Pasarán miles de años y Angélica, el humano hecho ángel, seguirá derramando sus lágrimas por Cornelio en el pozo de los lamentos. Tallará su nombre en la piedra, esculpirá su faz, dibujará los sentimientos que revolotean en su esencia.
Mascullará el nombre "Cornelio" entre sus dientes, mientras el sufrimiento se regocija en su corazón. No habrá otro lamento ni importancia, Angélica será el ángel que mantendrá a un humano como su amor.
Río que cambia, corre en su dársena, aguas provenientes del llanto. Cae la quebrada por sus mejillas como una bella catarata, que tan pura y transparente, no guarda ningún secreto, ni escatima en pesadumbre.
Lágrimas del alma, voces nostálgicas en sus respiros, acompaña la retrospección. Su sangre se alborota cuando Tovar aparece en su mente. Espera íngrima su resurgimiento, su nueva materialización.
En su entretela surgen emociones encontradas, adolece el órgano del amor. Emana energías de una esperanza esclusa. Se posa el atardecer sobre la montaña, escondiéndose detrás de sus rocas, imperando en dolor.
Cornelio, nombre que se pierde en el aire, ojos que brillan, mirada profunda que arropa el sentir. Sus manos continúan paseándose, sus labios aún besan, escaldan. Se siente el desacomodo del terno, las travesuras del tálamo, el roce, el cariño, y el pálpito de amor que se guarda dentro de Angélica como un secreto sublime y universal.
Cantos fúnebres, mente impregnada de recuerdos, esencias. No hay un punto más inherente en Angélica que el amor que siente por Cornelio. Si quiera una enorme roca es tan firme, el sol tan duradero, o el mar más profundo e inmenso.
Dos almas que se unían en la distancia y nunca se separaban, ahora están desplegadas en dos infortunios distintos. En Cornelio ya no hay mente, corazón o físico que la rememore. En Angélica, Tovar está tan despierto, que podría terminarse el existir, y continuar cultivado en su consciencia como el último destello de conocimiento.
El joven espera la reencarnación en su vasija. Sus futuros padres se conocen, enamoran y lo procrean. Angélica con las alas caídas, empapa su vestido de llanto, sabe que una nueva persona nacerá en el ser que antes se manifestaba como Cornelio, y la olvidará.
Pasa el tiempo fugaz como la gacela, rápido como la vida de la mosca, o como la flor que en el porvenir se marchitará.
Se rompe la cáscara, nace el nuevo ego. Un niño hermoso, con mejillas rosas y ojos platas, cabellera ondulada, rubia y cejas gruesas. Le gusta pasear por la playa, imaginar sirenas, regalar besos y abrazos. Es un crío travieso que se difumina en fantasías, y se regocija en el seno materno.
Verdini baja a la tierra, lo observa, se alboroza con sus travesuras, risas y saltos. Lo ve dormir, lo protege, lo cubre con sus alas, lo limpia con sus manos, le expulsa las malas energías y purifica su aura.
Cuando el niño respira profundo, atrae intensamente la presencia de Angélica. Ésta con delicadeza, se acerca a su oído y le susurra "te amo Cornelio". El muchacho no la escucha, pero siente su cuerpo estremecerse dentro de un suave hálito, un leve movimiento y una afluencia de energías ajenas que lo envuelven en una madeja de paz.
Por ser su ángel guardián, Angélica nunca más se separará de Cornelio, siempre le expresará su amor y fidelidad, sin dejar atrás la leve esperanza de que algún día, Cornelio aprenda a mirar la luz que dirige hacia las puertas del cielo, y allí volverse a encontrar.
FIN
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Angélica
RomanceAngélica y Cornelio sentirán el más profundo amor, juntos vivirán el clásico amor de almas gemelas; sin embargo, deberán luchar contra múltiples trabas para poder consumarlo. Disfruta esta maravillosa historia romántica, sumérgete en un mar de esos...