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Duele, duele tanto que es imposible seguir respirando, ella lo supo, había calculado cada uno de sus movimientos y ahora nos quedábamos aquí, destrozados por el recuerdo de lo que un día fue.

-¿Y que decía tu carta?.-Preguntó Camil a Danell.

-Yo... No pude leerla, exactamente cuando la rompí, me llamaron por teléfono y me informaron que estaba muerta.-Sus ojos se empañaron.-No se como lo hizo, si yo la mantenía vigilada, no se donde esta su cuerpo, jamas lo encontraron.-Musitó con su voz hecha un hilo.

-La vi...-Dije sin darme cuenta, ambos me miraron con curiosidad.- La busque y la encontré muerta.-Mi voz sonó tan normal que hasta a mi me sorprendió.

-¿Co...Cómo?.-Danell tenia los ojos abiertos como platos.

-No lo sé, tal vez fue casualidad, tal vez me tocaba a mí verla en el estado mas vulnerable de una persona, probablemente el puto destino quiso destruirme al hacer quien yo fuera quien la encontrara.-Mis puños tan apretados que la mano con la que golpee la pared volvió a sangrar.

-¿Dónde la enterraste?.-Camil parecía en estado de shok tanto que sus palabras sonaban extrañas, hasta para ella ya que hizo una mueca.

-Ella era especial para estar rodeada de los demás, ahora lo que queda de ella son las cenizas esparcidas por el espacio, navegando a donde pocos llegas, siempre viendo hacia lo invisible, ella es polvo, polvo que vuela y roza tu piel sin que lo notes.

Mi respuesta los dejo sin palabras, ¿Acaso exagere?, no lo creo, solo exprese mi sentir y eso jamas sera exagerar.

-¿Quieres leer la carta ahora?.-Camil se dirigió a Danell que sostenía un par de hojas en las manos dobladas perfectamente en cuatro.

-Si.

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PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora