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El sol estaba brillando justo en su máximo punto, no había frio o algún viento que dañe el día, los pájaros cantaban, los perros corrían de aquí para allá felices, los niños iban a sus clases normalmente y Kyungsoo quería que le parta un rayo.

No, no era porque tenía pensamientos suicidas pero si le dieran la opción de hacerlo, lo haría. Pero justo ahora su cerebro solo podía tener las mismas ideas una y otra vez.

Iba en el auto de sus padres, la señora Do al volante; el señor Do de copiloto, Seungsoo a su lado derecho mirando por la ventana; él en medio e Inji a su otro lado, lo estaban llevando al colegio también se iban a quedar para apoyarlo en todo lo que dure el evento. Nadie decía nada en todo lo que estaba durando el trayecto, en realidad nadie había dicho nada desde la noche anterior en donde habían subido al cuarto del brujo por el griterío que estaban dando como espectáculo para sus vecinos encontrando a los adolescentes desnudos tratando de taparse, los otros cuatro buscando alguna sábana o algo para cubrirlos y por último Kyungsoo que estaba alejado de todos... porque fue golpeado en la nariz por Jimin y ahora tenía un sangrado.

Estaba anhelando el momento en el que se estacionen frente al colegio para no volver a ver a su familia, pero entonces dejaría a Inji sola porque sabía que si lo hacía sus padres probablemente le estarían preguntando que de donde viene y como es que terminó de en esa situación; lo que sí agradecía era que no preguntaron nada sobre los sucesos de ayer.

-Y... por qué los niños Park estaban desnudos en tu cuarto, Soo? –ya, a la mierda. El señor Do preguntó girando el torso para poder mirarlo inquisitoriamente. Kyungsoo no respondió. – ¿Estás haciendo algún ritual y necesitabas personas vírgenes para que algún demonio te haga un favor?

Inji, Kyungsoo y Seungsoo le dieron una mirada de asco y extrañez al señor. –No. –respondió con simpleza. –Es difícil de explicar. –empezó a mover sus manos nervioso. –Ni siquiera sabemos que pasó, pero ellos amanecieron así y-y yo n-no sé qué hacer.

-¿Ya has ido a su casa? Puede ser que les hayan hecho algún hechizo, pócima o incluso vudú; todo es posible. –aconsejó la bella señora Do con la atención al frente. –Hay muchas opciones, y no creo que siempre les voy a auxiliar arreglando sus ropas para que no les duelan sus colas u orejas.

-Mamá, eres increíble. –alagó Seungsoo con un tono meloso.

-No te voy a dar dinero, Seung. –respondió al alago dando vuelta en U para llegar hasta el colegio. El mayor hizo un puchero. –Además, cariño, ya te he explicado desde hace tiempo que nosotras las brujas no somos así.

A los hermanos Do siempre se les había hecho bonito, también estúpido y descuidado, la forma en que sus padres se conocieron de jóvenes: una joven Do GyeongHui había salvado a un torpe Sung HyeonU de ser atropellado por un camión de mudanza, en ese tiempo Sung era considerado una persona de mala suerte que no podía cuidar de sí mismo ni aunque quisiera, era un perdedor; mientras que Do, brillaba con luz propia, con su hermosura que encantaba a cualquiera que apreciara el arte que era ella, le decían Miss Fortune por tener una excelente suerte en todo, y por eso mismo a veces odiaba tener aquella bendición porque cuando quería que algo malo le pasara nunca sucedía mientras que el pobre de Sung deseaba con sus fuerzas que algo bueno le pasara en su día tanto así que no vio cuando un camión venía a toda velocidad hacia él al no percatarse de que la luz no estaba en rojo, justo en el preciso momento en el que Do estaba regresando a casa de sus clases de piano y que se había percatado en el lindo chico de cabello revuelto que estaba cruzando la calle descuidadamente.

Tal vez fue el destino encontrarse los dos, tal vez estaba predestinado a todo lo que debía pasar a partir de ese momento en el que ambas miradas se encontraron y en el que sus manos se tocaron por primera vez para saber que tenían que quererse y amarse todo lo que reste de sus vidas.

W I T C H. /KaiSoo|SooKai  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora