¡Te odio Chat Noir! [Marichat]

Diez

En todo este tiempo cierto rubio notaba a la azabache medio triste, a veces su sonrisa se borraba pero luego estaba riendo y sonriendo como nada.

Plagg y él se sentía mal, desde el derrumbe prometieron no decir nada a nadie sobre lo que había pasado.

Chat Noir también se había dado cuenta de la actitud rara de su compañera, si la había llevado al hospital en dos ocasiones pero le había hecho jurar a la enfermera que no le dijera quien era ella.

También noto que Marinette iba al hospital de ves en cuando los últimos días la veía salir de este con un semblante serio.

Salía de clases con Nino hacia su auto.

— bueno bro, nos vemos mañana.

Se despedía.

— oye Nino, sabes si Marinette está mejor— la pregunta era muy tonta lo sabía.

— bueno creo que está siendo muy fuerte al enfrentar la muerte de su madre, Adrien. Deberías hablar con ella, eso tal vez la anime.

Le guiñó el ojo haciendo que el rubio se extrañara por tal acto, que le quería decir con eso. Marinette le gustaba después de todo.

Solo somos amigos.

Cómo buen amigo que es, decidió que cierto gato fuera a acompañarla.

Espero a la noche mientras veía el sol ocultarse y darle a Plagg si décima caja de queso para que dure.

— Adrien, estoy muy lleno.... ¿Tienes más queso?

— Plagg eres un glotón— antes que dijera las palabras.

— y tú un oxigenado.

Sonrió victorioso, Adrien rodó los ojos y dijo las palabras para convertirse en Chat Noir.

En si, no sabía dónde quedaba la casa de la azabache solo sabía que vivía cerca a la escuela y que sus padres tenían una panadería. Pero en París habían muchas, cuál podía ser.

Corrió por los tejados mientras que sigilosamente miraba a través de las ventanas, si era la casa correcta o no.

Así paso unos minutos hasta que se quedó parado en un tejado.

— esto es inútil, debí preguntarle a Alya dónde vive— se sujeto sus revueltos cabellos— aunque me hubiera hecho muchas preguntas.

Entonces sintió un golpe en la cabeza.

— ¡Auch!— se quejó vio el objeto y vio que era una pelota. Con su vista gatuna dirigió su vista hacia la dirección de dónde había sido lanzada la pelota y vio a una azabache con el brazo estirado y ojos zafiro.

— bingo.

Ahora solo tenía que dirigirse hacia ese lugar.