Chocolate amargo

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Kcalb es como un gatito, un gatito gruñón. 

¿Alguien dijo fluff? 

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Fumus quería reír, carcajearse ahí, frente a todos. Se mordía la lengua para evitarlo y se llevaba la mano izquierda y se cubría la boca para ocultar su sonrisa, pero sus hombros temblaban de la risa contenida. Desvió la mirada con discreción y observó al otro lado de la sala.

El intimidatorio Diablo tenía sus ojos fijos en la mesa del Dios. Sus ojos blancos y penetrantes no perdían de vista el tazón de cristal que estaba en el centro de la mesa que, contrario al suyo propio, estaba lleno de pequeños cubos de chocolate.

El Dios giró la cabeza, ocultando la sonrisa que comenzaba a ser imposible de esconder. Tomó uno de los trozos y lo llevó a la boca, lo saboreó exageradamente antes de masticarlo. Cada acción siendo vigilada por el Diablo con aire de envidia.

Fumus no era fan de los dulces, pero el chocolate amargo era una pequeña excepción. No era algo que gustase de comer todo el tiempo, pero era aceptable y hasta agradable de vez en cuando. Pero al parecer para el Diablo era el manjar mismo.

Desde el primer bocado al chocolate Fumus sintió una persistente mirada que lo llevó al Diablo de cabellos blancos. Al principio pensó que tenía algún problema, que quería empezar una pelea, pero después de unos momentos se dio cuenta que lo único que quería era el dulce oscuro. Y Fumus lo encontraba hilarante.

Reía para sus adentros, tomó un cubo más y los ojos blancos le siguieron. Pero esta vez se giró, encarando al Diablo, quien no se sobresaltó ni nada al verse descubierto. El Dios sonrió con burla y superioridad, antes de meter el pequeño cubo a la boca. Arqueó las cejas con superioridad y el Diablo estrechó los ojos.

Ahora se rio, se carcajeó frente al otro. Demasiado divertido como para no reírse. Se levantó y caminó hasta el Diablo, su recorrido siendo vigilado por los implacables ojos blancos. Cuando estuvo frente a frente, Fumus llevó la mano a los labios ajenos.

Kcalb se sorprendió al tacto, pero no se movió. Fumus corrió el pulgar por el labio inferior y dejó una franja de chocolate derretido, pintando los labios. Sonrió retador, a lo que Kcalb le respondió con una mirada desafiante.

Cuando el Diablo saboreó el chocolate sobre sus labios, no evitó hacer una mueca ante el amargo sabor y Fumus se carcajeó frente a él. 

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora