—Tienes una casa preciosa —soltó Elena, mirando fascinada cada rincón mientras caminaba por el pasillo.
—Muchas gracias —me ruboricé mordiendo mi labio inferior. Esos halagos le pertenecían mas a mi madre quien se encargó de decorarla apenas la compraron, pero los tomaba como si fuesen para ella. Humildemente, debía admitir que teníamos una casa hermosa, sencilla pero dulce tal y como mi mamá. Destacaban mucho los tonos suaves como el amarillo o el verde pistacho, y mucha pero mucha madera. Gracias a Dios no la decoró papá, porque sino todo sería color marrón y lleno de innecesarios adornos de porcelana comprados en una venta de garage.
—¿Esta eres tú? —preguntó deteniéndose en un marco de fotos sobre una mesita en el pasillo. Era una foto de mi familia en la playa cuando tenía apenas dos años. No recordaba nada de aquel viaje pero parecía haber sido lindo.
—Sí, sí. Y esos son mis padres —le señalé con amabilidad. Mamá aparecía en un bañador de una pieza color azul, y su cabello suelto que se elevaba al viento. Mientras mi padre a su lado, traía su bañador de color negro y le abrazaba la cintura sosteniéndome en su otro brazo. Yo traía dos coletas altas de color rosita, que combinaban con mi bañador lleno de pequeñas flores de colores. Siempre fui un tanto tímida ante las fotos, asi que aparecía abrazandome a su cara intentando esconderme.
—Te pareces un montón a tu papá, eh. —me sonrió pícara—, igualito que mi Agustín.
Le sonreí de vuelta, arrugando la nariz. Elena devolvió la fotografía a su lugar en la mesita y regresamos hasta la sala para tomar las maletas y subir hasta la que sería su habitación. Esto me recordaba que aún no debía llamar a mamá para avisarle que no había espacio para ellos en casa.
Dios mio, soy la peor hija del año.
—No te olvides, no te olvides —me dije mentalmente, mientras subía los escalones apretando los labios.
Llegamos finalmente a la primera habitación doblándo por el pasillo, abrí la puerta y le invite a entrar. Ella muy amablemente me quitó las maletas de las manos y las puso sobre la cama.
—Es muy acogedora, gracias —sonrió achinando sus ojitos, tal y como su hijo.
Caminó hasta la ventana y dio un vistazo hacia afuera inclinándose con cuidado.
—Veo que tienes un patio enorme —mencionó con emoción, parecía una niña dentro de una juguetería. Traía tanta curiosidad en el cuerpo que quería conocerlo todo.
—¿Quiere conocerlo?
—¡Claro, vamos!
Solté una risa y salimos hacia el pasillo, Elena bajaba las escaleras con rapidez sosteniéndose del barandal, mientras yo le seguía detrás. Algo me detuvo cuando bajaba el primer escalón, asi que me devolví hacía mi habitación que estaba junto a la de ella, y busqué mi cámara fotográfica. Luego bajé.
Elena me esperaba en la cocina observando con entusiasmo a través de la ventana, asi que abrí la puerta y salimos al exterior.
Era literalmente una niña. Esa mujer traía una energía tan positiva que irradiaba a cualquiera a su alrededor. Tomé mi cámara por inercia y capturé el momento. Elena miraba hacia el cielo con su gran sonrisa y estiraba los brazos con plenitud, se podía ver en su rostro como disfrutaba de los suaves rayitos de sol reposando sobre ella.
—Veo que le encanta estar al aire libre —mencioné con una sonrisa.
—Llevo un año viviendo en un mini bosque, esto es mi habitat —bromeó.
Reí junto a ella.
—Perdón el atrevimiento pero, le tomé un par de fotos —me alcé de hombros haciendo una mueca.
—Ay no querida, tranquila. Te dije que me encantaban —acarició mi brazo.
—Es que —pausé lamiendo mis labios—, se me ocurrió que un buen regalo para Agus sería verle feliz. Y que mejor manera que un álbum de fotos.
Elena ladeó su cabeza sin dejar de verme y dibujo una dulce sonrisa de mamá.
—Sabes Caro, cuando mi hijo me contó de tu idea me pareció una locura, algo que nadie haría a menos que fuesemos realmente cercanos. Pero veo que no se necesita valentía para ayudar a alguien, solo quererle mucho.
Le observa atentamente sin entender su punto.
—Tienes un corazón precioso, Caro —agregó sosteniendo mis manos—, y espero que él lo vea tal como yo.
Mis mejillas comenzaron a arder y mis manos a sudar, asi que me separé sutilmente de ella para evitar que notara mi nerviosismo.
—No, no. Nada que ver —sacudí mi cabeza buscando convencerle—, está confundiendo las cosas, con Agus sólo somos amigos.
Alzó sus cejas y me miró con la típica cara de mamá de "por favor, a quién quieres engañar".
—Bueno, bueno —elevó sus hombros sin estar totalmente convencida—, si tú dices... yo al menos lo veo ahí.
Apuntó las pequeñas margaritas en mis mejillas coloradas, y a mis ojos verdes que parpadeaban una y otra vez.
—Justo ahí, te delata el amor.
Cubrí mis mejillas con ambas manos y mi boca entreabierta, era como si me pillaran con las manos en la masa.
—Tranquila —se echó a reir—, aquí no ha pasado nada —simulando un cierre de un extremo al otro de sus labios.
—Bueno bueno, ¿le parece si entramos ya? —cambié de tema repentinamente.
Caminamos hacia la puerta nuevamente y entramos a la cocina, en mi mente tenía todo un listado de actividades por hacer para no convertir esto en algo incómodo.
—¿Le parece si cocinamos algo? —sugerí, ella asintió con aprobación—. Pero le aviso de antemano que no soy una experta, asi que tendrá que ayudarme.
Ella soltó una risa.
—Esta bien, mi esposo me enseñó bastante asi que no hay nada que temer.
Estar en la cocina nuevamente me recordaba el momento en que Agustín me lanzó harina sin aviso y el desastre que dejamos en toda la casa. No había pasado ni una hora desde el último momento que le vi y ya comenzaba a extrañarle. ¿Cómo estaría? ¿Y si le pasaba algo? No no no, me dije. Sacudí mi cabeza y eliminé esos absurdos pensamientos.
—¿Cuántas horas tienen que viajar? — pregunté curiosamente, mientras ponía los ingredientes sobre el mesón.
—11 horas, o algo así —respondió amarrando por su espalda un delantal de cocina que había cerca.
—¿Y a qué hora salía su vuelo?
—Se suponía que sería temprano por la mañana, pero antes de venir lo llamaron de la aerolínea y tuvieron que adelantarlo un par de horas por un problemita en el aeropuerto. Asi que supongo saldrán en unas horas más.
Mordí mis uñas y miré el suelo con preocupación. Yo jamás había pisado un avión, no tenía idea como se sentía o si podía llegar a ser tan peligroso como lo hacen ver las películas, pero era inevitable no sugestionarse viendo tanto "Destino Final".
—Tranquila Caro, estarán bien —dijo Elena, apoyando una de sus manos en mi hombro para darme seguridad—, los chicos están acostumbrados a viajar todos los años.
Asentí mirandola a los ojos e intenté calmarme.
—Mejor concentremonos en esto, ¿con qué me vas a deleitar?
—¿Con no quemar la casa será suficiente? —bromee con una mueca.
Reímos en unísono.
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Hola hola Caracolitas 🐚 ya estoy se vuelta. De antemano pedirles perdón si tarde demasiado pero no quería escribir a la fuerza, asi que este capítulo venía por inspiración 🌼
Muchas gracias por sus mensajes, hace unos días me llegó uno hermoso 💘 asi que saludos a Mar.
Espero les guste este capítulo y lo hayan disfrutado, espero sus comentarios
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Si tú quieres
أدب الهواة*ESTA HISTORIA ES DE GÉNERO FANFIC, PERO PUEDE CLASIFICARSE COMO ROMANCE SIN PROBLEMAS, ¡ADELANTE!* ˗ˏˋ historia completa ˎˊ˗ El primer beso suele ser inolvidable y Carolina lo tenía más que claro. Tan perfecto como en sus más intimos sueños, o tan...