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—Parece que pensamos en venir a un mismo lugar ¿No creen? —sonrió con burla, para después aclararse un poco la garganta—En fin~ quiero presentarles a Alice, mi queridísima hermana~. —terminó, haciéndose a un lado, dejando ver a una joven con un vestido largo color rosa con algunos toques de negro.

La joven solo sonrió, saludando con la mano, para después ir a sentarse a la mesa de lado.

—Espero no les moleste nuestra compañía durante toda la velada~ ¡Oh! Y tranquilos no notaran que estamos aquí. —terminó con un toque de cinismo. Para así ir a sentarse a su mesa, y claramente su silla, se encontraba detrás de la del demonio preñado.

Black Hat, por primera vez rezaba para que su noche con Flug no fuese arruinada.

El tiempo pasó, y ya se habían servido los platos de ambas mesas. Mientras ambas parejas comía, Ángelo aprovechó aquella oportunidad.

—Oh, Alice ¿No crees que esto está algo insípido? —preguntó, haciéndose el desentendido.

—Sí, claro... Nuestros sirvientes le ponen más sazón... —comentó en respuesta algo mecánica. Le seguía el juego al de cabellos negros.

—¿Tú qué opinas Blacky~? —preguntó girando levemente la cabeza hacia el nombrado.

El demonio, sin embargo, no le dió el mínimo de atención.

Estaba inmutable, solo prestándole atención al espagueti con camarones que degustaba y a su teléfono, porque Flug, para hablar de forma privada, le enviaba mensajes contándole anécdotas y él respondía de la misma forma. A veces se le escapaba una risita tras leer.

El de ojos rubíes entrecerró la mirada, suspicaz. Miró de vuelta a la joven que seguía comiendo como si nada.

Ángelo se echó hacia atrás, inclinando la silla y chocando con la del de negro, que dió un respingo.

—Oye, es de mala educación usar el teléfono al comer~ —advirtió, cerca de su oreja—Oh ¿Te asusté? ¿Tan ensímismado estás qué haz bajado la guardia? Muy mal de tu parte, Black.

El embarazado giró levemente su rostro para encararlo, enojado por su insistencia en molestarle. El científico se dió cuenta y le dió la mano a su pareja para que se relajara de nuevo.

Éste lo miró apenas sintió la cálida mano envolverle. Los ojos profundos del doctor lo miraban con un brillo de cariño, explicándole de forma muda que solo debía ignorarlo.

—Deberías tener cuidado, señor Hat. Tú situación es muy delicada por esa criatura que llevas en tí. —se acomodó en su asiento, escuchando perfectamente el segundo en que él se estremeció por lo dicho—¿Creías que no me daría cuenta~? Tal vez engañaste a los otros villanos, pero a mí no lo harás. Ya decía yo que estabas muy gordo esa vez en la reunión...

Black Hat presionó la mano de su amante, tenso. Flug lo miró asustado, con su pulgar acarició el dorso del contrario. Y escribió algo rápido en el teléfono para responder.

"¿Quieres que nos retiremos?" Leía en el mensaje. Cuando estaba por responder, el de piel pálida volvió a hablar.

—Por cierto~ no haz respondido el mensaje que te dejé hace un tiempo... —recordó, observando a su hermana terminar su plato—Imagina cómo se pondrá la asociación más peligrosa y malvada de este continente al enterarse que uno de sus líderes en artillería e infantería, el frívolo y endemoniado Black Hat, no sólo tendrá un hijo con su subordinado, si no que es él el que espera al niño... Tú reputación y posición peligra, pueden sacarte de la asociación y posteriormente asesinarte junto a tu crío y su padre...

De fondo solo se escuchaban el sonido de los cubiertos en sus platos y las conversaciones. Nadie le daba atención a ellos, su charla se mantenía en bajo perfil. Como si estuvieran en una burbuja.

Los ojos del demonio brillaban en desconcierto. Él ya había tomado la decisión de decirle al congreso la espera de su bebé, tenía razón en que sacarlo del negocio sería una gran baja para ellos; pero... Él no era el único que se encargaba de las armas, habían muchos villanos tras él que darían lo que sea por verlo caer y estrellarse como el avión de Flug la primera vez que se encontraron.

—A ti no te dejarían tranquilo... Se llevarían tus experimentos, o ¿Quién sabe si hacen al niño nacer y lo transforman en una super arma? ¿De verdad quieres correr ese riesgo por una simple e insignificante vida más que te absorbe como si fuera un parásito? Te haz ablandado, Blacky.

El de negro miró su cena, el apetito se le había ido de la nada. Miró a su amante que estaba en casi las mismas condiciones y esperaba paciente a su señal de retirada, queriendo evitar lo máximo posible una disputa a mayores.

En ningún momento soltó su mano.

La chica pidió otra bebida, mientras comía un poco de la porción de su hermano, sabía que él no la probaría siquiera.

Black Hat suspiró pesadamente y se mantuvo firme, empujando su plato hacia el frente para indicar que pronto se levantaría.

—No deberías meterte donde no te llaman, señor Kirkland. —comenzó, con una actitud fría—Recuerda que la asociación puede ocasionarte bajas por infringir la regla de privacidad e integridad villana. —logró sacarle un quejido frustrado al de ojos rojos—Lo que yo haga con mi vida, mis subordinados y mi cuerpo, solo recae en mí como individuo, no como trabajador. Te agradecería que dejarás todo tu numerito en este momento.

—Vaya... Me decepciona ver que un engendro te está cambiando tanto. Antes eras de admirar, Black Hat. —giró a ver hacia el mesero que traía la bebida para la chica.

—Eso no te afecta en nada, Kirkland. Sí es por simple saña tuya, recuerda que tengo suficiente armamento, y justificaciones para atacarte. Vámonos Flug, no tengo apetito.

Ambos hombres se levantaron, justo en el momento en el que traían el té helado. Ángelo atravesó el pie disimuladamente.

El mesero tropezó y el vaso chocó contra el científico, manchándolo de té y quebrándose luego contra el piso.

Todo el bullicio paró y se centraron en la pareja.

El demonio acarició su abultado vientre, dándose cuenta de que muchos clientes ya caían en qué tipo de sobrepeso cargaba con él.

Realmente, hace mucho perdió el interés en que alguien notara a su bebé, solo le importaba su seguridad y la de su padre.

El mesero se disculpó algo nervioso con el científico, ofreciéndole una camisa de repuesto por el incidente. El de cabellos claros aclaraba que no era necesario por no ser su culpa.

Black Hat giró a ver a su pálido socio.

—¿En serio? Estás actuando como un niño.

—Los clásicos son los mejores, querido compañero.

Black Hat lo escrutó un poco y sonrió cínicamente, mostrando su tenebrosa dentadura.

—Por actitudes como esa es que no eres el número uno en tu campo, señorito Kirkland. —la sonrisa que pintaba la cara del mencionado desapareció de repente. El demonio se regocijó por dentro—Andando, Flug.

El científico avanzó hasta estar al ras de su superior, mirándose decaído. Más no intercambiaron palabra en su trayecto.

—Tsk, ese malnacido... Ya vámonos Alice, de nada sirve estar en esta jodida ciudad por ahora.

La joven lo miró sin inmutarse.

—Pruebo una porción de sarchetorte y nos retiramos. —sentenció. El otro gruñó en respuesta.

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▶Consecuencias◀ [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora