Poder

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Fumus la conocía, era amiga de Satanick, o lo más cercano a un amigo que podía tener el Diablo purpura. La había visto y escuchado de ella. Las historias absurdas de Satanick, entre tanto balbuceo innecesario y fastidioso del Diablo de flamas, escuchaba sobre ella.

Sabía poco de ella, casi nada. Prácticamente solo de su nombre tenía conocimiento. Y aun con eso, sabía que ella era fuerte, que ella no era mente débil como Satanick, no era una escoria como Ivlis. No. Ella se erguía, su espalda recta y su mentón en alto.

Ella era poder. Cada paso, cada movimiento estaba lleno de poder y comprensión. Reficul hacía que su sangre hirviese, que sus entrañas se retorcieran, que sus pensamientos se alterasen de solo pensar en ella. La odiaba.

El atardecer iluminaba a la Diablo, sus largos cabellos plateados se mecían con la brisa. Sus ropajes negros resaltaban su pálida piel. Y sus pestañas enmarcando los calmados ojos que ocultaban ferocidad.

—Te odio—. Dijo.

La Diablo le miró, atentamente y sin bajar la mirada. Fumus apretó los dientes; odiaba su fuerza, su fiereza, su tenacidad, su terquedad. Odiaba su poder. Quería romperla, partirla, odiarla. Deseaba tanto destruirla.

Reficul asintió con la cabeza. —Es mutuo—.  

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora