Capítulo Especial

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N/A: por si no leíste la nota del capítulo anterior, los capítulos especiales no influyen en la historia. Sólo es una añadidura para complementarla.

Agustín conoce el amor.

🍃

Querido diario, no sé ni por qué lo escribo asi.
Ya va una semana desde que Valentina me regaló esta pequeña libreta, (y digo libreta porque llamarle "diario" sonaría muy infantil) y debo admitir que ha sido bastante útil. Papá se le había enviado de regalo por sus 18 años, pero cuando abrió la envoltura y se la encontró de frente, arrugó la nariz con desagrado y me dijo:

«No soy de escribir, úsalo tu»

Yo alcé los hombros con indiferencia y la recibí en mi mano. La quedé viendo por unos cuantos segundos, no parecía ser cualquier libreta. Su cubierta era con una tela parecida al papel sumergido en café, con detalles en las esquinas con un color marron tipo cuero y al abrirlo, tenía un sutil aroma a guardado. Ahí llegué a la conclusión de que este no era un regalo que él había comprado, era algo suyo. Algo íntimo.

Lo atesoré como un regalo que había llegado a las manos equivocadas, pero que el universo había conspirado para de alguna manera hacerlo llegar a las mías. Es por eso que ahora ahogo mis penas a través de los escritos, si bien no soy un gran experto en la literatura, a mis 16 años sabía bien como expresar mis sentimientos utilizando el papel. Desde que me incurse en la música como algo serio en mi vida, comencé a escribir mis propias canciones, esperando que algún día no muy lejano pudiese escucharlas sonar en la radio.
Sin embargo, no es triste lo que quiero escribir hoy, sino más bien confuso.

Hoy me besó una chica.

Escribía un par de versos que rondaban en mi cabeza, justo en la última página de mi cuaderno de historia. El profesor indicaba unas cuantas cosas que por distraído no logré escuchar, cuando mi compañero de banco me lanza una pequeña bolita de papel. Lo miré con confusión y arrugué mi frente suponiendo que quería molestarme y así el profesor me mandara fuera del salón por revoltoso. Pero sus labios gesticulaban una palabra, a la vez que apuntaba la pequeña bolita.

«Ábrelo» -leí en sus labios.

Me volté hacia mi mesa y obedecí a su indicación. Un pequeño parrafo escrito con tinta rosa se dejaba ver entre los pliegues del papel, algo así como un mensaje admirador secreto. Deslicé mi mano sobre el, intentanto estirar un poco más el papel y allí todo tomó sentido.

«Ola Agus, perdón si no puedo desirte esto de una forma menos covarde, pero me gustas hace un montón y necesitaba desirtelo. Si te interesa saber quien soy, te espero al tocar el timbre en el patio, en los juegos de preescolar.
Se despide tu anonima, M.»

Fruncí las cejas al notar las faltas ortográficas y negué con la cabeza. Me giré hacia mi compañero nuevamente buscando respuesta de quién sería la susodicha, pero el castaño de anteojos negaba conmigo sin tener idea.
Me dejé caer sobre el respaldo de la silla y golpé mi frente con mi bolígrafo. ¿Quién podría ser? Habían demasiadas chicas cuyos hombres iniciaran con una M.

Inhalé profundo y solté el aire con exageración, no quedaba de otra. Iría a conocer a mi enamorada.

Tal como en su mensaje, les esperé junto a los juegos de preescolar apenas sonó el timbre. Me senté sobre el cesped en posición de indio y saqué mi pequeño ukelele de mi mochila para matar el tiempo.
Odiaba esperar, se me hacía lo más tedioso del mundo, y mucho más cuando no tenía ni idea de a quien carajo estaba esperando. De todas maneras, fuese quien fuese no estaría interesado, ya que no había nadie del salón que me llamase la atención. Mis demas compañeros estaban la mayoria de novios a esta edad, sea con personas de otro salón o con las mismas chicas de mi grado. Yo en cambio, vivía en un «meh» constante, cada vez que alguien mencionaba el amor.

De pronto, unas delicadas y suaves manos cubrieron mis ojos a mis espaldas.

Santa toronja, estoy frito.

Cerré mis ojos por inercia, y sentí su cuerpo cambiar de posición hasta quedarse frente a mi. No quería abrir mis ojos, no sabía quien estaría allí. Hasta que una tierna voz me obligó a soltarme.

-Y-ya puedes ver -emitió timidamente.

Abrí mis ojos lentamente, abriendo uno que el otro hasta encontrarme con la castaña de cabello corto del salón. Sentada en la misma posición, con sus manos cubriendo su regazo para aplastar su falda y cubrir sus bragas. Era Sophia, Sophia Moran.

-¿Mora? -pregunté con tono de confusión y sorpresa. Ahora entendía la M al final del mensaje, era el sobrenombre que habían puesto para la mas tímida del salón.

-Sí, soy yo -respondió en voz baja. Sus palidas mejillas se transformaron en unas coloridas manzanas llenas de vergüenza. Diablos, ahora partiría su corazón.

*Sophia Morán
*Baja estatura, para besarla tendría *que agacharme.
*Amante de los perros
*Se decía que cantaba como los ángeles y estaba dentro del coro de su iglesia.
*No hablaba con nadie.
*Su apariencia la hace ver como la mas aplicada, pero le va horrible en la mayoria de las materias.

Linda, pero no para mí.

-Uhm.. y bueno, ¿para qué me pediste que viniera? -pregunté al ver que la chica no decía ni pío.

-Ya sabes.. lo que escribí en el papel -respondió la muchacha, jugando con sus dedos. Se veía extremadamente nerviosa-, es que.. es que m-me gustas.

Tragué pesado y le regalé una forzada sonrisa.

-Bueno.. -rasqué mi nuca-, no estaba preparado para esto per-

No podía ser tan cruel y decir simplemente no me gustas loca, fuera de acá; sería demasiado seco y su dulce e inocente corazón no lo soportaría. Comenzaba a expresamente con sutileza cuando sus delgados y palidos labios ya estaban sobre los mios buscando que le correspondiera.

Abrí los ojos como plato y la tomé de los brazos para alejarla, la chica estaba desesperada.

-¡No no no Sophia, tienes que calmarte! -respiré agitado, parecía cierto lo de que las calladitas son las peores-, yo no.. yo no puedo verte más que una amiga.

Sus grises ojos comenzaron a cristalizarse, se soltó de mis brazos y salió corriendo hacia los baños sin decir palabra.
El daño estaba hecho, arrastré una de mis manos por mi rostro y me dejé caer de espalda al cesped. Miré el cielo por un momento y pase mis dedos por mis labios recien ultrajados.

¿Qué sería de ella?

Me preguntaba si aquella chica de ojos verdes, se sentiría como yo cada vez que besa a alguien. Vacio, seco y sin gracia.
Como si aquel beso entre sombreros y abrigos me había hecho instantáneamente dependiente de los suyos.
Tonto, lo sé. Pero lo de ella fue diferente, la atmósfera se transformó con sólo rozar su mejilla con mi mano. Podía asegurar que hasta despegué los pies del piso por un momento.

¿Sería posible que la volviese a ver?

Respóndeme algo diario, ¿dónde está la chica del armario?

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Creo que ya encontré el nombre para el perro jajs son unas locas. De todas maneras aún pueden enviar sus sugerencias.

¿Qué les parece esta modalidad? ¿lEs gustarían más capítulos especiales?

Cuéntenme 💘

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