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La linda habitación de la cúpula, con su color azul-lila tan suave y los vectores negros que tanto carácter le daban, se iluminaba tenuemente gracias al nublado día.

Ethan observaba en la cuna de roble a un pequeño ser que dormitaba, abriendo los ojos con lentitud para observar su alrededor.

Sonrió enternecido, tomándolo en brazos cuando sollozó suavemente y le meció.

—Ya, ya... Aquí está el abuelo para ti... —calmó, él no tenía casi experiencia con los bebés, este era tan pequeño y frágil que temía llegar a lastimarlo con algún mal movimiento—Tal vez tenga hambre...

—O tal vez haya sentido la presencia saludable de su madre... —Roxy se asomó con cuidado mirando feliz a su pariente—Black Hat demanda verlo y aunque despertó feliz no parece tener mucha paciencia hoy.

El demonio azul sonrió en respuesta, colocándole rápido un gorrito de ranita que le combinaba al bebé y siguiendo a la mujer hasta la habitación de la pareja.

Al llegar, ella tocó suavemente la puerta, escuchando un pequeño traqueteo al otro lado y riendo.

—Vaya que no pierden el tiempo. —murmuró Ethan, entrando ahora a la habitación.

Primero observó al humano, que estaba sentado en la cama con una calma aparente, aunque él podía notar perfectamente su respiración acelerada por ser casi atrapado en infraganti. Luego observó al demonio morocho, que estaba muy atento a sus movimientos, en especial al pequeño morrito de tela blanca y puntitos verdes que sostenía. Caminó hacia Black Hat y cuidadosamente puso al bebé en sus brazos.

Su cara se iluminó mientras observaba a la criatura. Black Hat lentamente movió la tela para descubrir la piel negra que tenía, como a la suya, con la rareza de que sus manitas y pies estaban manchados en blanco, igualmente tenía pecas de ese color recorriendo sus gorditas mejillas.

—¿Qué tal...? —dubitó su pareja, acurrucándose con él para observar a su hijo también, y deleitarse con los brillantes ojos violetas que el bebé se cargaba. Rió suavemente por el tierno conjunto de rana que su pequeño tenía.

—Es... Él, eh... —ni siquiera sabía cómo expresarse con lo extrañamente maravillado que se sentía en ese momento, mientras movía el gorro verde para descubrir una pelusa de pelo un poco más oscura que su piel bajo este.

—Es muy lindo ¿Verdad que sí? —Flug tocó la pequeña nariz del bebé y luego miró de soslayo a la cara de su amado—Quería ponerle un nombre significativo, originalmente planeaba el de algún asesino famoso pero... Pensé de momentos en tu padre y, bueno... —Black Hat lo miró anonadado por unos segundos y Flug sonrió con más ternura—Él se llama Adam.

Volvió a mirar a su hijo, aquella pequeña y molesta criatura que tuvo de parásito por casi nueve meses, que le causó debilidad, sensibilidad y náuseas.

Ahora esa criatura le observaba atento y él no pudo evitar sonreír por tenerlo finalmente en sus brazos, pensando que todo lo que le había pasado había valido la pena con tal de tener a Adam acurrucándose en él.

—Es horripilante... Me encanta. —sinceró y los tres en la sala rieron suavemente. Flug se acercó a besar su mejilla con amor y él giró a verle—Gracias, doctor Flug...

—No, gracias a usted, mi señor. —contrarió con la misma pizca de cariño del mayor, besándolo en los labios en un toque puro y sincero.

El demonio científico y la sirvienta se sonrieron en silencio, sabiendo que ya no eran necesarios en la escena, dieron la vuelta para irse de la habitación con una amena charla.

▶Consecuencias◀ [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora