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Black Hat estaba seguro de que NO comería lo que sea que le dieran. Y que tampoco estaría allí para cuando el de cabello azul volviera.

Con la rapidez propia que le podía permitir su vientre abultado, pudo sentarse y después pararse. Fue una horrible travesía de dos minutos para él.

Observó detenidamente los objetos dentro del cubículo de cortinas donde estaba.

Era una camilla mullida, no tenía dolor de espalda con suerte, era algo que lo afectaba últimamente gracias al peso de su bebé y su piel estirada.

Al lado de la camilla había una estantería desplazable de metal brillante, con un estetoscopio, unas cuantas botellitas entre las que reconoció cloroformo, acetaminofén y formol, las otras tenían las etiquetas arrancadas. También vió cerillos y una vasija para vomitar (o esperaba que se empleara para eso).

A paso suave, apenas audible gracias a que andaba descalzo, abrió las cortinas con cuidado y observó el gran laboratorio. Más imponente que el de su pareja; jadeó suavemente, sorprendido cuando notó frascos con fetos humanoides, animales y mutados dentro, algunos petrificados y otros aún flotando.

Un horrible escalofrío lo hizo rodear instintivamente su vientre en manos, recordando que ninguno era su amado parásito, él seguía dentro. Y él como buen padre (madre) debía asegurar la supervivencia y seguridad de su cría.

Y ese lugar NO era seguro tampoco.

Decidió dejar de divagar. Y buscó cosas de valor que le sirvieran para escapar, estaba demasiado limitado de poderes y habilidades por su cría y la energía que tomaba de él.

"¿Por qué será que esto me pasa a mi? No sé, pueden intentar secuestrar a alguien más como Demencia, o 505, a él no lo extrañaría para nada (en realidad lloraría si el cariñoso animal desaparecía)." Se quejó mentalmente tomando en sus manos la botella de cloroformo de antes, los cerillos y unos alambres que encontró colgados.

Se asomó al cubículo del tal Raptor. El androide estaba en modo reposo, sobre su placa, con los cables y circuitos conectados a él para evaluarlo.

Caminó hacia la puerta y con cuidado la abrió, su seguro ni sonó al quitarse, y tampoco sonó la puerta al abrirse.

"Muy bien... Ángelo tiene fama porque de que su modesta casa es un laberinto... La última vez que vine, con la asociación. Él nos enseñó todo el lugar y nunca se perdió" Recordó. Mirando a ambos lados del pasillo, de los dos lados divisaba un cruce en paralelo, para ir a lugares diferentes de la mansión, y una puerta frente a él. Todo el lugar era incoloro.

Su gran mente no le fallaba nunca. Por lo que cerró la puerta del laboratorio sin emitir ruido. Y caminó a la derecha, observando con cuidado lo que la pequeña ventana de la puerta frente a él le permitía.

Posiblemente era una farmacia o algo similar.

Ignoró la ventana entonces y caminó por el nuevo pasillo que daba origen a más puertas, más pasillos y más pasadizos.

Se detuvo, observó, giró a la izquierda, luego hizo lo mismo y fue a la derecha. Encontró el final del pasillo con una puerta que decía "lavandería de empleados" encima, posiblemente para los doctores cuando sus ropas se destruyeran por los experimentos.

Suspiró y volvió en sus pasos por el mismo pasillo. Repitió lo anterior y asomó la cabeza al pasillo nuevo que exploraba, encontrando el vertedero para químicos. Tapó su nariz, sabiendo que estar expuesto a esa zona lo haría mutar y hacerse daño. Volvió en sus pasos rápido.

Repitió las acciones unas tres veces más. Encontró puertas, un reloj, un pasillo sin salida vacío. Y siguió de largo por el principal cuando se había frustrado.

▶Consecuencias◀ [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora