-Supongo que ahora van a volver -comenté con una monótona voz, mientras arrancaba ansiosamente el cesped.
El regreso de Agustín había traído lamentablemente, una explosión de sentimientos que repercutian en miles de placenteros calambres en la panza cada vez que me ponía un ojo encima. Y digo lamentablemente, porque cuando noté que era el quién abrazaba a Elena, mi indicador de "te gusta mucho" elevó la flecha tan alto que se llegó a quebrar. Más aún cuando me percaté de los sutiles cambios en su apariencia, que honestamente le hacían ver bastante atractivo.
Nuevamente nos encontrábamos en el patio trasero, lugar que me regaló unos cuantos momentos cursis con el despeinado músico parlanchín; mientras que sus padres charlaban seriamente sobre el tema que tenían pendiente. Los míos muy gentilmente, accedieron a visitarme más tarde para darles un espacio prudente para conversar, lo cual agradecí casi tanto como Elena.
Así que para avanzar rápidamente el tiempo, nos sentamos a platicar sobre su viaje y los pocos días que pudo descansar en Europa.
-Supones mal.
Parpadee rápidamente y respondí esperanzada.
-¿Ah, no? Creí que ahora que está todo bien, regresarían a España.
Agus, quien miraba con atención como el planeta rotaba y las nubes se deshacían poco a poco, puso sus brillantes ojos sobre los míos con cara de seriedad.
-Papá renunció.
-¿Renunció? -pregunté con sorpresa-, pero ¿por qué?
-¿Conoces a esas personas que harían o darían cualquier cosa por la persona que aman? Una de ellas es mi papá.
Tragué pesado y desvíe la mirada a unos árboles a lo lejos. Conocía a una loca con la misma actitud.
-Si bueno -carraspeé-, conozco algunas.
-Por eso -retomó su mirada a las esparcidas nubes-, aún asi se molestó un montón cuando nos vio llegar al aeropuerto sin mamá, pero ya se le va a pasar.
Sonreí en mi lugar. Al menos el chico me traía buenas noticias, ahora si podía soltar mis estresados hombros llenos de intriga.
Agustín se veía tan sereno reposando sobre el cesped, y yo no podría dejar de mirarlo. Cada vez que me tomaba unos cuantos segundos para contemplar los detalles de su rostro, encontraba otros que habían pasado desapercibidos la vez anterior. Como esos cuantos lunares en el cuello, o las
espesas y envidiables pestañas que no necesitaba.-¿Qué estas viendo? -preguntó con picardía.
-El cielo -escupí sin miedo.
-Pero el cielo está allá arriba.
-No el mío.
Sentí unos cuantos chasquidos de dedos en el rostro y desperté de ese bonito trance. Balbucee unas cuantas sílabas y parpadee rápidamente distrayendome de lo que sea que había dicho.
-Te preguntaba qué que estabas viendo -se echó a reír, dibujando esos adorable hoyuelos junto a la comisura.
-Ah sí, si. Veía ese arito que te hiciste -respondí apresurada, tropezando en cada palabra mientras tocaba el lobulo de su oreja-, no sabía que te gustaban estas cosas.
-Sí, no lo sé. Aproveche que no estaba mi madre para regañarme y me convertí en chico malo.
-¿En serio?
-Claro que no -se echó a reir-. Sólo renové mi look, ¿te gusta?
Agité mi cabeza lentamente intentando no derretirme en el acto. ¿Acaso me gustaba? Oh, claro que me gustaba.
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Si tú quieres
Fanfiction*ESTA HISTORIA ES DE GÉNERO FANFIC, PERO PUEDE CLASIFICARSE COMO ROMANCE SIN PROBLEMAS, ¡ADELANTE!* ˗ˏˋ historia completa ˎˊ˗ El primer beso suele ser inolvidable y Carolina lo tenía más que claro. Tan perfecto como en sus más intimos sueños, o tan...