Capítulo 24

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Elena era la mujer mas amable y dulce que había conocido, luego del primer lugar donde estaría siempre mi mamá, por supuesto. Me había enseñado la receta más simple y a prueba de tontos para hacer brownies, y habían quedado deliciosos. Luego le pedí ayuda para armar mi arbolito de navidad, solía hacerlo con ayuda de mamá todos los años y no quería perder la costumbre. Asi que fui por el gran árbol y los adornos llenos de polvo que había guardado en una pequeña bodega del patio.

No había nada que borrara esa sonrisa de su rostro. Golgaba cada esfera no sin antes limpiarla con su aliento y luego fregarla en su blusa hasta ver su reflejo en ella.

—Valentina adoraba decorar el árbol, siempre era la primera en tironearme de la ropa para insistirme en que lo armaramos pronto —relataba mientras rodeaba las luces entre las ramas.

—¿Y quién ponía la estrella?

—Agus, cuando pequeño claro. Luego perdió el interés cuando comenzó a crecer —hizo una mueca—, pero sigue teniendo esa alma de niño.

Sonreí.

Cuando finalmente terminamos de decorar, decidimos ver una película navideña mientras esperábamos noticias de los chicos, asi que escribí "Mi pobre angelito" en el buscador de Netflix, y nos acomodamos en el sofá. No podía evitar quitar la mirada de la tele y ponerla en la pantalla de mi teléfono, me traía nerviosa. Ya eran cerca de las 23:30 y aún no recibía algun mensaje de que estuvieran por subir al avión.

No aguanté mas y decidí escribirle.

—"No sé si puedas ver este mensaje pero nos tienes preocupadas *en plural sólo para bajarle el tono a mi preocupación, Elena estaba normal*, pero por favor avisame si ya abordaron."

Observé el mensaje detenidamente y pensé si faltaba algo más.

—¿Y si escribo un te quiero al final? —pensaba y mordía mis labios a la vez—, no no no, muy exagerado.

—"Cuidate por favor" —agregué. Eso también cuenta como un te quiero, supongo.

Apreté el botón de enviar y dejé el teléfono a un lado otra vez, mejor me concentraba en la televisión. Elena parecía disfrutarla y a ratos soltaba unas breves carcajadas, justo como mi mamá.

Tomé uno de los brownies de la mesita y me lo eché a la boca, eran prácticamente todos para mí ya que Elena había decidido no comer para respetar su dieta, asi que estaba en la gloria. Tanta comida y no poder compartirla me hacía extrañar más a Agus.

Miré el teléfono con mis comisuras curvadas hacia abajo, y milagrosamente una lucesita parpadeaba en la esquina de la pantalla. Tenía una notificación.
Lo desbloquee con velocidad y me encontré con un breve mensaje del rey de Roma.

—"Estamos bien, el avión salió hace una hora pero había olvidado avisarles. Aproveché de dormir una siestita, ¿ustedes cómo están?
(Tengo wifi en el avion)"

Se me iluminó el rostro y sonreí de oreja a oreja.

—"Estamos bien, tu mamá me enseñó a preparar brownies y son exquisitos. Tiene muy buena mano para la repostería" —respondí.

—"Obviamente, me hizo a mí ¿lo recuerdas? un bombón."

Mordí mis labios para no reírme al leer su respuesta, era un atrevido.

—¿Estás hablando con Agus? —preguntó su madre de repente, di un pequeño salto en mi lugar por el susto.

—Ah, sí. Dice que está todo bien —respondí tropezando en casa palabra de nerviosismo—, salieron hace una hora.

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