¡Te odio Chat Noir! [Marichat]

Veintitrés

Aquel gato que seguía saltando de tejado en tejado, mirando a todos lados y preguntándose «¿Dónde estás?»

Había decidido parar y pensar ¿Dónde podía estar cierta azabache?

— vamos, Chat, si fueras Marinette ¿Dónde estaría?— definitivamente nunca iba a saber la respuesta, aunque lo intentará la mente de la chica estaba cambiando todos los días, no sabías que pensaba o qué podría querer; excepto ella.

Sacudió su cabeza y con voz alentadora se propuso a seguir con la búsqueda.

Lo bueno de ser un gato es el poder felino, podía observar con detalle los lugares lejos, así que, logro visualizar a la chica caminando lejos de sus sitios habituales.

Con una sonrisa victoriosa se acercó a máxima velocidad, cayó en cuatro patas delante de la chica, alzando su cabeza lentamente para encontrarse con la mirada de indiferencia de la susodicha.

— ¿Chat Noir? ¿Qué haces aquí?— pregunto extrañada, con un tono de voz bajo y no delicado como normalmente mostraba.

El chico estiró las piernas, quedando más alto que ella y se cruzó de brazos mirándola con la pupila afilada, causando una corriente en la azabache.

— eso quisiera que me dijeras tú, Marinette— dijo alzando una ceja.

— tengo solo un padre al que decirle lo que hago, Chat— copio la pose del chico. Chat dio un paso hacia ella.

— princesa, ¿no deberías estar en la escuela?— trato de sonar la manera más dulce y delicada.

— lo mismo te pregunto a ti, tienes mi edad ¿No? ¿Qué haces aquí?— esa pregunta no estaba en los planes del ojiverde, no supo que decir.

— eh-yo ¿Día de no ir a la escuela?— alzó los hombros nervioso, Marinette rodó los ojos.

— ahí tienes tu respuesta para tu pregunta hacia mi, si me disculpas debo irme— estaba por marchar cuando el felino la cargo estilo princesa y salto hacia los tejados.

— ¡Gato estúpido, bájame!— decía golpeado el pecho del chico.

— si lo hago te caerás, princesa— la ojiazul miró hacia abajo y pensó «Al menos moriré» siguió forcejeando hasta que el efecto de la medicina apareció haciendo que entrara en un estado tranquilo, como si estuviera sedada.

Chat creyó que solo se había rendido, pero no tenía idea de nada.