Era Domingo y como siempre me encontraba en una sala rodeado de libros y textos, había guardado aquella hoja tuya en un libro infantil, el primero que leí, "El principio." qué porqué, no lo sé, me pareció el lugar indicado.
Aquella noche quede con unos amigos para ir a un bar conocido como "Lesmot". Ya casi era hora de irme, pronto pasarían por mí.
Sin embargo a entrar me lleve una grata sorpresa, tú estabas ahí, pero no sola, estabas con un par de amigas.
Quise hablarte en varias ocasiones pero no tuve el valor suficiente, he de confesar que te observe bailar, movías tus caderas de un extremo a otro, como si el aire te acompañara en cada movimiento, lento y sencillo, tus brazos como olas coordinadas, no bailabas con nadie en específico, solo te movías a tu propio ritmo, en un mundo que nadie mas parecía percibir.
Me estaba aproximando a ti, cuando nuestras miradas se cruzaron y en ese mismo instante te paralizaste, tus ojos delataban miedo, inquietud con una pizca de fascinación, apartaste la mirada negando con la cabeza y te marchaste, disculpándote con tus amigas hasta que desapareciste de mi vista sin mirar atrás.
Como si estuvieras huyendo de algo que no querías comprender.