Capítulo 5

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Flashback

La luz de sol encandilando mis ojos, el típico sonido de las cortinas correrse con brusquedad; era mi madre dentro de mi habitación buscando despertarme.

-¡No puedo creer que aún sigas durmiendo Carolina!- exclamaba en voz alta. -Seguro te dormiste tarde otra vez.

Abrí mis ojos lentamente, estaba desorbitada. No entendía porque mi mamá estaba tan alterada.

-Son las 7:30 Carolina, tu padre está por irse a trabajar y tú sigues en esa cama- se quejaba con sus manos en las caderas.

No podía creer lo tarde que era, había pasado demasiado tiempo fantaseando sobre la fiesta que no escuché el despertador.
Me levanté velozmente para ducharme y desayunar lo que pudiese. Me vestí en tiempo record y tomé mi mochila para alcanzar a papá, necesitaba que me llevara a la escuela.

Al llegar, corrí a la velocidad de la luz hasta mi salón esperando no encontrar la puerta cerrada. Nos tocaba matemáticas como primera clase y debía presentar los ejercicios con los que tanto luché ayer por la noche.
Abro mi mochila para buscar la libreta en donde los resolví pero no estaba, no lo podía creer; la había olvidado en casa.

-No no no- me repetía tomando mi cabeza con ambas manos.
-¿Qué pasa Caro, estás bien? -preguntaba Lourdes, mi mejor amiga.
-Olvidé mi libreta en casa Lour- respondí buscando aún con esperanza dentro de mi mochila-. ¿Ahora qué voy a hacer?

Segundo punto fallido: responsabilidad.

Lourdes me miraba con su rostro afligido, me conocía perfectamente y sabía que no solía fallar académicamente. Me sentía horrible.

-Deberías decirle a la maestra, seguro te entiende- decía mi amiga, intentando ayudarme.
-No sé Lour, ya sabes como es- respondí con tristeza.

Me rendí, había sido una torpe en olvidar la tarea que tanto me había torturado. Estaba por echarme a llorar encima del banco cuando mi castaña amiga me toma del brazo y me arrastra hacia la mesa del profesor. Allí le explica con total amabilidad como es que olvidé la libreta con la tarea, intentando convencerla con el hecho de que era primera vez que fallaba.
La maestra lo pensó por unos segundos y luego asintió comprensiva, dándome la oportunidad de traerla al día siguiente pero con menos calificación. Sonreí agradecida.

Lourdes era una amiga increíble, siempre amable y dispuesta a ayudarme desde el primer día que la conocí. Es de las típicas personas que no necesitan hacer mucho para que todo el mundo las adore.

Ana era una de los tantos que la amaban. Recuerdo el día en que llevé a mi amiga a casa para que conociera a mamá, luego conoció a mi prima y fue como si ambas llevaran años siendo amigas. Le contaba con tanto entusiasmo como es que el baile había sido su pasión desde los 5 años, que Ana sintió el impulso de acompañarla y asistir a la misma escuela a la que asistía Lour después de clases. Desde ese día se hicieron inseparables.

-Te debo una- solté regresando a nuestros lugares.
-Uff, has dicho eso tantas veces- rio-. Pero ¿cómo es que te olvidaste? Tú nunca olvidas nada.
-Lo sé es que.. anoche me dormí tarde y en la mañana salí muy rápido de casa- respondí.

Lourdes me miró entrecerrando sus ojos, algo no le calzaba.
-¿Carolina Kopelioff durmiendo tarde?- preguntaba con exageración-. ¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga?- bromeó.
-Shh.. -poniendo mi índice entre mis labios-. Pasó algo pero te cuento después de clases.

Frunció sus labios frustrada, mi amiga era demasiado impaciente.
-No puedo contarte nada acá, sabes que todos aquí son unos chismosos- dije mientras la castaña tironeaba mi ropa insistente.

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