Reina blanca

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Golpes suaves contra el tablero de mármol. Las piezas se levantaban y se movían de sus lugares a nuevas posiciones, piezas ajenas eran retiradas en cada jugada. El aroma a café recién hecho era agradable y creaba un ambiente amigable en el kiosco.

Wodash a la derecha, su mirada fija en las piezas blancas. Taffy a la izquierda, observando las piezas negras. Ambos ángeles en silencio y rectos en sus puestos. Sus manos detrás de la espalda, sus alas grandes en relajación. Los dos pendientes de su respectivo Dios.

—Es aburrido—.

Etihw levantó el rostro del tablero, su pieza aun flotando y sin saber dónde colocarla. Sonrió y ladeó la cabeza. Frente suyo Fumus miraba el enorme patio lleno de vida del castillo BlancBlack, ángeles y demonios por todos lados, todos conviviendo en paz y alegría. Una osaripam llegó hasta ellos y se posó en la pieza blanca flotante.

—¿Qué dices? Fuiste tú quien quería jugar al ajedrez, yo prefiero el othello—. Dijo Etihw, haciendo su jugada y tomando un peón negro.

Fumus suspiró exageradamente, su barbilla recargada en su mano derecha y mirando el lugar. Hizo su jugada como Etihw misma; sin tocar la pieza y dejando que esta flotara en su lugar. Tomó la pieza blanca correspondiente y la dejó con el pequeño monto que tenía desde el principio del juego.

—Esto—. Dijo y balanceó la mano izquierda con desinterés. —Es aburrido. Tú te has vuelto aburrida—.

—Que yo sepa de los dos el aburrido eres tú—. Contraatacó Etihw, arqueando una ceja y sonriendo con burla.

Fumus se quejó y dejó caer la cabeza hacia atrás, Etihw volvió a reír y volvió a mover sus piezas. —No sé de qué te quejas, esto es muy parecido a tu cielo—.

—Me quejo de ti, de la nueva —. Se irguió y la miró a los ojos. —Esta máscara de buena persona, de amabilidad personificada; esta no eres tú, Etihw—.

—Esta soy yo, Fumus—. La sonrisa se borró de sus finos labios. —Te guste o no, esta soy yo ahora—.

El Dios le miró con desinterés y se dejó caer contra el respaldo de la silla de madera. Las piezas moviéndose de un lado a otro, aunque ninguno de los dos las veía. Fumus estrechó los ojos al ver la mirada serena y pasiva de la Diosa, tan diferente a aquella mirada de soberbia y encolerizada que portó siglos atrás. Casqueó la lengua con molestia.

El rey negro se movió con velocidad y se plantó frente a la reina blanca, destrozando la torre de mismo color. Las piezas de mármol volaron y cayeron alrededor de la pieza negra. Fumus se levantó, tirando la silla al suelo y camino hasta Etihw, que miraba las piezas. El Dios se inclinó al lado de la Diosa, y le siseó al oído.

—No lo eres—.

Fumus se levantó y dio media vuelta, abrió un portal y Taffy le siguió por detrás. Ambos dejando el Jardín Gris. Wodahs desvió la mirada a donde había estado el portal, observando como el césped se teñía de negro y comenzaba a morir.

Etihw observó su reina, como el blanco mármol comenzaba a teñirse del mismo negro que el rey frente a ella; el color reptando y desvaneciendo el blanco inmaculado. Suspiró cansada y relajó los hombros. 

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Yo de ajedrez se nada, LOL

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora