Cincuenta y siete

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Se quedó quieto, tan quieto que sentía que si respiraba todo acabaría y que solo de su estabilidad dependía lo que pasaría a continuación.

Marinette parpadeo varias veces inexpresiva pero por dentro luchaba contra el resentimiento que aún sentía y que se había propuesto dejarlo ir.

«¿Me habrá escuchado?» pensó Chat Noir. «¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?» se repetía muchas veces sin mover un solo músculo.

La azabache alejó su mano de la cabellera del contrario y se incorporó rompiendo el contacto visual. Chat soltó el aire contenido y se alejó rápidamente.

— y-y-yo entre sin preguntar, ¡perdón!— se disculpó nervioso. Marinette volvió a observarlo y vio en él a ella misma.

Las veces que se despertaba asustada por alguna pesadilla que hacía que no consiguiera dormir por días. Cuando le daban pequeños ataques de ansiedad que la hacían temblar y gritar.

¿Convirtió a Chat en ella?

Su resentimiento interior fue desapareciendo y en su lugar la pena y la tristeza crecieron. Sus ojos fueron llenándose de lágrimas que aún no querían salir, esperarían el momento ideal.

— Chat— susurró. El felino levantó la vista hacia ella tembloroso, ¿le pediría que se marchase? Había venido a que le escuchara lo que tenía que decir, prácticamente se lo dije pero ella dormía ¿Eso cuenta? Sea lo que sea, aceptaría lo que la azabache le fuese a decir por más dolorosa que fuera, cerró sus ojos con fuerza esperando que continuara— no te vayas.

Abrió los ojos de golpe ¿Escuchó bien? Ella le pidió que no se fuera ¿Un truco? No, no era eso. Ella le pidió que no se vaya.

— ¿N-n-no quieres que me vaya?— negó.

— quiero hablar contigo— dijo jugando con sus manos— creo que no hemos podido hablar— sonrió algo nerviosa y Chat se acerco lentamente. No podía explicar cómo se sentía en esos momentos. Ella le había dado una sonrisa pequeña y nerviosa, como las que solía darle antes.

— e-e-está bien— guardó su metro de distancia, no quería incomodarla.

— quisiera que me digas ¿Por qué me ocultaste la verdad?

— porque no pude, tenía miedo de que me echaras de tu vida y bueno lo hiciste de todos modos. Lo siento mucho Mari, siempre que intentaba decírtelo las palabras no salían y se volvió más difícil cuando me enamore de ti...— Marinette se aclaro la garganta para evitar quebrarse— quiero tu perdón.

— estos días me di cuenta que fui muy injusta contigo— empezó después de un rato— no quise escucharte y esa noche no pensé antes de hablar... Lo que más me dolió fue que no me dijeras la verdad tú mismo, Chat— bajo la mirada apenado, realmente esperaba volver a la vida de la azabache.

— pero te perdono.

Y un pedazo de su alma regresó a su cuerpo, a su vida, a él. La azabache se limpió con sus brazos algunas lágrimas que habían salido gracias al estúpido sentimentalismo. Dio unas palmaditas en la camilla y la mirada del felino se agrandó y sintiendo su cuerpo estallar de alegría.

— ¿P-p-puedo?— la azabache asintió con una pequeña sonrisa. El felino se acercó, aún con duda, y de un salto quedó sentado frente a ella en la misma posición, en pose de yoga.

— quiero que entiendas que todo esto aún es difícil para mi, pero no quiero quedarme con la tristeza del pasado— hablo decidida— ¿Me darías unos días? Quiero decirte algo importante— un pequeño sonrojo se instaló en sus mejillas— pero no quiero ser el obstáculo para eso.

— te daré todo el tiempo que necesites, princesa.

Se sentía tan bien volver a escuchar y decir ese apodo que tenía para ella que ambos sonrieron al instante. Sus temores seguían pero ya se habían dado el perdón que volvería todo más fácil.

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora