍO
FanfictionEn un mundo donde domina el linaje, las costumbres y el poder de los Alfas, se encontraba uno en particular. Uno que a toda costa lucharía e incluso encerraría y castigaría a su pequeño Omega, sólo para que este entendiera que le pertenecía, y que n...