Capítulo 13

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Hermy despertó a media noche sintiéndose mal. Después de ser envenenado pensó que quizá sus malestares se debían al alimento que ingería.

Se sentó mirando a Durfen, ese demonio que le había traído tanto sufrimiento y dolor, ¿cómo podía dormir tan tranquilo siendo tan cruel? Hermy no lograba olvidar lo que sucedió la noche anterior y le incomodaba tener que compartir la cama con él, así que se levantó y fue al nido donde se encontraba el huevo, lo cargó con cuidado y le acarició cariñosamente tratando de relajarse, pues se sentía tenso y aún asustado.

Pasó solo unos minutos de aparente calma, casi volvía a quedarse dormido cuando sintió que su huevo le era arrebatado, abrió los ojos y miró a Durfen, ni siquiera había hecho ruido al acercarse.

—Vuelve a la cama. —dijo el demonio dejando a su futuro hijo sobre las telas más acolchadas.

Hermy no respondió, inmediatamente se levantó para obedecer y apenas llegó a la cama volteó para mirar el nido. Suspiró con tristeza, cuando no lo alimentaba no podía acercarse a él y, aunque trataba de pensar que ese bebé sería un cruel demonio como su padre, no podía evitar querer sentir la cercanía, escuchar su palpitar y percibir su calor.

Se cubrió con una cobija y cerró los ojos cuando Durfen caminó hacia él, sintió el hundimiento del otro lado y de pronto unas bruscas manos le tomaron de la cintura subiéndole el camisón. Hacía tiempo que el demonio no le obligaba a tener sexo, pero la forma en que le atrajo a su cuerpo dejaba claras sus intenciones.

Durfen había despertado con un inusual apetito, lo último que deseaba era tocar nuevamente el cuerpo sin gracia del híbrido con el cual dormía, pero ¿a quién intentaba engañar? Hacía tiempo que no lograba satisfacerse con otros, incluso lo intentó con Saira, y aunque terminó satisfecho de momento, no fue suficiente.

Esa noche, al abrir los ojos sintió un fuerte impulso por volver a corromper el frágil cuerpo de Hermy, hacerle gritar como cada ocasión y no parar hasta haber saciado esa necesidad que crecía de solo imaginarlo. Al percibir que no estaba a su lado se levantó y fue por él, ahora lo tenía justo donde debía estar y tomarlo no era un problema.

Levantó la única prenda que le permitía usar y con agilidad se posó sobre él, dejándole bocabajo. Ignorando el embarazo de Hermy, pues en esa posición su crecido vientre se vería aplastado por el peso de ambos.

—Espero que aún recuerdes como se siente. —susurró en la puntiaguda oreja del menor, escuchando la dificultad que tenía para respirar.

Sin tardar mucho y con una dura erección esperando ser atendida, separó los pequeños glúteos del Hermy para abrirse paso en la pequeña cavidad que llevaba al menos un par de meses sin ser invadida. El chico gritó contra la almohada y se aferró a ella tratando de resistir, había creído que eso no sucedería de nuevo, pero no podía tener tanta suerte.



Vladimir había llevado a Izar lejos de la cabaña y de los recién llegados.

— ¿Qué está sucediendo? ¿Piensas hablar o seguiremos caminando? —preguntó el lobo comenzando a sospechar sobre lo que ocurría, aunque no tenía idea de lo grave que era.

Finalmente, Vladimir se detuvo a unos pasos de él y volteó a verle con cierta pena en su expresión.

—Debí decirte esto hace mucho, lo siento.

— ¿Decir qué?

—Izar, quien ha venido a buscarme es... —tomó aire tratando de juntar más valor, pues lo necesitaba. —Su nombre es Ginger, ella, es mi esposa. Contraje matrimonio con ella meses antes de lo que ocurrió en Varnow.

EL REY DE VARNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora