24

1.1K 166 14
                                    

Quiero decir, que cada vez va quedando menos y, que cada vez voy pensando seriamente en que yo tendré que hacerle el fin a la historia. Porque, el final en el libro esta inconcluso. además que no quiero tanto drama y cosas que puedan opacar esta bonita adaptación

Se giró y contempló en silencio a Tao, la rabia asesina que sentía todavía permanecía ahí hormigueándole el cuerpo, instándole a acabar con ese hombre que se atrevió a golpear a su precioso y rebelde omega. Pero, no podía olvidar que lo necesitaba. Que su guardaespaldas tenía una deuda de vida con él, y no le traicionaría si no quería perder su honor y su vida por atreverse a alzar la mano contra él. Tao, era una pieza del puzzle importante y un peón al que enviaría a la muerte de ser necesario, aunque perdiera a un valioso aliado a manos de sus enemigos. Observó con atención sus ojos. Desde pequeño perfeccionó el arte de leer los gestos involuntarios que se hacen al intentar ocultar las emociones, al intentar mentir o acallar la verdad. Buscaba el conocido deseo de venganza en el brillo de sus ojos, en los pequeños músculos de su rostro, en la rigidez de sus labios, en la postura tensa de su cuerpo.

No encontró nada.

Tao mostraba sorpresa, incredulidad, disconformidad, desconfianza, pero no mostraba deseos de vengarse, rabia o ira. Tras unos tensos segundos en los que los tres no rompieron el silencio que los envolvió, JongIn dijo finalmente:

—Hoy destrozaremos al rey y a sus peones.

Tao asintió con la cabeza permaneciendo en silencio, aceptando la orden. No podían alargar por más tiempo el ataque a YiFan, pues se arriesgarían a que este tomara ventaja y los sorprendiera de algún modo. Lo mejor que podían hacer era, averiguar quiénes eran los aliados del magnate y destruirles a todos, rápidamente, derrumbando tanto sus poderes dentro de la matriz del legado de su padre como sus empresas económicas, y por último su reputación, antes de acabar con sus vidas. Así nadie echaría en falta a esos despojos de la sociedad que se habían convertido en una carga para los que gobernaban con mano dura el mundo.

—¿Qué rey? —preguntó SeHun sin entender nada. ¿A qué rey se referían si en su mundo no existía la realeza? El poder lo poseía JongIn y nadie más, y dudaba mucho que esto cambiara.

—Quien mató a tu familia y, a parte de tu sociedad. —

Ante esta respuesta de JongIn, SeHun apretó los dientes y los puños con fuerza de pura rabia y odio. Ese hombre tenía que ser suyo, le quería romper el cuello con sus propias manos. Lo necesitaba para poder dormir tranquilo el resto de su vida, para sentir que había hecho justicia con sus amigos, con su familia.

—¡Ese hijo de puta es mío! —gritó levantándose de golpe del sofá, acallando el mareo que le invadió aferrándose con desesperación a la fuerza que le confería el odio —. Le voy a matar yo.

JongIn, no iba a discutir con él. No cuando el tiempo era valioso para sus planes. Le dejaría pensar que iba a ser él quien lo matara, cuando lo único claro que tenía era que no iba a permitirle estar en primera línea del combate. No iba a dejar que se expusiera en lo que estaba por llegar.

—¡Dime su nombre, ahora! No puedes negármelo. ¡Mató a mi familia! Ninguno de ellos conocía para quien trabajaban. Mi jefe de sociedad sólo me dijo una palabra antes de morir: Kris. — Se acercó hasta quedar frente a JongIn y le agarró los brazos con las manos, apretándoselos. Estaba a un paso de suplicar por el nombre, lo necesitaba, debía vengarse y lo haría, aunque le costara la vida—. Dime quien es, dímelo...

«Por favor».

Pensó sin decirlo en alto, pero no hizo falta pues su postura, el dolor que se leía en sus ojos, la fuerza de sus dedos que se clavaban en los brazos del alfa, el temblor que se percibió en su voz, todo clamaba una súplica. Una muestra de sumisión, de debilidad que solo JongIn era capaz de entender y presenciar.

JongIn alzó una mano rompiendo el agarre de SeHun, quien dejó caer los brazos con cansancio. En silencio le acarició el rostro provocando que temblara con su toque, que buscara más contacto entrecerrando los ojos y echando hacia delante la cara, aceptando esa muestra inusual de cariño. La necesitaba. Aunque sólo fuera una mentira o un juego mental del alfa al que tanto odiaba y amaba a la vez.

Necesitaba sentir calor, que todavía estaba vivo, cuando por dentro se sentía vacío. Un traidor a sus compañeros por seguir con vida, por ser capaz de volver a reír, de llorar o de disfrutar del cuerpo de su amante, cuando los demás se convirtieron en cenizas y recuerdos en el recinto en el que fueron masacrados.

 —Te entregaré a YiFan. —

SeHun se sobresaltó al reconocer el nombre del magnate. Lo había visto varias veces, pero nunca imaginó que su familia trabajaba para él, pues la cara que mostraba ante la Sociedad era la del pacificador de JongIn, el que buscaba la igualdad entre los omegas y los alfas. Una fachada que claramente era falsa. Una máscara con la que se aseguró que no sospechara de él.

—. Será tuyo para vengarte de tu familia.

Tao permaneció en silencio incapaz de creer lo que estaba presenciando. Aquello que sentía JongIn por ese jodido omega era más que una atracción sexual. No lo trataba como un juguete al que follar cuando quisiera, como hacía con las mujeres que mantenía en diferentes casas a lo largo de la ciudad. Ese hombre poseía algo que atraía al empresario, que conseguía que el temido JongIn mostrara una cara que nadie más veía, que sus ojos brillaran con algo más que no fuera ambición y frialdad. Era peor de lo que temía, pues ahora estaba seguro que si YiFan o los suyos golpearan a JongIn atacando a ese omega el mundo temblaría ante la furia de su jefe, y correrían ríos de sangre.

Ese omega iba a ser la perdición del Empresario. De JongIn. Del mundo entero, si este lo perdía en esta guerra.

MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora