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Los días pasaron y tú no volviste, al principio pensé que habías enfermado ya que lo comentaron tus amigas pero después de una semana y media, realmente me preocupe, ya estabas haciendo rumores acerca de ti, desde los mas inofensivos como que habías tomado vacaciones hasta los mas grotescos como que habías ido a abortar o que te fuiste del país con un narcotraficante que te esta prostituyendo.

Obviamente no creí ningun rumor, quise ir a tu casa pero nadie sabia donde vivías, ni siquiera tus amigos mas cercanos, incluso volví a la oficina de documentos buscando tu dirección pero no se hallaba, cosa rara ya que es un dato fundamental.

Hable con los maestros por si tenían alguna información pero no sabían nada de ti, estaba como un lunático, me enoje con la cocinera de la cafetería porque no había pastelillos, me enoje con los profesores por no haber escrito la fecha en la pizarra, me enoje conmigo mismo por usar ropa normal en día de exposición, me enoje con el sol por ser tan brillante, nada tenía sentido para mí estaba mas irritado de lo normal.

Todo cambio cuando abrí mi casillero y encontré la muñeca de porcelana bien acomodada entre mis libros, la tome en mis manos extrañado por tenerla, preguntándome quien la pudo haber metido cuando nadie excepto yo tenía la llave des candado.

La pequeña muñeca estaba diseñada como un ovalo donde la cara y cuerpo estaban pintados a mano, cada detalle tan perfecto, sus labios hecho con delicadeza, rojos y sus mejilla coloridas con ojos grises, que me hicieron recordar a ti, un par de perlas bien delineadas, una nota pegada en la base, la despegue y ni siquiera yo me esperaba algo así...

PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora