Enfermedad

334 20 10
                                    

Después de meses sin publicar acá, lol, he vuelto.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

No era normal recibir visitas, en realidad no recibían visitas que no fueran Justim o Vicers, quienes iban sólo a supervisar lo nuevo que aprendieron. Sus visitas siendo muy pocas y tardaban mucho en regresar.

Así que no estaban acostumbrado a ver mucha gente; conocían muy pocas personas en realidad, hablando con todos ellos y al ser todos adultos, los hermanos terminaban mayor parte del tiempo juntos, fuese jugando o fuese Fumus aterrorizando a su hermano menor hasta hacerlo llorar.

Cuando sus cuidadores les avisaron y prepararon para recibir a alguien ese día, Fumus supuso que se trataba de Justim o Vicers, aunque la mayoría de las veces era Justim y Fumus estaba cansado de escuchar sus lecciones una y otra vez, no entendía porque era el único que debía soportar eso, Vicers jamás se quedaba con Satanick para hablarle de lo mismo por horas sin fin.

Pero en lugar de ver el abrigo café y la larga bufanda blanca, por la puerta entró una mujer vestida de negro y largo cabello color blanco. Ojos dorados viendo toda la habitación hasta llegar con ellos, mirando por unos segundos a los menores y después fijándose en sus cuidadores. Fumus y Satanick permaneciendo inmóviles, lejos de los mayores.

—Es bonita—. Susurró Satanick, su voz apenas siendo escuchada por Fumus.

El mayor de los dos observó a la recién llegada. El cabello blanco parecía brillar, como cuando el sol reflejaba el lago y se creaban tantos colores interesantes. Su ropa negra haciendo resaltar el cabello y, aquello que era lo más raro, era que tenía un cuerno; largo y de color plateado. Los zapatos de tacón y ese cuerno la hacían ver más alta de lo que ya era.

—Supongo—. Respondió sin dejar de verla.

Su nombre era Elektron, tenía otro nombre, pero Satanick fue incapaz de pronunciarlo y Fumus se negó a intentarlo; odiaba admitirlo, pero tampoco podía decirlo y prefería callarse a hacer el ridículo frente a ella, frente a todos. Era amiga o algo así de Justim y Vicers, y había ido sólo a ver.

Por una parte, estaba agradecido de que no le sentaran en el aula para hablarle de lo mismo una y otra y otra vez hasta cansarlo. Por otra parte, estaba... nervioso. Elektron les dijo que podían seguir su rutina diaria sin preocuparse de ella, que ella sólo estaría viendo a la distancia. Su voz había sido suave, como la de sus cuidadores, pero con un timbre más alegre, más animado.

La mujer acarició la cabeza de Satanick, el menor regocijándose en el tacto, pero cuando intentó tocar a Fumus, el mayor retrocedió un paso. Notó como los ojos de Elektron, de un brillante dorado, se abrieron de más ante su acción. Había sido grosero, lo sabía, también sabía que era extraño. Porque Fumus, siempre, siempre, buscaba dejar la mejor impresión en los adultos, así estos le creerían siempre y harían lo que él quisiera.

¿Por qué se alejó de ella? Ni él lo sabía, simplemente sintió el estómago mal y se alejó. Desvió la mirada, no porque estaba avergonzado, pero porque estaba confundido consigo mismo. Sus cuidadores pidieron una disculpa en su nombre y Elektron la aceptó; "Es normal que no quiera que una desconocida lo toque" dijo.

No era normal que el mayor rehuyera de tacto, aun con desconocidos especialmente que le eran presentados. Los cuidadores decidieron darle la razón, Fumus simplemente se quedó callado. Sin más que agregar, siguieron con su rutina diaria, Elektron siguiéndoles desde detrás y quedándose en silencio.

Fumus estaba bien con sus clases, aunque la mayoría le eran bastante indiferentes, su curiosidad despertando sólo en química, anatomía y biología. En días normales deseaba no tener clases para poder jugar todo el día o molestar a Satanick, pero ese día deseaba poder tener cualquier clase con tal de poder hacer algo.

One shot, One killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora