Capítulo 28

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— ¿Qué haces aquí? —siseó Baltazar acercándose a aquella mujer que parecía esperarle sentada en el trono central de aquel salón.

— ¿Así es como recibes a tu madre? ¿Acaso no te enseñaron modales?

Era indudable, Baltazar podía sentir su energía, era compatible a la suya por ser de la misma sangre, y sí, podía notar claramente que se trataba de una Diosa. Era exactamente igual a la mujer de la pintura, incluso más bella, pero ver esa sonrisa burlona crispó al demonio.

—Lárgate.

— ¿Ni siquiera un abrazo por el reencuentro? Eres igual de frío que tu padre. —soltó la mujer cruzándose de brazos disgustada y suspiró. —En realidad no vine precisamente a verte a ti. Me he enterado de que seré abuela, las noticias corren muy rápido en este mundo.

— ¿Enserio? Pues deberías volver a donde perteneces. No es asunto tuyo lo que suceda aquí.

—Baltazar, no te sientas tan importante, si estoy en la tierra es porque un amigo me ha pedido que investigue algo que sucedió. Bajar y encontrarme con la noticia de que tendrás un hijo fue un extra bastante agradable, así que decidí visitarte. Deberías estar feliz.

—Ni siquiera te conozco, y no pretendo abrir las puertas de mi reino, de mi hogar, a una desconocida.

—No tienes opción, necesito un lugar para vivir mientras esté aquí, y no vas a negarte. —advirtió ella. —Sé que debes estar molesto, tu padre me lo dijo hace mucho, me desprecias porque no cuidé de ti, por eso no nos conocimos antes, en realidad no pensaba obligarte a quererme, eso no es lo mío. Sin embargo, esta vez tendrás que tolerarlo, tu padre sabía que esto podía ocurrir, y estoy segura de que su concejo no fue que me recibieras con esa mirada de odio, te recuerdo que este reino fue suyo, sé lo mucho que lo respetabas.

Baltazar maldijo en su mente, ella tenía razón, su padre habría querido que la dejara quedarse lo necesario, y aunque odiaba la idea de tener que convivir con su "madre", tenía qué aceptarlo por la memoria del anterior rey. No sabía nada de cómo fue que se conocieron, mucho menos de la causa de su separación, nunca le importó, solo sabía que ella se largó.

Ni siquiera tenía idea que su padre volvió a verla, por lo que esa mujer afirmaba era posible que fuese frecuente.

Pero daba lo mismo, tendría qué soportarla y ya tenía suficientes problemas con Yamil, como para venir a tolerar a esa desconocida, porque eso era. De cualquier forma, sabía que si ella tenía algo qué hacer en la tierra debía ser importante, solo esperaba que tal asunto la mantuviera ocupada lejos de él.

Mirándola por última vez de forma despectiva, se marchó, había dejado algo pendiente con aquel chico y debía solucionarlo, no quería que su estado de ánimo decayera más.


Por su parte, Nalira sonrió para sí misma y pidió a una sirvienta que le preparase una habitación. Su estadía podía ser corta, pero prefería que no. Sí, abandonó a su hijo, y sí, no fue una buena madre, pero tenía sus razones, un dios no podía permanecer eternamente en la tierra, ella, como algunos otros, cometió el error de tener un hijo con un ser diferente, su castigo fue no poder cuidarlo como cualquier madre haría, y tal vez Baltazar nunca comprendió eso, aunque su padre trató de hacerlo ver la realidad.

La noticia del hijo que esperaba Baltazar fue realmente grata para Nalira, esperaba poder permanecer el tiempo suficiente para conocerlo, al menos había logrado que Baltazar cediera en dejarla quedarse en el reino, pues no era realmente indispensable, ella lo sabía.

EL REY DE VARNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora