Por él

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Advertencias: Manipulación, abuso de poder, mención de relaciones no consensuales. No pongo que Fumus, porque este fic es de Fumus, así que es una advertencia implícita en todos los escritos.

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Olive amaba a Taffy, nadie podía poner en duda eso, ni el mismo serafín era capaz de dudar del amor honesto y puro que le daba la querubín. Todos sabían sobre su relación, no era ningún secreto, si bien la mayoría de las citas eran lejos de ojos curiosos, no eran tímidos a la hora de demostrar su cariño.

Abrazos, tomarse de la mano, salir a comer, pequeños regalos, besos tímidos. Aun cuando Taffy prefería no ser siempre visto, el serafín no le importaba mostrar cuanto amaba a su pareja. Olive siempre alegre de demostrar su amor al otro ángel. Su amor siempre incondicional la llevaba a la preocupación cuando Taffy debía irse por órdenes de Dios; dejándola sin dormir ni comer hasta verlo regresar.

Todos sabían del fuerte vínculo que los unía, todos eran conscientes de los fuertes sentimientos mutuos. Todos podían ver el amor que se tenían, como se preocupaban el uno por el otro, como estaban dispuestos a dar todo con tal de protegerse mutuamente. Todos podían verlo, todos lo sabían. Y aunque la mayoría estaban felices por ellos, no eran todos.

El ser llamada a la oficina de Dios no era nuevo, pero siempre tenía ese sentimiento de miedo y preocupación. Podía ser desde algo tan común como el trabajo, como cosas peores. Nadie esperaba con ansias ser llamado por la deidad, no todos salían destrozados a niveles inimaginables, pero tampoco era divertido recibir reprimendas normales del hombre.

Fumus sabía imponer, fuese usando esa fachada de jefe tranquilo y estricto o mostrando sus verdaderos colores. Ninguna imagen era propiamente agradable de recibir, no importaba si era su falsa personalidad o real, el Dios no se mordía la lengua a la hora de decir verdades que llegaban a ser tan hirientes como heridas reales.

Llamó a la puerta y pasó después de recibir la aprobación. Ingresó y cerró la puerta detrás de ella, sintiendo como le costaba respirar al instante. Observó que el Dios estaba recargado en el escritorio, lejos de la silla donde era costumbre verlo. Sus miradas se unieron unos segundos y Olive realizó una corta reverencia, dejando sus manos a sus costados y apretando los puños para no mostrar sus nervios.

Olive sabía que los serafines habían llegado de sus expediciones, aun no era capaz de ver a Taffy cuando fue llamada por el Dios. Tragó el nudo de la garganta, sentía que se quedaba sin aire, su corazón latiendo demasiado rápido y escuchaba el bombeo de su propia sangre.

Fumus exhaló, el humo esparciéndose a su alrededor, y dejó el cigarro en el cenicero que tenía a un lado; el pequeño cigarrillo balanceándose en la hendidura. El Dios entonces tamborileó los dedos sobre la mesa, el sonido rítmico poniéndole la piel de gallina a Olive, quien se mantenía firme y en silencio, esperando las palabras de su jefe.

Después de unos largos segundos en silencio, Fumus habló. —¿Sabes que Taffy es un inútil? —. Preguntó, mirando alrededor para después ver a Olive. —No sabe hacer nada, una completa y total perdida—.

Olive apretó los labios, sus ojos ardiendo ante las lágrimas que se juntaron de golpe. Las palabras tan despectivas de Fumus hacia el serafín herían a Olive tanto como si le estuviera dedicando a ella. Daba largas caladas de aire, intentando calmarse, manteniendo la compostura lo mejor que podía. Fumus continuó.

—No sabe hacer una mierda—. Chasqueó la lengua. —Una maldita puta que no sabe seguir ordenes básicas y que termina siendo herido en el proceso—. Desvió la mirada y estrechó los ojos. —Debería arrancarle las alas y dejarlo a su suerte, que lo usen los demonios, seguro sería más útil así, ¿no crees, Olive? —.

Cada palabra sentía que la rompía más y más, los puños de la querubín temblando a sus costados; Taffy había fallado y estaba herido, pero aun así le esperaba un castigo brutal. Las palabras de Fumus no eran mentiras para asustarla, sabía que el Dios estaba haciendo amenazas reales que podía cumplir en cualquier momento; que cuando menos se la esperara, Taffy terminaría sufriendo consecuencias irreparables

Fumus bufó. —Me tiene harto su maldita inutilidad, su carencia de destreza. Me desharé de él, no necesito de una mascota mal entrenada—. Regresó la vista a la querubín. —¿Debería hacerlo? —.

Olive abrió la boca, pero nada salió. Se lamió los labios secos y tragó el nudo de la garganta. La mirada pesada del Dios en ella la tenía aterrada, las amenazas a Taffy, las intenciones claras de deshacerse del serafín por haber fallado una vez más. Dio un paso al frente, tembloroso, el siguiente fue más firme, el tercero ya no dudo.

Siempre, siempre, que algo salía mal, que el serafín no cumplía su deber de la manera esperada o si no satisfacía las expectativas de Fumus, el Dios llamaba a Olive; contándole de manera detallada cual sería el castigo que enfrentaría Taffy ante su error. Las palabras siempre llevando a la querubín al llanto, porque no había nada que ella pudiera hacer por salvarlo.

Ella no podía pelear contra Dios, no podía ayudar a Taffy en su labor, no podía levantar la voz y quejarse hasta quedar afónica; Olive no tenía voz, sus palabras serían ignoradas y deshechas porque a Fumus no le importaba lo que ella podría decir. Pero le importaba lo que le podía dar.

Olive no tenía mucho que entregar; su morada era humilde, su profesión lo era todo en su vida, su amor y alma habían sido entregados a Taffy y por siempre le pertenecerían al serafín. Pero tenía algo, una cosa más, algo que Fumus quería y que Olive le daría si eso significaba que Taffy se encontrase a salvo.

Cortó la distancia entre ambos, pasó los brazos por los hombros del Dios y lo abrazó con fuerza; pegando su pecho al de él. Estaba temblando, sentía el calor ajeno y eso la ponía enferma. Sin pensarlo mucho, sin pensarlo en realidad, besó al Dios. Cerró los ojos, las lágrimas saliendo y rodando por sus mejillas.

El sabor a tabaco era nauseabundo, pero se forzó a ignorarlo. Tragó sus náuseas y se forzó a continuar, los labios finos contra los de ella no cedían y eso la preocupaba; Fumus debía estar furioso con Taffy si no aceptaba lo que Olive le estaba dando. La querubín lo sostuvo con fuerza de los hombros, sentía sus propias manos temblar y continuó.

Fueron unos largos segundos hasta que el Dios decidió darle paso, abrió los labios y dejó que Olive profundizara el beso; dejándola tomar control de la acción. La querubín aprovechando y esforzándose más, no importándole que se quedara sin aire, sentía sus pulmones arder ante la carencia de oxígeno.

Olive sólo podía entregarle una cosa a Fumus y esa era su cuerpo. No tenía nada más que ofrecerle al Dios; su lealtad la tenía y el alma y amor de Olive le pertenecían a otro hombre, pero si su cuerpo era suficiente para Fumus, no le importaba dárselo con tal de que Taffy estuviera bien. Por Taffy estaba dispuesta a todo, incluso aceptar las retorcidas condiciones que Fumus le ponía.

Le enfermaba, la primera vez Olive lloró por días; se sentía tan rota. Su cuerpo con marcas purpuras y rojizas. No durmió por noches, siempre que cerraba los ojos recordaba el encuentro con el Dios, recordaba que, aunque se negó a la penetración, Fumus se forzó en ella. Recordaba las risas y los besos, recordaba las caricias. Recordaba cómo se arañó la piel hasta sangrar.

Se sentía sucia, asquerosa, cada que el Dios la tocaba; no importaba cuantos días pasaran, Olive continuaba sintiendo sus manos en ella. Se tensó cuando sintió una mano apretar uno de sus senos, la otra mano levantando su vestido y posicionándose entre sus piernas. Sintió más lágrimas salir de sus ojos y su quejido de dolor fue tragado por los labios hambrientos del Dios. Se alejó de Fumus, sus labios rozándose.

—Por favor... no lo lastime...—. Rogó.

El Dios sonrió con cinismo. —De acuerdo—.

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Funa: A Fumus no le interesa Olive

Ruko: NO ME IMPORTA NADA VIEJAAA

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora