Prólogo

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Theodoro Nott, nunca se equivocó de eso Draco Malfoy no tenía dudas, cuando su amigo insistía que era amor desmedido lo que él sentía por aquella muchacha la cual nunca se le permitía nombrar, él terminaba evadiendo el tema y centrándose en la filosofía de la vida y la muerte qué tanto interés causaban en Nott.

── ¿Nunca has pensado en la vida como una misión?

── ¿La vida como una misión? ── Cuestiono el rubio, Theodoro asintió.

── Tengo la creencia que venimos a esta vida ha cumplir con un propósito, y al realizarlo debemos partir ── Contemplo la copa de vino de elfos que tenia entre sus manos.

Draco, ladeó el rostro mirando un punto fijo en la pared.

── Nunca lo había visto así ── Confiesa luego de razonarlo. ── ¿Qué me dices de las personas que llegan a una edad avanzada?

── Sencillo ── Le da un sorbo a su copa. ── El objetivo de sus vidas era estar aquí; Quizás para complementar a alguien o algo. O simplemente no hicieron lo que debían, y su pena para ellos es quedarse solos y sufridos ── Sonríe de lado levantándose del mueble de cuero caminando hasta el bar de licores para volver a llenar su copa. ── Yo creía que mi misión en la vida es tratar de mantenerte equilibrado, pero me di cuenta que no es así.

── No estoy loco ── Farfulló el rubio imitando el acto de su amigo para rebosar su copa con más de la bebida.

── ¡Eres digno de tener un pabellón en San Muggo con tu nombre! ── Soltó la carcajada que escaló desde sus extrañas hasta expulsarla.

── No estoy loco ── Enfatizó con más animo.

── Cierto ── Apoyo recostándose de la pared cerrando sus ojos. ── Quizás solo estas cumpliendo con la misión de tu vida.

── ¿Así? ── Cuestiono parándose frente a su amigo. ── ¿Y cual crees tú que es mi misión de vida?

── Eso por lo que te has empeñado tanto, eso que logra que yo te califique como un desequilibrado mental.

── Nott ── Amenazo el rubio con voz neutra.

── Hermione Granger ── Draco, bebió el contenido de su copa tratando de apaciguar el fuego que se hacia presente cada vez que escuchaba o pensaba en la dueña de ese nombre.

Y es que era cierto, ella era motivo de su vida... Era el motivo de su locura.

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