Diversión

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Advertencia: Incesto.

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Sintió el par de brazos firmes sujetarlo por la cintura, envolviéndolo en un abrazo, las manos enlazándose frente suyo. Se recargó en el pecho ajeno y escuchó la respiración del otro engancharse. Acarició las manos que estaban en su cintura con la mano izquierda y levantó la izquierda hasta tocar la mejilla de su acompañante.

Seguían el compás de la música con lentitud, pasos suaves debido a la posición, pero negándose a parar el baile. Suspiró cuando sintió como escondían el rostro en su cuello, el cabello negro mezclándose con sus propias hebras grisáceas. Fumus cerró los ojos, pasando los dedos por los cabellos largos del demonio.

Sintió cosquillas al sentir el suave beso que le dieron en su cuello y como respuesta acarició las manos de su compañero. Sentía el latir acelerado del corazón del demonio en su espalda, pero no decía nada. Sentía los besos inocentes y a la vez atrevidos, sentía como el abrazo a veces se volvía tenso y a veces demasiado débil.

La inocencia ajena era tierna, ver como titubeaba en gestos íntimos o iniciar el contacto físico. Como rehuía de la mirada ajena y se refugiaba en la oscuridad para obtener valentía. Era como jugar a pretender; jugar a que sabía que comprendía el peligroso juego de la seducción o el juego de ser adulto.

Fumus lo dejaba, era divertido, era nuevo. No pretendía enseñarle algo al demonio, no, sólo iba a darle el gusto y divertirse un rato; si Licorice quería aprender podía ir con sus padres. Si quería aprender sobre el amor que fuera con Satanick, si quería aprender a no jugar con fuego que fuera con Ivlis. Pero si quería aprender a jugar con peligro, entonces Fumus le podía enseñar.

Giró el rostro, sosteniendo a Licorice de la mejilla; los ojos dorados llenos de inocencia no correspondían a su figura adulta. El Dios le miró unos segundos para después darle un beso en la comisura de los labios. El demonio se tensó y un rubor se extendió por sus mejillas, Fumus sintiendo el calor.

Se libró del abrazo de Licorice y se alejó, dejando al joven demonio atrás. Cuando salió del salón y giró por el pasillo para llegar a su habitación escuchó los pasos apresurados del demonio y sonrió divertido, se detuvo y esperó.

Licorice le dio alcance y Fumus permitió que el demonio lo arrinconara contra la pared, dejó que pegara sus cuerpos y dejó que los labios inexpertos y desesperados del menor le robaran beso. Dejó que Licorice experimentara, que sintiera, que aprendiera. Abrazó al demonio por los hombros, pegando sus cuerpos hasta que no hubiera distancia entre ellos y acarició los labios de Licorice con la lengua, haciendo al demonio gemir. Era divertido.  

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Ruko: Fumus es el padre real de Licorice. 

Also Ruko: Shipeare a Fumus con Licorice.

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora