Capítulo 14

9K 678 154
                                    


Comenzaba a amanecer cuando Baltazar se dio por vencido, Koller tenía razón respecto a comenzar un ataque en ese momento, no era lo más conveniente.

Frustrado por no poder hacer lo que deseaba justo en ese momento, se retiró a su tienda. Apenas entró fijó su mirada en Yamil, muchas veces lo había buscado para quitarse tensiones o ira, dejaba todo lo malo caer sobre él, ¿por qué no aprovechar su presencia? Después de todo, ese niño siempre estaba dispuesto, le debía demasiado, más ahora, que si había sobrevivido era porque lo encontró.

Llegó hasta la cama y se quitó la ropa dejándola a un lado, enseguida le quitó la cobija que el chico mantenía abrazada, eso le hizo abrir los ojos y voltear de inmediato.

En otra ocasión, Yamil habría entendido de inmediato lo que Baltazar deseaba, y lo hubiese dado sin rechistar, pero, esta vez se bloqueó y ni siquiera fue capaz de sentarse, miró con temor la erección del mayor y se encogió cerrando los ojos mientras él le tomaba por las muñecas obligándole a salir de la cama.

—Vamos, sabes lo que tienes qué hacer. —dijo Baltazar quitándole la larga camisa que le había permitido usar para cubrirse.

Forzándose a sí mismo Yamil asintió, pero no hizo contacto visual con Baltazar, no podía verlo a los ojos sin quebrarse por fuera. Cuando Baltazar se sentó en la cama, el chico le dio la espalda y se dejó guiar por sus manos hacia abajo, permitiendo que le penetrara en esa posición. Al haber sanado su cuerpo, no tenía heridas internas, sin embargo, sentía demasiado sensible ahí abajo y le dolió cuando el demonio le hizo bajar con fuerza enterrándose por completo.

Se mordió los labios soportándolo, mientras un montón de imágenes venían a su mente. Habían sido tantos los que tomaron su cuerpo, fue tan difícil soportarlo. ¿Por qué? ¿Por qué ellos? ¿Por qué Baltazar? ¿Por qué todos buscaban complacerse con él de alguna manera? Sintió asco de sí mismo, tanto, que deseó haber nacido completamente diferente, no le importaba ser una criatura deforme, odiada por todos, así al menos nadie le usaría de aquella manera, nadie abusaría de su cuerpo si era desagradable.

—Estás demasiado delgado, puedo sentir tus huesos. —dijo Baltazar sosteniéndole de la cadera. —Tendrás que comer bastante para que recuperes algo de carne, te prefiero cuando no pareces un palo, siento que en cualquier momento te voy a romper.

Yamil se quedó callado, sintió un par de lágrimas rodar por sus mejillas, esas palabras solo confirmaban su pensar, él era apetecible para otros, pero no quería serlo, le dolía ser tomado, nunca se acostumbraría, mucho menos después de lo que sucedió.

Mientras él contenía su llanto, Baltazar comenzó a moverle haciéndole subir y bajar en su enorme falo, no se percataba del malestar en el chico, hasta que fue inevitable, ese pequeño cuerpo se estremeció soltando un gemido nada común, no era una queja como de costumbre, era un sollozo. Le detuvo y tomó su rostro haciendo que volteara un poco, entonces notó esos ojos rojos que se desviaban nerviosos y su labio sangrante por haberse mordido él mismo.

— ¿Qué te pasa? Estoy siendo suave para no hacerte daño. —reprochó Baltazar levantando al menor.

Yamil se puso de pie y casi se cae, sus piernas se notaban débiles y su cuerpo entero temblaba mientras se limpiaba la cara asustado.

— ¿Por qué te has puesto a llorar? —reclamó el demonio parándose también, lo que amedrentó a Yamil un poco más de ser posible.

El muchacho se encogió abrazándose a sí mismo y le dio la espalda tratando de protegerse.

—Responde, o ignoraré tus lágrimas y no volveré a preguntar. —advirtió tomándole del brazo.

—No quiero... —susurró Yamil sintiendo su garganta seca.

EL REY DE VARNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora