Capítulo 14

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Observaba de lejos como Agustín se despedía de su hermana abrazándola con fuerza, mientras yo me apoyaba sobre el costado del auto de Jorge esperándolo pacientemente. Se veían tristes, melancólicos. La rubia limpiaba sus lagrimales en cada palabra que decía el castaño, evitando arruinar su perfecto maquillaje.
No entendía como una situación tan linda podía terminar en llanto. Había algo que no sabía.

Un último beso en la mejilla, y se retiró despidiéndose con su mano mientras se acercaba a nosotros. Ana y Jorge ya estaban dentro del auto en la parte superior, asi que subí nuevamente en la del copiloto y cerré la puerta.

-Ponte el cinturón- me dijo Agus secamente. Lo miré extrañada sin dejar de obedecer, no se veía alegre como hace un rato, y no habiamos comentado para nada lo que había pasado en el armario. Algo le pasaba.

El viaje continuó en silencio, miraba por la ventana haciéndome tantas preguntas que hasta ahora no me hacía. ¿Qué pasó en el armario? eso no fue un simple beso de amigos, y ¿será posible que Agustín haya sido el mismo de hace 6 años atrás? ¿Qué le pasaba? ¿Dónde había quedado su alegria? ¿Por qué no dejaba de pensar en él? Negué con la cabeza y sacudí esos pensamientos.

Llegamos a casa de los chicos, Agustín se bajó para ayudarle a Jorge a llegar hasta la puerta. Ana le agradeció con una sonrisa y le dijo que no se preocupara por el auto. Me despedí de ambos sacudiendo mi mano por la ventana, y nos fuimos nuevamente con destino a mi casa.

Quería romper el silencio y preguntarle todas mis dudas aprovechando que estábamos solos, pero pensé que sería muy impertinente. A ratos le miraba de reojo, mantenía la mirada fija en el frente con sus cejas fruncidas, parecía molesto. Sin pensarlo mucho, acaricié el dorso su mano sobre la palanca de cambios.

-Tienes que reírte más- sonreí levemente, recordándole una de sus frases cuando me lanzó harina. Me sonrió de vuelta, casi fingiendo.

Luego de unos minutos llegamos finalmente a mi casa, hogar dulce hogar. Apretaba el botón rojo para quitarme del cinturon, cuando se me ocurrió invitarlo a entrar. No quería verlo triste.

-¿Quieres pasar?- sugerí.

-No, tranquila. Estoy algo cansado.

-Dijiste que cometimos pastel- le recordé-, hazlo por los unicornios.

Agus soltó una pequeña risita.

-Está bien, vamos.

Entramos a la casa, soltando todo lo que traíamos en nuestras manos. Dejé las llaves sobre una mesita marrón junto a la puerta, y colgué mi bolso detrás de una silla en la sala. Caminé hasta la cocina para preparar un poco de té y acompañar el trozito de pastel.

Tomé un trozo para cada uno, y le entregué uno a Agus, que me esperaba en la sala sentado en el sofá como siempre. Se veía desanimado, no traía la misma sonrisa que tanto me gustaba.

-No quiero ser imprudente pero- solté dudosa mientras me sentaba a su lado, buscando encontrarme con sus ojos-, ¿estás bien?

-Sí obvio, ¿por qué preguntas?

-Es que.. es que te veo un poco así- frunciendo ambas comisuras hacia abajo con mis dedos, como un payaso triste. Agus soltó una pequeña risita.

-Estoy bien, tranquila- jugando un poco con el tenedor en el pastel.

-Bueno, pero de todas formas sabes que puedes confiar en mí, eh.

-Lo sé- dejando a un lado el plato-, y ya que eres la niñita más insistente que conozco, te voy a contar-. rió.

Se acomodó en su lugar y me comenzó a relatar parte de su infancia. Yo lo escuchaba atentamente esperando llegar a la parte donde se centraba todo el problema.

- [...] y por eso mi padre tuvo que irse a España a trabajar.

-Vaya, que triste. ¿Y a qué se dedica?

-Es chef, aficionado pero un muy buen chef. Nunca fue a la universidad ni nada por el estilo, pero comenzó trabajando en pequeños restaurantes hasta que se especializó y ganó su reputación como uno de los mejores en la ciudad. Por eso siempre me recordaba que los estudios eran importantes, que no debía dejarlos y que luchara por terminar mi carrera con honores. No quería que tuviesemos que esforzarnos tanto por un buen trabajo así como él tuvo que hacerlo.

-Entiendo, que inspirador de todas formas. Mi papá solía decírme cosas parecidas- comenté llevándome un trozo de pastel a la boca.

-Sí, pero fue triste también. Dejar de verlo fue una de las cosas mas duras que nos tocó vivir como familia. Lo extraño tanto- agregó con una triste voz.

-Yo también extraño mucho a mi familia- respondí melancolíca. Agus acarició mi antebrazo.

-Te entiendo- haciendo una mueca-. Luego nos enteramos de que mamá estaba enfermando, creíamos que sería algo pasajero pero- hizo una pausa para tomar un gran respiro, parecía costarle hablar ese tema-, pero sus riñones comenzaron a fallar, ahora tiene insuficiencia renal.

-Oh, como lo siento- acaricié una de sus manos. Entendía que era un tema difícil para él, y recordar una enfermedad así no era algo fácil de contar.

-La peor parte es que no podemos cuidar de ella, el tiempo no nos alcanzaba y tuvimos que ingresarla a una casa de reposo- comencé a notar como se le cristalizan sus pequeños ojos-, a pesar de que le dijimos mil veces que podíamos dejar la universidad para dedicarnos completamente a su tratamiento, ella insistió en que continuaramos. Por papá.

No sabía que decir, jamás había estado en esa situación que sentía su dolor. Alejarme de mi familia tampoco fue fácil, no imagino lo que sería estar separados teniendo a alguno de mis padres enfermos.

-¿Él lo sabe?- pregunté dudosa, no quería entrometerme o tocar un tema sensible.

Agus tomó un par de segundos en responder. Se veía realmente afectado.

-No, no lo sabe.

-¿Cómo que no lo sabe? ¿Por qué?- pregunté frunciendo mis cejas. Había sonado un poco imprudente.

Agus volteó su mirada hacia mí, encontrándome con sus ojos a punto de llorar. Quería abrazarlo con tantas fuerzas.

-Porque lo destruiría, está viviendo su sueño.

-Lo sé pero es tu padre Agus, y es su esposa. Creo que tiene derecho a saber de su enfermedad, en cualquier momento tu madre podría necesitar un transplante. Tu padre podría cuidar de ella.

-Suena tan fácil- barrió sus ojos dando un suspiro.

Tomé sus manos cubriéndolas con las mías y le miré a los ojos.

-Agus, él necesita saberlo- ablandando mi voz para sonar lo más cálida posible. Asintió levemente con su cabeza, y la escondió en el hueco de mi cuello. Me acerqué a él y le abracé con fuerzas, ese muchacho necesitaba consuelo.

Luego de unos segundos se desprendió de mis brazos, y eliminó todo rastro de lagrimas con el dorso de sus manos.

-Debo irme, es tarde.

-No dejaré que manejes así, no estás bien- respondí negando con mi cabeza-. Hay un cuarto extra en el segundo piso, por favor quédate.

Hizo una mueca con su boca, la misma que hacía cuando mamá me regañaba por andar descalza por la casa. Luego asintió abatido.

-¿Por qué eres así conmigo?- preguntó débilmente.

-Porque te quiero.

Sonrió levemente, asomándose un pequeño hoyuelo en su mejilla.

-Yo tambien te quiero.

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Sufrooo, *alerta de drama aproximándose* lloro chicxs, ésta novela comienza a afectar mis emociones

Cuéntenme que tal les pareció, sus teorías ahre que

¿Sabra Agus que Caro fue su primer beso? ¿o lo habra olvidado?
aHHHHHH

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