• SEGUNDOS EXTRAS •

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[Pequeño desastroso]

Black Hat se dió cuenta con tardanza lo revoltosos que eran los niños. Roxy, su ayudante, siempre soltaba la misma sabia oración cuando Adam hacía alguna travesura:

“Los niños pequeños son tan escandalosos.”

—Corrección, mi hijo es tan desastroso.

Oh, y cuánta razón tenían.

Es que, en serio. Si un niño humano de dos-tres años ya significa desastre (razón por la que a muchas personas les desagrada los mocosos), entonces imaginen a un niño de esa edad, con sangre demoniaca corriendo por sus venas como agua en rápidos.

Adam, con sus mediados tres añitos, ya aparentaba ser un infante de cinco; corretea por toda la casa con una energía interminable. Es muy ingenioso, pues sus oscuras manitas pigmentadas tienen pequeñas y finas garritas, y él se las apaña para que no dejen marca cuando hace alguna payasada.

Controla bien sus poderes: Se transforma en una masita oscura-blancusca que se traslada rápido por la casa. Puede mutar a cosas lindas como peluchitos o cuadros y luego cambiar a cosas horrorosas.

No parece tener la habilidad de los tentáculos como su madre, ni poder dar vida a objetos inanimados como lo hacía él. Pero eso no evitaba que sus travesuras fueran menos desastrosas.

Taita... ¿Qué pasaría si, hipotéticamente, destruyo a CamBot? —preguntó Adam con ese nombramiento para llamar a su madre (que se negaba a que le dijese "mamá").

—Te castigaríamos. Menos mal que es hipotético ¿No? —respondió el de sombrero que revisaba carpetas, mirando de soslayo al niño mestizo estremecerse.

—S-sí... Menos mal... Bueno, voy a mí cuarto. Nos vemos, te quiero mucho... —soltó, alargando las últimas palabras para intentar apelar al lado amable de su progenitor. Dió pasos rápidos para salir, pero la mano filosa del mayor lo detuvo, sosteniendo su hombro.

—Espera, hijo. Necesitamos hablar contigo de algo. —comentó—Siéntate ahí y no toques nada. —advirtió, viendo a su retoño cohibido ahora en el sillón mientras salía a buscar a su pareja.

Adam se mantuvo gacho por un rato, y cuando se aseguró de que no volverían a la oficina aun, rápidamente se deslizó como masita hasta el escritorio café para curiosear. Vió unos contratos, cuentas, prototipos y, aquello que le heló la sangre por completo:

Un folleto. Y no era uno de cualquier centro turístico que se pudiese desechar.

Me lleva la... —maldijo justo cuando la puerta se abrió.

-o-O-o-

[Villanos]

—¡¿Un campamento? ¿Es en serio?! —exclamó el infante, mirando a la ventana de la limusina donde iba.

—Adam, entiende a tus padres. Ellos decidieron esto porque tienes que desarrollarte en todas tus índoles si vas a ser el dueño futuro de Black Hat Organizations. —apaciguó el abuelo Ethan mientras dejaba palmadas suaves en la cabeza del infante de tres años.

—Tal vez yo no quiera ser un villano... —refunfuñó, con los brazos cruzados, su abuelo le miró confuso y él se contrario—O sea, si quiero serlo pero ¿No se supone que un villano siempre hace trastadas? ¿Por qué ellos me castigan con ir a su campamento por hacer algunas?

—Eso no es todo lo que se hace, peque. Por eso debes ir al campamento. —informó el peliazul—Allí podrás formarte en todas las ramas malvadas porque, algo que todos hemos aprendido con los vídeos de análisis de tus padres es que los villanos mediocres hacen trastadas torrenciales, no maldades perjudiciales.

▶Consecuencias◀ [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora