Cuarenta y tres

243 25 1
                                    

La mamá de Marinette cumplía un mes de fallecida y la azabache fue a ponerle flores con su papá.

— hoy hace un día bonito, ¿verdad?— pregunto Tom, Marinette vio el cielo, este estaba despejado y aunque el Sol no estaba radiando como otros días, el día estaba lindo.

— supongo que sí— respondió.

Llegaron a la tumba de la fallecida y Marinette se encargó de poner las flores y limpiar la lápida.

— ¿Cómo vas con Lorein?— la pregunta de la chica sorprendió a su padre.

— creo que no deberíamos hablar eso aquí— dijo nervioso, Marinette negó .

— mamá quería que seas feliz, sea o no con ella. Si sabe que encontraste una buena mujer, estará contenta— argumento, Tom carraspeo y le sonrió.

— vamos bien, es una mujer espectacular. Pero sabes que nada reemplazará el lugar que tú madre ocupa en mi corazón, ¿verdad?

— claro que lo sé, papá, ambos merecían ser feliz— susurro lo último con tristeza. Se quedaron conversando un rato más sobre recuerdos del pasado, cuando tocaba la hora de partir, Tom abrazo a Marinette por los hombros y Marinette por la cintura.

— ¿Quieres ir a comer algo?— Marinette negó.

— estoy algo cansada, ¿por qué no invitas a Lorein a cenar? Ya has estado postergando citas con ella por estar conmigo.

— mi pequeña, eres el mejor regalo que la vida me pudo dar, pasar el tiempo contigo es lo que adoro más que nada— le beso la cabeza— ¿Segura que no se te apetece nada?— negó gentilmente.

— entonces te llevo a la casa y le marco a Lorein, espero que no tenga planes— dijo angustiado, Marinette rió bajo al verlo, parecía un adolescente definitivamente.

Tom salió con Lorein y Marinette se transformó en Ladybug, solo así podía sentir que de alguna manera se alejaba de la realidad. La realidad de la muerte de su madre, la realidad de lo que sentía por Chat y qué tal vez ello se arruinara.

Miles de cosas pasaban por su mente, la expresión de Chat cuando se fue aquel día la perseguía, era el rostro de alguien horrorizado. Ya lo había visto antes, cuando era pequeña pero no entendía aquellas miradas de los adultos, pero, ahora sí.

Había retomado su medicación, de alguna manera le hacia sentir mejor. Pero, por otro lado, quería sentirse mejor naturalmente, sin ninguna medicación.

No sabía nada del maestro Fu, lo cual le extrañaba, no la había contactado y su curiosidad por Mayura aún seguía. Decidió darle una visita.

Cuando llego destransformada, toco la puerta varías veces esperando respuesta, a los minutos el maestro Fu abrió y se llevó una buena sorpresa al encontrarla ahí.

— buenas tardes, señorita, pase por favor— Marinette saludo y siguió al maestro hasta el salón donde solía hacer masajes y tomar el té.

— me alegra verlo intacto, maestro— dijo con un pequeño tono de felicidad. El mayor asiente la cabeza y sirve dos tazas de té.

— perdona si no te contacte antes, pero tuve que irme a mi hogar natal— le cuenta lo que había vivido estos últimos días y que todo parecía estar en orden, también aprovecho para consultarles sobre el Miraculous del pavo real.

— ¿Le dijeron todo eso?— preguntó asombrada.

— sí, mi niña, Mayura se está guiando a su propio final. Si no ha actuado estos días debe ser porque está perdiendo fuerza cada día— contesta.

— es lamentable escuchar eso, después de todo Mayura solo es una víctima de la oscuridad— Marinette pudo sentirse identificada por un instante.

— la oscuridad busca la debilidad de las personas para debilitarlas y apoderarse de ellas, no deja que ni un alma se le escape, Chat Noir y Ladybug deben restaurar la luz que pierden aquellas almas— la azabache ve su reflejo en el líquido caliente y siente una paz en su interior.

— le aseguró que así será— le sonríe. Marinette se despide del maestro sin antes pedirle que le comunique cualquier cosa, y este de igual manera. Una vez llegada a casa ve un paquete en la puerta de su casa, este se dirige a ella y sacude para tratar de adivinar qué es.

Adentro de su casa con más calma, abre el paquete y ve una pluma y una carta.

Toma la carta y comienza a leer.

«Querida mía:

Ya sabrás qué tengo poco tiempo de existencia gracias a la maldición que cargo, antes quisiera hablar contigo si me dejas.

Te veo en la cima de la Torre Eiffel, ¿esta bien?»

Marinette no se intimidó, pero se sorprendió con aquellas palabras, parecían de una persona moribunda, como si estuviera a punto de confesar sus pecados. Iría, claro que iría.

No le comento a Bridgette, ni al maestro Fu y menos a Tikki.

— ¡Papá!— llamó, nadie respondía, eso le parecía bien. Faltaban pocas horas para el encuentro que tendría con Mayura, así que se puso a terminar sus pendientes para que no le estorben después.

***

— ¿Está segura de esto mi señora?— pregunto un chico akumatizado.

— no me queda mucho tiempo, quiero ver como su adoración se ve envuelta en una pesadilla entre el amor y la mentira.

— ¿La acompañó?— preguntó.

— crearás la distracción, en caso necesite escapar, moriré siendo lo que soy...
Una villana.

¡Te odio Chat Noir! [Marichat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora