Cincuenta y tres

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Un día antes

Tom estaba nervioso, ¿debía llamarla? Claro que debería pero tenía miedo aun con dudas en su interior tomo el celular y busco entre sus contactos aquel número.

— espero que siga siendo el mismo— pidió, tomo valor y marco.

Aquella espera hasta que el otro contacto responda eran eternas, por cada timbrada era más tensión de la que iba a resistir en cualquier momento responderían y ¿Si se olvidaba lo que diría? Aun estaba a tiempo de colgar y entonces, contestaron.

— ¿Hola? ¿Papá?

Trago saliva. Desde el otro lado de la línea se podía sentir la inesperada sorpresa que era aquella llamada.

— hola Bridgette

La azabache no sabia que decir, ¿qué tal? ¿Pasó algo? ¿Por qué me llamas? Todas aquellas preguntas y más se formulaban en su cabeza pero qué puedes decirle a alguien que no han hablado por tantos años.

— Bridgette, se trata de Marinette...

Al instante salio de su cama y caminaba mientras hablaba por el celular.

— ahora voy— colgó y busco con rapidez una maleta haciendo despertar al rubio en todo este ajetreo.

— ¿Bridgette, qué haces?— pregunto adormilado.

— debo irme a París en este momento— sus manos temblaban y su respiración era agitada, sintió unas brazos deteniéndola y calmándola con suaves caricias en su cabello— mi hermana, ella, ella...

— tranquila, primero cálmate y después me dices qué sucedió— acepto y logro calmarse minutos después, Felix le paso un vaso con agua y una vez más tranquila Bridgette le contó.

— Bri no puedes ir a estas horas— la azabache frunció el ceño y se paro con los brazos cruzados.

— ¿Quién dice? Iré ahora— se dio media vuelta a seguir empacando, Felix suspiro sabia que convencerla no seria fácil.

— cariño son las 2 de la mañana, ahora no vas a encontrar nada abierto y esta haciendo mucho frío. Te puedes enfermar y tendrás que quedarte en casa, sería más complicado. Piénsalo un poco más— pidió. La azabache lo pensó y viendo que Felix tenía un buen punto dejo de lanzar ropa a la maleta.

— bien, pero no creo poder dormir— Felix volvió a abrazarla y le dio un beso en la cabeza.

— lo sé, ¿qué tal si yo busco nuestros pasaportes y tu ves los boletos?— Bridgette alzo la cabeza inexpresiva.

— ¿Iras conmigo? ¿Y los niños?

— claro que sí, no te dejaría ir sola con tantos maniáticos afuera. Y los niños vendrán con nosotros de paso veo a mi primo y los niños a sus tíos-abuelos.

— esta bien, ¿quieres algo de té?— Felix negó.

— por favor no, en todos estos años aquí ya lo comencé a odiar— Bridgette rió.

— café para dos entonces.

Unas horas más tarde, ya estaban todos listos para partir y esperaban ansiosos el tren.

— ¿De verdad visitaremos al abuelo Tom y a la tía Nette?— preguntaba sin poder creerlo el pequeño azabache con una sonrisa tan grande.

— claro que sí mi niño— el tren llego y todos subieron buscando sus respectivos asientos.

— mamá, ¿podremos visitar a la abuela Sabine?— dijo Ryan, el menor de todos, con timidez.

— s-sí, los llevare a ver a su abuela— Felix entrelazo sus dedos con los de ella y una sonrisa de apoyo. Pronto comenzarían el viaje.

Cuando se encontraron frente al hospital, Bridgette cambió de idea.

— Felix llévate a los niños contigo, quiero hablar con ella a solas por favor— no protesto.

— niños iremos donde los tíos, mamá ira después ¿Ok?— los pequeños quería ver a los parientes de su madre primero y al no poder los desanimo un poco.

— no molesten a los tíos ehh, nos vemos mas tarde mis pequeños— se despidió y entró como alma que lleva al diablo al lugar gritando y preguntando una habitación ya no pudo aguantar más la desesperación.

Felix se gano las preguntas de los menores sin saber mucho que responder. Cuando llegaron a la gran mansión la secretaria los recibió.

— es un placer verlos, joven Felix.

— igual es un placer verte Nathalie, niños saluden— pidió, los pequeños se hicieron presentes frente a la mujer.

— hola— dijeron al unisono, la mayor se puso de cuclillas y les sonrió gentilmente.

— mucho gusto conocerlos niños— se incorporo— pasemos por favor.

Nathalie los guió hasta la entrada, una vez en el salón principal fue a buscar a los propietarios de la gran casa. Al segundo se escucho el bullicio y un rubio más joven se hizo presente.

— ¡Felix!— llamo.

— ¡Adrien!— se dieron un abrazo y saludo a sus sobrinos de igual manera. Los padres del menor se hicieron presentes y se saludaron con mucha alegría.

— ¿Y este pequeño?— pregunto Emilie mientras tomaba a Ryan y lo cargaba.

— papá ella es como la abuela Amelie— dijo asombrado.

— ella y la abuela son hermanas idénticas hijo. Él es Ryan— presento y recibió mimos de la rubia.

— ¿Bridgette no viene con ustedes? No creo que te deje venir hasta aquí solo con los niños— dijo Gabriel extrañado.

— vinimos todos pero su hermana esta hospitalizada y fue a verla con urgencia—Adrien lo vio inexpresivo.

— ¡Oh dios mio! ¿Qué le paso?— pregunto Emelie bajando a Ryan que fue al lado de su hermano.

— nada grave pero se desmayo y la internaron hace pocos días— el ojiverde tenía la piel de gallina. No había dejado de pensar en aquella azabache en todo momento y de la advertencia de la catarina.

«¿Será ella?» se preguntó.

— ¿C-comó se llama? s-su hermana— pregunto nervioso.

— Marinette

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora