Capítulo 20

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Durfen había esperado a que los somníferos hicieran efecto tanto en el joven dragón como en Hermy, le pidió a Zero que se llevara al bebé lejos, lo ocultaría por un tiempo de modo que su hijo no detectara su presencia, después pensaría qué hacer con él. Mientras tanto tomó a Hermy y lo sacó de la ciudad, llevándolo a aquel refugio lejos de la ciudad, igualmente con la intención de que el pequeño dragón no se percatara de nada.

Tras sus cavilaciones horas antes, salió buscando a Saira y le pidió algo que pudiese dormir a su hijo sin causarle daño, había puesto la misma pócima en los alimentos de la madre, Hermy ni siquiera parecía respirar.

Se encargó de dejarlo atado con grilletes pesados que no le permitirían moverse, y una mordaza ajustada, estando lejos del palacio era arriesgado si el chico gritaba, bien podría recibir ayuda y Durfen no pensaba permitirlo. Lo dejó solo por el momento, necesitaba que estuviese consiente para que supiera exactamente por qué iba a recibir el futuro castigo. Tal vez no lo mataría, pero no había duda de que Hermy iba a pagar con creces su supuesta traición.


Al volver a Varnow, Arnoz llegó con noticias que le agradaron bastante.

Supuestos aliados de Baltazar y sus hermanos había desertado, fueron encontrados en el bosque por soldados de Varnow, torturados hasta confesar dónde estaban ocultándose. Una ubicación era lo que se necesitaba, y ya la tenían.

Durfen comenzó a organizar todo sin ningún miramiento, acabaría de una maldita vez con eso, ni siquiera iba a tener que ensuciarse las manos, según la información que tenían, el ejercito enemigo estaba en total descanso esperando órdenes, sería un ataque sorpresa y los asesinarían a todos.





Vladimir cuidaba del pequeño lobo mientras éste jugaba por los alrededores. A pesar de haber notado cierto recelo de su parte, no podía evitar querer cuidarlo, con el tiempo se había ganado algo de su simpatía.

Izar le había dicho que tuviera cuidado, aquella noche había una extraña energía en el bosque.

De pronto el cachorro desapareció, Vlad comenzó a acelerar el paso buscándolo cada vez más preocupado, su corazón latía de prisa, de pronto se detuvo encontrando pequeñas huellas de sangre sobre el pasto, dirigían a un punto donde la sangre era más abundante, Vladimir estremeció al saber muy bien a quién le pertenecía.



Izar perdió de vista a Vladimir, había estado preparando su última presa, un ciervo que cocinaría para la cena, pero mientras lo limpiaba trataba de ver en dónde se metía el vampiro. Dejó su labor para dirigirse hacia el bosque, cuando un par de alas negras y enormes se cruzaron en su camino, un ángel caído.

Las alas de esa criatura se encogieron cerrándose mientras se daba vuelta con una prepotente sonrisa en su rostro, mientras sostenía entre sus brazos al pequeño cachorro, el sobrino de izar, muerto.

—Te recuerdo bien, eres uno de esos estúpidos lobos que atacaron Varnow hace tiempo. —dijo el ángel notando que la expresión del lobo comenzaba a deformarse. — ¿Estás molesto? Yo solo te he traído a tu cría, supuse que la extrañabas.

Izar se lanzó sobre él mientras su cuerpo cambiaba, convirtiéndose en un enorme lobo, su hocico se abría atinando a morder cualquier parte de ese maldito ángel, sintiendo el sabor de la sangre ajena nublarle los sentidos. Ese cachorro no era su hijo, sin embargo, con el tiempo se había acostumbrado a él y más aún cuando éste dejó de rechazar tan notoriamente a Vladimir, comenzaban a ser una familia, y ese infeliz lo había arruinado.

EL REY DE VARNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora