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"¿Dios las habrá creado?"

Fue un miércoles en el que Kyungsoo supo que algo cambiaria por completo y lo incumbía a él, eso sí que le hacía suspirar gustoso que esta vez no le vaya a pasar nada, pero por si acaso estaba llevando el casco de su bicicleta incluso si hace años que no utilizaba ese casco o su bicicleta.

El día de hoy estaba seguro que algo estaba mal porque el perro de su vecina no lo persiguió dos cuadras hasta caer en el mismo agujero en el hueco que aún no tapaban y eso le provocaba más desconfianza. Apretó con desesperación el manubrio con fuerza y miró a los dos lados antes de cruzar la calle fijándose que no había ningún carro e incluso la calle estaba desertica, no sería tan raro si no fuera por el simple hecho de que era un día de clases común y que eran alrededor de las seis y media de la mañana por lo que muchos van a sus clases y trabajos.

Cruzó como alma que lleva el diablo al otro extremo sin complicación y ya sería el colmo que un carro venga y le atropelle así sin más. Dentro del bolsillo de su pantalón estaba el brazalete junt con la hoja de diario que encontraron hace un mes, lo llevaba consigo por el simple hecho de que sentía que su madre de seguro preguntaría sobre de donde lo sacó y para que lo necesita en realidad siendo el hecho de que el suyo estaba guardado por su progenitora muy celosamente, se la pasó varias horas releyendo lo que esa hoja estaba escrito pero no entendía qué tenía que ver eso con él y por qué iban dos criaturas que lo habían estado persiguiendo con mucho recel; en más de una ocasión sintió como alguien lo observaba, persiguiéndolo en todo momento y lo peor empezaba cuando sintió arcadas, su cabello se blanqueaba y luego volvia a su color original, lo mismo pasaba con sus ojos. No lo entendía, a duras penas podía levantarse del suelo después de vomitar siempre ese líquido blanco. Agitó la cabeza tratando de quitarse esos pensamientos y volvió a cruzar otro semáforo.

Se sintió liviado cuando pudo estar dentro del perímetro del colegio, encadenó la bicicleta y desenganchó la mochila del manubrio para ponérsela en la espalda y llevó en sus manos el casco para después ponerlo dentro de su casillero. Se adentro en el establecimiento y caminó hasta llegar a la sección de casilleros, había al menos una cuarta parte de los típicos grupos esparcidos por todo el corredor. Guardó el casco al fondo del espacio y revisó todo el contenido de eso.

-¿Qué me toca hoy? –se autopreguntó mirando el horario pegado en la puerta metalica de este.

-Hoy no te toca nada, Soosie. –una voz detrás de la puerta lo hizo saltar en su puesto, dio unos pasos hacia atrás y se percato de la presencia de Inji. Su cabello corto lacio, la piel blanca, ropa negra con medias de red y un lazo rodeándole el cuello. Los ojos de Kyungsoo se abrieron más de la cuenta al verla parada ahí con aquella expresión de autosuficiencia que a veces al brujo le causaba molestia y es que ver a aquella chica-gato que siempre lo molesta cuando puede y cuando quiere. Inji estaba arrimada contra los casilleros, cruzada de brazos como si hubiera esperado tanto tiempo.

Kyungsoo la tomó del brazó y se la llevó arrastrando lejos de ahí importándole poco si hubiera dejado el casillero abierto. – ¿¡Qué haces aquí!? –susurró exclamando desesperado por la intromisión.

Inji rodó los ojos y se zafó del agarre. –Vine porque me aburro en casa. –respondió. – ¿Crees que vivir casi por trescientos años es entretenido? Es lo más aburrido que me ha podido pasar.

El brujo se tranquilizó. – ¿Nunca has pisado un colegio? –preguntó.

-Nunca he salido de la cuadra. –respondió mirándolo directamente junto con algo de bochorno en su rostro. –Por eso te seguí, quería ver a donde es que te vas siempre.

W I T C H. /KaiSoo|SooKai  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora