Capítulo 5

55 0 3
                                    


El trabajo de mantenimiento de los principales barcos del conde Ricardo es una tarea que requiere muchos hombres. Sebastián Tovar dirige el proceso, un hombre meticuloso, de piel bronceada y de unos cincuenta años de edad. Desde muy joven su hijo Cornelio lo ha ayudado a ejercer esta obra, por lo que el muchacho posee la fuerza suficiente para cargar piezas pesadas de metal.

Cornelio goza de brazos largos y delgados, en los que se divisan unos bíceps y tríceps bien definidos. Su abdomen es esculpido, pero no demasiado. Sus ojos verdes poseen destellos de color miel. El rostro rectangular, se acompaña de una nariz grande y perfilada, y de unos dientes galanes que se combinan divinamente con labios ligeramente gruesos.

De piernas largas, estatura un poco más alta de 1.80m, contextura delgada, piel blanca y tostada por los rayos del sol; sus cejas son gruesas y su voz ronca. Su cabello castaño oscuro es liso y despeinado; lo suficientemente largo para cubrir parte de sus orejas y lo necesariamente corto para no tocar sus hombros.

Cornelio perdió a su madre a los cuatro años, por lo que la labor de crianza estuvo a cargo de Noelia; una señora de color y pocos recursos que su padre contrató. El niño siempre fue muy enérgico, pasaba horas de actividad física corriendo por el patio, jugando con los perros; nadando. Vivía sumergido en su propio mundo, decía que en el futuro sería un caballero de la corte y que con su espada vencería a miles de dragones.

Aunque el párvulo asistió a la escuela, Noelia fue quien le enseñó a leer y a escribir. En el colegio aprendió lo básico para ser un joven de juicio moderado. Siempre obtuvo con facilidad el cariño y la amistad de quien lo rodeara, porque su dulzura inspiraba admiración. Por las noches, luego de leer cuentos fantásticos, se arrodillaba, juntaba las palmas de las manos y a continuación rezaba.

En la actualidad, gusta nadar en el lago que tan apacible parece una manta de cristal sobre el suelo. Se apasiona por la literatura, y es la sinceridad el punto fijo de sus sentencias. Desde los diez años ha frecuentado la costa -el entorno de trabajo de su papá-, por lo que la palidez de su piel, ha devenido en un color tostado que perfecciona la belleza de su semblante.

Los barcos, tan imponentes y extraños, le cuentan cientos de aventuras sin siquiera navegar. Al verlos su imaginación vuela a islas piratas, a penínsulas caníbales, a tesoros del Temple; a la oscura obnubilación del fondo del piélago.

La brisa marina le viene como dulce al paladar, cierra sus ojos y respira cada partícula que le trae. Se convierte en la gaviota o en el pelícano; posee escamas o visita a las sirenas. Es el faro, las olas, la arena que masajea las plantas de los pies y el reino de granitos que edifica ondulaciones terrenales.

Coge una piedra y escribe la melancolía de una ilusa doncella, rompe una rama seca para no perturbar la belleza de la planta, observa el cielo y compara su azul con el mar.

A partir de los doce años, su padre resolvió traerlo definitivamente a la playa para enseñarle la rudeza del trabajo. El adolescente incansable, carga objetos dos veces más grandes que su tamaño, y unos cuantos kilos más pesados de lo que un mozo de su edad puede llevar. Confunde el sudor de su pecho con el calor que produce el sol, derrama sobre el camino gotas causadas por el magnánimo esfuerzo de trabajar ocho horas en la construcción y reparo de barcos.

Cornelio no se conforma con ser sólo un obrero, pasa las noches rediseñando con Sebastián las nuevas embarcaciones. Da consejos a su padre de cómo tratar con el conde, y cuando la faena no es tan exigente, saca de su mochila un buen libro y lee.

Se apoya en una palmera, sujeta el texto, mira con sentimiento el horizonte; oye las alas impulsar el vuelo. Saca de las olas esas palabras tácitas que usa el autor. Memoriza las oraciones importantes y las aplica en la praxis. Es el libro su mejor amigo, el barco su empeño y la playa la prolongación de su yo.

AngélicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora