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La tela contra su piel era suave y fresca, eran finas capas que se juntaban para crear los ropajes a los que no estaba acostumbrado. Se sentía incómodo sin sus pantalones y camisa, las mangas del ropaje demasiado anchas para su gusto y el poner dos capas le parecía demasiado. Gruñó cuando sintió un fuerte apretón, bajando la mirada y fulminando al sirviente que ajustaba un pedazo extraño de tela que hacía función de cinturón.
El oni se disculpó atropelladamente, nervioso y bajó la mirada, continuando su trabajo con mayor cuidado. Del otro lado de la habitación se escuchó una risa y Fumus miró el espejo que tenía frente suyo. Al fondo de la habitación, sentado en el suelo, Gokuen le miraba.
El hombre de largos cabellos blancos le sostuvo la mirada, antes de dejar que sus labios se curvaran en una sonrisa llena de cinismo, el Dios chasqueó la lengua y rodó los ojos. Arrepintiéndose de su decisión una vez más, perdiendo así la cuenta de cuantas veces lo había hecho ya.
Estaba ahí por invitación del Diablo, no era la primera vez que Gokuen le invitaba a una de sus extravagantes celebraciones, pero sí la primera a la que asistía; arto de la insistencia de Gokuen decidió darle lo que quería una vez y así librarse, lo que no esperó es que debía vestir las extrañas ropas tradicionales del pueblo.
Al Dios no le hacía gracia tener que cambiar sus pantalones y camisa por un par de telas las cuales tenían todo un ritual para ser colocadas, y ya ni que decir de retirarse los zapatos para ingresar a la residencia. Todo en ese lugar era extraño, y eso lo hastiaba por decir lo menos. El tener a Gokuen pavoneándose de su victoria y las extrañas ropas tampoco ayudaban a su humor.
Cuando el oni acabó, por fin, de acomodar el cinturón, Gokuen le despidió rápidamente. El oni de color verde se levantó y fue hasta la puerta, la abrió y al salir se sentó de rodillas del otro lado, inclinándose hasta que su frente tocó el suelo, se irguió de nuevo y cerró la puerta corrediza. La habitación quedando en silencio.
El Dios examinó cada parte de la vestimenta; desde las incómodamente holgadas mangas, hasta lo ajustado que se hacía la prenda en las piernas. Los dobles cuidadosamente hechos para que la ropa entera se mantuviera sujetada con un solo cinturón. Fumus habría admirado el trabajo, si no fuera él quien se veía obligado a vestirlo.
—Está por comenzar—. Dijo Gokuen, levantándose y moviéndose con una agilidad envidiable.
Salió de la habitación, seguido de Fumus. Caminaron por los largos y vacíos pasillos; contrario al castillo del Dios que estaba cuidadosamente adornado con cuadros, jarrones e incluso papel tapiz, los pasillos de ese lugar estaban vacíos y en su lugar las habitaciones estaban cuidadas a tal punto de parecer haber sido sacada de pinturas.
Contrario al paso elegante y ágil de Gokuen, Fumus sentía que caería de bruces; la ropa le impedía dar pasos largos y le hacía tropezarse, la fría madera barnizada contra la planta de sus pies pareció ser un consuelo al principio, hasta que se volvió un suplició más a su andar.
—Qué se supone que comenzará—. Demandó desde atrás.
—El festival, el Hanami—.
Fumus chasqueó la lengua frustrado al no obtener más información. El Diablo sonrió divertido y continuó su andar hasta llegar a la habitación deseada. Abrió y con un gesto le indicó al Dios ingresar antes.
Igual que la anterior, carecía de muebles, en las paredes habían repisas con adornos que Fumus podía o no nombrar, en algunas esquinas había jarrones adornados con motivos que jamás había visto. Pero contrario a la otra, tenía una enorme ventana; era hexagonal, tenía un alféizar interno bastante grande donde seguramente podría sentarse. Parecía más un balcón extraño que una ventana.
Se acercó. La vista que le otorgaba era a un parque, un enorme parque lleno de árboles en flor. Escuchaba voces y veía onis de toda clase moverse a través de las copas de los árboles. Todos alegres y usando ropas más extravagantes que las que él usaba. La supuesta celebración tomaría lugar ahí.
—¿Y luego? —. Preguntó, mirando aún por la ventana.
Gokuen se acercó y tomó al Dios de los hombros, empujándolo ligeramente para incitarlo a tomar asiento. Cuando lo consiguió, el mismo tomó asiento frente a Fumus. Gokuen miró por la ventana y se retiró el kiseru de los labios, exhalando el humo.
—Observamos—.
Fumus giró a verlo, frunció el ceño, dispuesto a exigir respuestas. Pero el semblante serio y sereno de Gokuen le indicó que el Diablo hablaba muy seriamente. El Dios rodó los ojos, se cruzó de brazos y se recargó en la pared; miró por la ventana y se preguntó que había de interesante en ver los cerezos en flor.
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Pues resulta que olvide que Gokuen, Heller y GriRea son Diablos ahora.
(Fumus en yukata o kimono es un 10/10 para mí)
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One shot, One kill
Fiksi PenggemarFumus es alguien ocupado; tiene un cielo que mandar y un mundo que cuidar. Pero entre tarea y tarea pasan algunos "imprevistos". Advertencias que se irán sumando conforme los one-shot's: *Incesto. *Sadomasoquismo. *Sexo implícito/explícito. *Insin...