Capítulo 9: Una triste confesión.

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Una vez llegado a las ruinas de la antigua mansión de la familia, Remilia sube las escaleras que dan al balcón, cuya habitación es muy pequeña y tiene dentro un telescopio, libros de astronomía y libretas. La chica observa toda la estancia y se sienta para observar las estrellas. Y con melancolía suspira.
-¿Qué ocurre?- pregunta Remilia.
-Sé que no soy buena con esto, pero...¿Acaso...soy una buena persona para ti?
-Estoy completamente segura de que sí lo eres. Porque debemos hablar.
-¿Acerca de cómo es sentirse...aprisionada en un dolor que no parece tener cura?
-Sí. Pero...¿Por qué te pones triste al decir eso? Hay personas que pueden comprenderse entre sí y quiero ayudarte. Es decir, de lo que me diga mi corazón, con mucha humildad te puedo comprender.
Una sensación de tristeza y deja vu abruma a la chica y le dijo con un suspiro:
-Tengo que decirte que antes de mencionar del porqué me siento triste o con miedo de decir la verdad no es como un cuento de hadas. Es de lo que pasé en mi vida.
Remilia recoge de su escritorio una vela, saca de su suéter una caja de fósforos y prendió uno de los fósforos a la vela. Se sienta para escuchar la historia de la chica.
-Desde que era niña, no nací como una cualquiera- inició la chica-. Lo único que no pude soportar en las noches de mi infancia fue cuando me hacían muchas pruebas, ya que la doctora me disecaba con anestesia, pero aún así estaba consciente de lo que me hicieron sólo para saber si podía ser como una marioneta hecha por las manos de una mujer que ha pecado por robarse a su madre sus dos hijos en una noche de luna llena. A la edad de los siete años, escapé de mi hogar a causa de que lastimé a una persona con un bisturí y lo peor es que me estarían buscando como una fugitiva. Jamás pude perdonarme por aquel error que cometí. Cuando tenía once años, perdí a mis padres y mi hermana adoptivos por una inundación del barco de que iban, y me sentía mal- y sus ojos se llenan de lágrimas al sentir dolor en su alma-; sé que no debí reaccionar así, pero...pensé: "este es mi primer castigo por haber matado a una persona y escapar de mi casa". Incluso yo...-se arrodilla aún con los ojos húmedos-...yo me odiaba a mí misma al principio, pero al menos tú no me comprendías... Yo....no sé qué hacer.
La chica empieza a gemir de tristeza, pero Remilia la abraza diciendo:
-Yo sí te comprendo- la mirada de la chica se alza hacia los ojos rojos de la peliazulada-. No estarás sola, igual no pude perdonar la muerte de Aliza. No eres la única.
Las dos se abrazan, y la joven aún lloraba con lágrimas en los ojos. Ella ha sufrido de un dolor que no parecía tener cura que, al mismo tiempo, tiene una. De pronto, un viento helado penetra por el lugar y ambas lo saben. Remilia abriga a la chica con una manta, y ésta le presta su abrigo. Pronto se dan cuenta de que invierno está por comenzar. Se bajan con mucho cuidado de las escaleras, pero justo en un instante, Remilia resbala y se sujeta de la barra de una escalera. Presa del miedo, empieza a gritar.
-¡No puedo subir!
La chica, al ver a Remilia, alza su brazo y le dice:
-¡Toma mi mano!
Pero sin darse cuenta, la piedra se rompe hasta rasparle la mano y Remilia se cae. Sin embargo, la chica la atrapa suavemente y la carga como una princesa.
-¿Estás bien?-pregunta la chica preocupada.
-S...sí-le contesta Remilia un poco sonrojada pero a la vez salvada por la joven. Al ver la mano raspada de la chica, se quita el suéter, y saca su brazo de la manga de su blusa para arrancar una tira y saca del agua del fuente, le limpia el raspón y la venda.
-Ah. Gracias por curarme la mano.
-De nada. Al menos debemos tener cuidado- responde Remilia-. Bueno, y además debo hablar acerca de cómo voy con familia última...
-¿¡Hermana!?-grita una voz femenina de una niña, y Remilia supo que aquella voz es de su hermana Flandre-. ¿¡Dónde estás!? ¡¡Mamá dijo que tenemos visitas!! ¿¡Hermanita!? ¡¡No es gracioso jugar a las escondidas solitarias!!
"Y hablando de la Reina de Roma" pensó Remilia con disgusto y apenada al mismo tiempo.
-¿Qué sucede?
-Mi hermana me está buscando. Y lo más curioso es que ella literalmente piensa que estamos jugando a las escondidas, pero en realidad sabe que estamos aquí.

Pero la charla es interrumpida cuando llega Flandre abrazando a su hermana. Empieza a lanzar un gemido de preocupación y miedo. Miedo a perder a su querida hermana mayor.
-F...Flan...-tartamudea Remilia aún sonrojada-. Sa...sabes muy bien que está ella.
-Me...me...
-¿Qué pasa?
La mirada de Flandre alza hacia los ojos rojos de Remilia y los ojos azules de la chica.
-¡Me quitó a mi conejo de peluche!
-¿Y quién te lo quitó?-pregunta la muchacha. La pelirrubia señala con su mano derecha y responde:
-¡Fue Rutt!

Touhou Biological Clock. (TouhouMaria#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora