Cuarenta y ocho

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La puerta de la habitación se abre dejando ver a un rubio de mirada verdosa.

Marinette se aferra a las mantas con fuerza y su pulsación se acelera y la máquina «bip, bip» suena cada vez más rápido.

— ¡Adrien!— ese nombre la desconcierta y cuando ve con más atención al susodicho se da cuenta que es Adrien.

Y no él.

— lamentó la demora chicos— se disculpa y se acerca a los demás, Marinette siente un alivio pero su pulso sigue sin estar aliviado.

— Marinette, ¿se supone que esto suena tan rápido?— pregunta Nino a los segundos. Alya reacciona y toma la mano de su amiga tomándole el pulso ella misma.

— Marinette tienes el pulso rápido, ¿estás bien?— la mira preocupada y la azabache sólo asiente rápidamente.

— e-estoy bien, solo que— susurra y desvía un poco la vista.

«No es él, Marinette, cálmate» se repetía aunque era más fácil decirlo que hacerlo.

Adrien por su parte, siente que no debió de venir y al ver a la ojiazul pálida y con la mirada triste su culpa incrementa.

— ¿Cómo te sientes Marinette?— pregunta dudoso y por su tono de voz, Nino y Alya, que estaban cerca a él, lo notan.

— creo que bien, ¿y tú?— pregunta mirándolo a los ojos con firmeza.

— bien, eso creo— ríe nervioso y siente sus manos sudar. Los morenos intercambian miradas y se levantan de sus asientos.

— iremos por algo de beber, ¿quieren algo?— pregunta Alya. A la azabache se le ilumina sus ojos por un instante.

— chocolate caliente— responde rápido— me gusta el que preparan aquí— sonríe tímida.

— ¿Y tú Adrien?— el niega. Ambos salen de la habitación dejándolos a solas.

— ¿Qué tal la escuela?— pregunta Marinette, claramente sigue a la defensiva y Adrien puede notarlo por su manera tosca de hablar. Marinette se recrimina por eso «¡No es él maldita sea!» vuelve a decir.

— ¡Bien! O eso creo, como siempre supongo— algo de silencio— ¿Por qué estás aquí?— pregunto con timidez, la azabache sonrió cabizbaja.

— por una tontería— una tontería llamada «No tome mi medicina y me enteré que el chico que amo siempre supo que yo no había sido la culpable» Se quedó en blanco por un momento.

Recordó la pelea con Chat Noir y como tal vez, por la ira y la tristeza, reveló sin querer su identidad no directamente pero al encararle de esa manera.... tal vez.

— maldición— susurró bajo y ocultó su rostro con sus manos apenada.

— ¿Pasó algo? Debería llamar a alguien— dijo rápido Adrien, Marinette negó.

— ¡No!— exclama— es que recordé algo estúpido que tal vez dije y revelé sin darme cuenta— río nerviosa, tal vez no debería decirle eso a Adrien. Sin embargo, el rubio entendía lo que quería decir.

Ya sabía que ella era Ladybug, eso lo descubrió al salir Tikki de su escondite y botarlo firmemente de la casa de la azabache.

— ¿Por qué dices que fue una tontería?

— desde que murió mi madre, he tenido ciertas dificultades conmigo misma y una cosa llevo a la otra y llegue aquí— explicó algo breve y nada detallado— una tontería la verdad.

— no creo que fuera una tontería Mari— vio sus ojos verdes y sintió que los había visto antes, la intensidad y la claridad con la que podía reflejarse eran como los de...

Pero no podía ser, hay muchas personas que tienen esa mirada ¿Verdad?

— tal vez no lo fuera— no apartó su vista, y vio en Adrien algo que no había visto antes: miedo.

Veía en esos ojos verdosos una gran pena seguida de miedo y vergüenza. Sin darse cuenta llevo una mano hasta su cabellera rubia y comenzó a enredar sus manos en ella sintiendo lo sedosa y bien cuidada que era.

Tenía la calidez que recordaba de él, tenía los mismos ojos que brillaban al verla. Unas simples facciones no podían significar algo.

Si otra hubiera sido la historia Adrien pediría que con el tacto en su cabello y su mirada fija  en sus ojos lo reconociera, reconociera al chico bajo la máscara. En otra historia.

En esta, Adrien pedía que ella no se diera cuenta, que no le reconociera, que no terminara de botarlo de su vida como lo hizo con su alter ego. Pero la vista azulada de Marinette podían ver hasta el alma del más desgraciado y esa mirada fue la primera razón por la que Chat Noir se enamoró de ella.

— Marinette...— trató de llamar su atención, su mano se había detenido y su rostro pálido, palideció más, su mirada era de rabia.

«Por favor, dime que no» pidió con todas sus fuerzas.

— eres tú.

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora