Cuarenta y cinco

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El sonido de un rayo anunció la llegada de una tormenta y junto a ella desgracias.

— ¿Lo sabías?— fue lo primero que dijo después de golpearlo, el héroe cabizbajo asintió. La azabache sintió algo derrumbarse en su interior.

— siempre lo supiste..— entonces reaccionó negándolo.

— ¡Te equivocas! Y-yo no recordaba lo que había hecho..— Marinette tenía las mejillas llenas de lágrimas pero no había soltado un quejido por ellas, simplemente no sabía que sentir en ese momento.

La lluvia empezó y sólo los chapoteos de las personas corriendo era lo que impedía que el silencio no reinara entre ellos.

Tikki, que ya se había ocultado, veía todo con angustia e incredulidad. Ella tampoco podía creerlo, algo dentro de su pequeño ser se estaba quemando, ardía en su interior algo que no había experimentado hasta ahora.

Marinette se abrazó a si misma y comenzó a rascarse el brazo con brutalidad, debía calmarse y no perder la compostura.

— siempre lo supiste y no me lo dijiste— siguió— me viste hundida y perdiéndome cada vez más y no dijiste nada— sonrió irónica.

— ¿Cómo lo supiste?— pregunto.

— ¿Tiene importancia? ¿Me lo habrías dicho en caso no me enteraba por ese video?— encaró.

Chat se quedó en silencio, ¿se lo hubiera dicho? No lo sabía.

— ¿Cómo pudiste hacerme eso?— pregunto la ojiazul sintiendo cada vez menos aire— ¿Cómo tu...?— y finalmente soltó un quejido. Dejo de abrazarse y comenzó a caminar de un lado para otro con los puños cerrados.

— Marinette por favor, déjame explicarte..— levantó la cabeza y la vio, sus coletas se habían aflojado liberando un poco su cabello y las lágrimas seguían saliendo de sus hermosos, aunque ahora vidriosos, ojos. La culpa le llego como miles de balas, más culpa de la que ya cargaba. Ella desvió su vista hacia él con seriedad.

— ¿Qué me vas a explicar? ¡¿Qué?!— gritó, la lluvia seguía y seguía con más fuerza. Probablemente cause desastres en las calles parisinas, algún árbol caerá o alguien chocará.

— ¡Todo este tiempo tú solo te burlaste de mi dolor! ¡Me culpe horas, días, semanas por lo que pasó! ¡Volví a..— entonces sus miedos más grandes se apoderaron de ella y susurraban en su oído.

— ¡No, no, no! Déjenme en paz, ¡solo váyanse!— exclamaba sujetándose su cabeza y cayendo al suelo. Chat veía la escena petrificado, no sabía lo que pasaba.

— ¡Marinette cálmate!— pidió arrodillándose junto a ella e intentando posar una mano en su hombro. El intento falló al ser empujado bruscamente por la adolescente, que con la mirada perdida seguía llorando.

— hiciste que regresaran, lo hiciste Chat Noir— susurraba para ambos— ¿Por qué me hiciste esto?— sollozo— quiero que te vayas, ¡olvídate de esta casa y olvídate de todo que tenga que ver conmigo! Justo cuando yo estaba...— no dijo más.

— Marinette por favor, ¡solo escúchame!— rogaba, pedía solo tiempo para darle una explicación. Pero la chica estaba necia en escucharlo y solo podía recibir miradas de enfado con tristeza de sus ojos azules.

— ¡No quiero escucharte! ¡Vete, desaparece! ¡Jamás te lo perdonaré! ¡Te odio!— exclamó con tanto esfuerzo que volvió a llevar sus manos a su cabeza y a sacudirla negando.

— ¡Déjenme!

Tikki que ya no podía soportar esta situación, salió de su escondite.

— Chat Noir, vete ahora mismo— ordeno poniéndose enfrente del chico gatuno. El rubio no pudo ocultar su sorpresa al verla, era un kwami.

— ¿Tú eres..?— pero la pequeña no estaba para responder preguntas y el fuego que sentía se iba incrementando.

— ¡Solo vete por favor!— pidió por última vez y cuando vio al chico salir por la apertura del cuarto se acercó volando a los cajones donde entre todos los frascos encontró la que necesitaba.

"— aunque sea una heroína soy alguien algo débil Tikki, y suelo rendirme ante los monstruos de mi cabeza.

— yo creo que eres muy valiente, Marinette, eres una gran heroína.

La azabache rio ante el comentario de la pequeña y mientras que ordenaba sus pastillas decidió contarle para que era cada una.

— gracias, pero hay días que no lo manejo bien. Así que, esta de aquí es contra los monstruos— le mostró un frasco con pastillas blancas.

— es como el Luckycharm— Marinette asintió— gracias por confiar en mi y decirme esto, Mari.

— eres mi preciada amiga, Tikki, gracias por no irte de mi lado"

¡Solo déjenme!— volvió a pedir y Tikki saco una pastilla y voló hasta su amiga.

— Marinette, escúchame, soy Tikki— la azabache reconoció a su amiga aunque su vista era borrosa— toma esto— le enseñó la pastilla y con temblores Marinette la recibió y de un golpe la tomó.

— tranquila, todo está bien— le decía y evitaba que las lágrimas salieran de sus grandes ojos lo que más quiere es llorar por la conmoción.

Marinette se recostó en el suelo y aún con lágrimas en los ojos susurraba.

— ¿Por qué lo hizo?— dijo gimoteando— te odio, te odio Chat Noir...

Y se desmayó.

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora