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Muñeca de porcelana.

Parte |||

La adolescente de mata negra y ojos hierro besaba ferozmente al pelirrojo que la sostenía de la sostenía de la cintura, sus lenguas jugaban, siempre se encontraban detrás de aquel basurero a manosearse, ambos teniendo 15 años, era la primera vez que se sentía querida o al menos eso pensaba ella, se podría decir que se sentía feliz, a pesar de las discusiones que todas las noches tenia que escuchar, las malditas pesadillas que la atormentaban y por supuesto extrañando a su única compañía, a su hermoso perro chocolate.

Había comenzado una especie de noviazgo con aquel chico pelirrojo, un día de la nada él la invito a salir y su hermosa sonrisa la convenció aunque también hay que agregar que la presión de sus supuestas amigas también influyo.

Llevaban un mes, un mes en el cual ella sintió flotar sobre algodón, el pelirrojo la trataba muy bien, era atento sin embargo algo pasaba cuando se encontraban en aquel sucio basurero, él perdía toda la caballerosidad, besándola con furia, tomándola con demasiada fuerza hasta marcar sus dedos en su preciosa piel, como si quisiera ahogarse en ella, tocando todo lo que fuera posible, ella apenas y soportaba el ritmo, en ocasiones le a resultar doloroso, ella pensaba si que ese era el precio de ser querida, lo aceptaría.
Si tan solo la hermosa chica se hubiera dado cuenta, si tan solo se hubiera querido más que el simple hecho de sentirse querida, no hubiera terminado derramando lágrimas de dolor en aquel solitario armario de limpieza.

***

Un día caluroso, un chica de falda blanca y un pelirrojo tomándola mas a la fuerza que con amor, ¿Es qué nadie le había enseñado a aquel muchacho como tratar a una mujer, a una mujer que estaba perdidamente enamorada de él?, tanto que ni siquiera se quejaba si le dolía su tacto.

A lo lejos una cámara grababa lo que sucedía, una mano morena, ¿La dueña?, nada mas y nada menos que una de las tantas amigas que tenia la chica ahora siendo grabada sin percatarse, una sonrisa lobuna se había plasmado en el pelirrojo mirando a la dirección de la persona que grababa la erótica y dolorosa escena.

***

Al día siguiente, al llegar a la escuela, la chica de piel color papel no daba crédito a lo que veía.

Fotos, fotos de ella pegadas por todos lugares, no le hubiera molestado si hubieran sido fotos de ella siendo formal o incluso distraída, pero lo que veía ahí, era lo más atroz que le pudo haber pasado, ella montada en un chico que no podías distinguirle la cara solo la mata rojiza, incluso si no hubiera notado sabría que era él, ella no había estado con nadie más.

Su corazón estaba roto, sus lágrimas descendían ferozmente, como cuando llueve inesperadamente, así como cuando ves un día soleado y de la nada se nubla y empiezan a caer las gotas, así se sentía ella, cayendo a una realidad incierta, una desconocida, donde ahora no sabía en qué confiar, en que creer, ahora se sentía como la escoria mas grande del mundo, cuando pensó que tenía amigas y un novio maravilloso la vida se empeño en mostrarle que solo había sido una cruel ilusión.

Se preguntaba en dónde estaban sus amigas, pensó que tal vez le pusieron avisar pero no lo hicieron, dónde se hallaba el pelirrojo para protegerla, temerosa de la miradas de los demás pregunto por él y le dijeron que aún no llegaba y probablemente nunca mas lo hiciera.

Resulta ser que el muchacho aquel día se mudaba a la cuidad, y solo quiso jugar antes de irse, jugó con una chica la cual ya tenía roto hasta el alma y al parecer el logro romper hasta lo último que ella sentía.

Con lágrimas en los ojos se dirigió a su salón, debía ser fuerte y demostrar que era valiente o que al menos lo intentaba, al llegar, sus amigas en vez de apoyarla, murmuraron y se alejaron, le dolía, le dolía tanto.

<<¿Qué no se supone que las amigas están en las buenas y en las malas?>> Pensó.

Recorrio el salón con la mirada de todos y se sentó, en vez de llorar halzo la cabeza, no porque se sintiera a gusto con las fotografías por todos lados, mas bien porqué a pesar de tener el corazón roto aún tenía dignidad y sabía que ella no había hecho nada malo, que los malos fueron los que se empeñaban a destruirla.

El receso fue un martirio, cada chico lanzándole indirectas, mostrándole señas obscenas con los dedos, no quiso comer nada, en vez de eso fue y se encerró en un pequeño cuarto de limpieza y lloró, lloró hasta que sintió que ya no había vida para ella.

Paso el resto del día ahí, encerrada, pensando en cada una de sus frustraciones y preguntándose qué había hecho mal.

***

Al llegar a casa subió a su cuarto y de encerró, sabia que nadie iría a preguntar qué le pasaba, nadie lo había hecho antes y ahora menos, saco un cuaderno y lápiz, empezó a rayar, a escribir lo que le dolía, lo qué aprendió. Repaso sus antiguas páginas y las releyó para saber cuales eras sus motivos para seguir viviendo, lamentablemente sus motivos se iban extinguiendo uno por uno.

La pequeña de porcelana, tan frágil, resistiendo las altas y las bajas, aún quería vivir porque aún tenía esperanza, aún sentía que la felicidad la esperaba mas adelante, cuando ella solo había vivido en la decepción, en la tristeza, en la crudeza de la muerte.

Q-Q

PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora