Sesenta y seis

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Chat Noir vio como sus ojitos se cerraban quedándose dormida, se incorporó y volvió a dar un salto quedando en la planta de abajo.

Busco a la kwami con la mirada, la encontró en la ventana sentada mirando hacia el exterior con atención.

— Tikki— llamó con timidez, la mencionada no se giró— sé que sigues molestas y tienes todo el derecho de hacerlo pero podrías darnos otra oportunidad— pregunto esperando una respuesta positiva por parte de la criatura moteada.

— ¿Sabes lo difícil de ser kwami, Chat Noir?— respondió con otra pregunta— encariñarte con un portador y luego tener que despedirse— se giró mirándolo fijamente— es natural, pasar de portador en portador, nos quedamos con buenos recuerdos de algunos, sin embargo, cuando un portador muere una parte de nosotros se va con ella y eso es más difícil de superar que cualquier cosa para nosotros.

— Marinette te quiere, Chat, primero se enamoró del chico bondadoso del paraguas y después del compañero con traje de gato. Te ama de las dos formas, no confío en ti por completo y tampoco en Plagg... Pero sé que harás lo correcto esta vez— le mostró una mirada más gentil.

Chat Noir asintió agradecido de corazón regresó al lado de la azabache quién seguía durmiendo plácidamente, tenía un pequeño ceño fruncido en el rostro moviendo ligeramente su mano como si buscara algo.

Hasta que alcanzó la mano del rubio relajando su expresión, el ojiverde desvió la mirada apenado tapando su rostro con la mano libre.

— esta vez haré las cosas bien, te lo prometo princesa— deposito un suave beso en su mano sellando aquellas palabras.

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Al abrir los ojos no vio a nadie una pequeña desilusión se instaló en su rostro pero no era para tanto, se había mentalizado que algo así podría pasar.

— ¿Qué hora será?— pregunto soñolienta.

— las 7:15 pm, princesa— respondió una segunda voz, la azabache parpadeo varias veces inexpresiva.

— ¡¿Chat Noir sigues aquí?!— se sorprendió.

— ¿Por qué tan sorprendida?— preguntó caminando hacia ella— no esperabas que de verdad me vaya, ¿verdad?

— ehmm— río nerviosa— la verdad no quería darme esperanzas de que estuvieras aquí cuando despertara— confesó sonrojada. Chat se sentó a su lado acariciando una de sus rosadas mejillas haciendo que se erizara al tacto.

Sus miradas seguían sin parpadear, en su lugar, desviaban la vista a los labios del contrario. Acercándose lentamente sintiendo la respiración del otro con el corazón en la mano, sus labios se encontraron en un tímido beso.

Cuando se separaron sus rostros estaban más rojos que tomates pero una tímida sonrisa seguía en sus rostros.

— ¿No crees que debes ir a casa?— preguntó con tristeza, el rubio suspiro con pesadez.

— si... Pero volveré más tarde, lo prometo— Marinette asintió, Chat se despidió con una reverencia y otro beso en su mano.

Una vez que regreso a la mansión volvió a su forma civil con el pulso muy acelerado y una ancha sonrisa.

— ay el amor— comento burlón Plagg—  si no me recargo ahora no tendré fuerzas para más tarde.

— ya voy ya voy— Adrien saco unas cuantas cajas de queso para Plagg— aquí están.

El kwami se alegró al ver la comida comiéndola al instante. La puerta sonó y se abrió dejando ver a Emilie Agreste asomándose.

— ¿Adrien? ¿Estás despierto cariño?— pregunto con tono bajo al verlo de pie entro con más confianza.

— desperté hace poco, mamá— comentó— ¿Pasó algo?

— eso debería preguntarte a ti, hijo— se sentaron en el sofá— tienes una sonrisa de enamorado ¿Qué soñaste? Será que mi pequeño tiene novia y no lo sabía.

— ¡M-M-Mamá!— se quejo— no digas eso de la nada y no tengo novia— desvió la mirada apenado— solo tuve un buen sueño y recordé un chiste muy gracioso.

Emilie rio por la reacción del joven sospechando que su hijo le ocultaba algo con respecto a sus sentimientos pero no lo presionó para que se lo contase.

— está bien, ¿quieres comer algo? La cena ya está lista— acaricio los mechones dorados del menor esperando una respuesta.

— claro, ahora bajo— respondió. Emilie le sonrió depositando un suave beso en su cabeza antes que pudiera levantarse Adrien la detuvo— mamá, yo— lo vio con extrañeza.

— ¿Qué sucede hijo?— Adrien bajo la cabeza queriendo que las palabras salgan naturales.

— yo solo, quería pedirte perdón por las veces que te hice sentir mal— Emilie se sorprendió por la declaración del rubio menor— y gracias por ser mi mamá y quererme a pesar de todo.

Levanto con lentitud su mirada para ver una sonrisa diferente en los labios de su progenitora, tenia la misma forma que sus sonrisas, el mismo brillo, la misma calidez pero con un significado distinto.

De pronto una sonora carcajada se hizo presente por parte de ella, Adrien tomo tiempo para procesar la situación.

— ¡Mamá!— exclamó con los brazos cruzados— estaba tratando de ser serio— también estaba avergonzado, Emilie se disculpó entre risas.

— mi pequeño— lo abrazo— siempre estaré orgullosa de ser tú madre incluso si dices cosas vergonzosas como esas. ¡Oh esto es perfecto! Gabriel estará tan celoso— volvió a reír.

— ¿Celoso de qué?— preguntó Gabriel observándolos desde la puerta. Adrien seguía avergonzado y ahora solo se imaginaba a Emilie decirle a todos lo que dijo.

A cualquier hijo le daría vergüenza.

Pero Adrien no sentía esa vergüenza mala, él sentía aquella vergüenza que no quieres que otros se enteren por orgullo.

— ¡No te lo diré! Es un secreto de Adrien y yo— le guiño un ojo dándole alivio— solo dire que valió la pena pasar 9 meses con nauseas y soportar las más de 20 horas de parto para que mi precioso hijo se parezca a mi— lanzo una risa triunfante y salió de la habitación.

— ¿Qué mosco le picó? Hace años que no la veía tan alegre— comentó con una ligera alegría en su voz.

— sí, creo que debo decir cosas así más seguido— susurro.

— será mejor que bajemos a comer, cuando tú madre está alegre tiene mucho apetito— rio. Adrien asintió y Gabriel pasó un brazo por sus hombros y así caminaron juntos hacia el comedor.

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora