Promesas

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"Haerent"

Capitulo XXVI

Ginevra, se acomodo aun más su cuerpo sobre el lecho donde descansaba podía sentir la sutil caricia sobre su piel que no conseguía sacarla de la ensoñación que disfrutaba. Sus párpados se abrieron con pesar acostumbrado sus ojos a la luz del día que se colaba por la pequeña ventanilla del apartamento que ahora llamaba hogar. Una pequeña mueca se formo en sus labios al observar al hombre que trazaba líneas en su brazo de forma distraída.

Le pareció maravilloso obsérvarlo unos instantes antes de que él se percatara de que había despertado. Detallo las facciones de su rostro, las largas pestañas que eran cubrían esa ventana que eran sus ojos. Y esos ojos que fueron los capaces de devolver la paz a su alma con ese esplendor brillo que irradiaba tranquilidad.

No agradecía los acontecimientos de su vida aunque no podía negarse que por ellos se formo el vinculo que hoy ellos se encargaría de sellar.  Tenía ganas de gritar de dicha pura y llena en esos instantes.  Theodoro, le había propuesto matrimonio el día exacto en que su madre había confirmado sus sospechas.

  ── Deja de mirarme así Ginny, me estas asustando ──  La muchacha soltó una sonrisa nasal al haber sido captura en su minuciosa inspección.

──  Theodoro ──  Nombró consiguiendo la atención del muchacho.── Te amo ──  Dijo al mismo tiempo que unía su mano con la de él para colocarla en su estómago sintiendo la abrumadora calidez que le arropaba el vientre.

──  Y yo a ti mi amor ──  Respondió mirándola directamente a esos ojos azules que lo envolvían en un trance mágico. ──  Hoy es el día que por fin serás mi esposa. Hoy es el día que entre tantas desgracias yo brindaré por haber conseguido mi felicidad.

Los ojos de Ginny, se llenaron de lágrimas que rápidamente bajaron por sus mejillas.

<< Hoy dos de mayo de 1998. Me declaro tu marido, tu amigo, tu amante. El hombre más dichoso sobre la tierra.

..........

La madriguera amaneció en un revuelvo de alegría  debido a la nota que Ginny, les había hecho llegar la noche anterior. Todos buscaban formas de acomodar una pequeña recepción en el patio trasero bajo un gran manto que les cubría de la luz solar. Molly, paseaba de un lado a otro en sus quehaceres buscando la forma necesaria que le tiempo le rindiera para poderse dar abasto con el pastel que preparaba y algunos pasa bocas. Algunas mujeres de la orden ayudaban en su tarea.

Hermione, por su parte se encontraba distante del bullicio y no es que no le agradara la alegría que les había tocado vivir a todos allí, no era simplemente sentía la culpa subir a través de sus venas. Ahogo un jadeo que quiso escapar de su garganta al mismo tiempo que las manos de Draco, se acomodaron encima de las suyas. Reconocía el calor de ese cuerpo solo con su tacto, no le se dio la vuelta y prefirió ignorarlo luego del beso la noche anterior. 

Compartieron la misma cama con las manos unidas, y aunque no la obligara a lanzar el hechizo la había dejado al borde del acantilado decidiendo si lo dejaba continuar solo o avanzar a su lado. No se había equivocado de decisión pues su alma se lo recordaba en cada instante, en cada latido pero la culpa la estaba consumiendo tan lentamente que era letal para su mente. Recordaba a la perfección los ojos de Antonin, retarla creyéndola incapaz de hacerlo. 

  ── Mírame ──  La exigió él al verla en la sumisión catatónica en la que se encontraba. Sus retinas chocaron impactandolos en lo más profundo como si se pudiera hurgar aun más allá de sus almas.── No basta más nada Hermione, se que me amas. Fue lo mejor para él mismo.  Antonin, había traicionado las filas de los mortios...

HaerentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora