CAPÍTULO I: UN NUEVO COMIENZO.

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Mi nombre es Neytan McGee. No todos tenemos la misma suerte. Cada uno comienza la vida de una forma diferente: Algunos nacen en familias millonarias; otras nacen en familias en extrema pobreza; otros simplemente, están ahí, llevando una común y corriente vida, como la mayoría de las personas. Pero yo... ¡ja!, quién lo hubiese imaginado, yo vivo con la muerte apuntándome en cada segundo de mi maldita existencia.

24 de enero del 2013, hoy está cumpliendo mi padre, un hombre fuerte; musculoso, tez blanca, con una frondosa barba, y ojos marrones. Estamos todos reunidos en el campamento, ya que él está de caza. Es curioso que tenga que salir a «trabajar» estando él de cumpleaños; pero ya uno no se puede andar con esas cosas, supongo.

—Se ha tardado un poco ya, ¿no crees?— dijo un amigo de mi padre, su nombre es Robert.

—Es normal, es difícil encontrar animales por esta zona. Llevamos días aquí, ya se deben haber acabado... y tenemos suerte de que «ellos» no coman animales— respondí.

Últimamente nos ha estado escaseando la comida, no es de extrañarse, pues somos 5 personas: Mi padre, Alan McGee; mi madre, Liseth McGee; el mejor amigo de mi padre, Robert Felman; y yo..., ¡oh, sí!, y el bandido que encontramos husmeando nuestras provisiones hace 2 días, él está encerrado en la cabaña. Esperamos que diga quién lo mando, si es que fue así.

Pasaron unos 30 minutos aproximadamente, hasta que por fin avisto a mi padre en las lejanías del llano. ¡Estamos de suerte!, logró cazar 2 ciervos, supongo que hoy comeremos como reyes.

Es increíble cómo mi padre puede cargar 2 ciervos arrastrados en cada mano, y su arma en su pantalón. Supongo que por eso la carne del ciervo tiene un sabor a tierra y pasto.

—Por fin llegas, cumpleañero— dijimos al unísono los tres con una gran sonrisa.

—Hoy fue un día duro, me costó conseguir a estos 2 ciervos. ¿Cómo alguien puede durar 4 horas buscando algún animal para cazar, y sólo toparse con estos 2?

Era lógico, no somos los únicos supervivientes por esta zona, ese bandido no vino desde lejos sólo para robar unas pocas cosas.

—Debes estar cansado— le dije a mi padre-, ¿por qué no descansas?, te lo mereces, cumpleañero- le dije sonriendo.

—Sabes que eso no se va a poder— afirmó con un tono más serio. Colocó una cara preocupante- se acerca la noche, a esas horas, ellos están más activos.

Maldita sea, lo había olvidado por completo, lo cual es raro, en estos 19 años de vida, siempre estaba pendiente de aquello.

—Preparen sus armas, y entren al refugio. Por la posición del Sol, y la luz oscura del cielo, el anochecer llegará pronto— dijo mi padre preocupado.

Las noches en serio son malas. Se habla en serio cuando decimos que la noche los coloca más activos. No sé cómo es posible eso, sólo pasa, no tiene ninguna lógica.

Mi padre agarró su vieja y confiable rifle, con la que cazaba a los ciervos, ya sólo le quedaba un cartucho extra de 10 balas, y a la rifle le quedaban unas 3 balas, así que pronto tendría que recargar; mi madre últimamente se ha sentido mal, así que ella descansará. Aunque normalmente ella toma un simple cuchillo para defenderse, no le gustan las armas de fuego, y es curioso tomando en cuenta la cantidad de ellas que ha visto en su vida; Robert agarró un bate con clavos. Simple, pero efectivo sin duda alguna; yo por mi parte, por ser el «consentido» (y es curioso que lo diga estando en una situación apocalíptica) me dan una Glock-17. Amo esa arma, me siento seguro con ella.

A pesar de la mala situación sobre el armamento y las provisiones, lográbamos sobrevivir cada noche. Ya teníamos la suficiente experiencia como para saber las fortalezas y debilidades de los caminantes.

Mientras tanto, el bandido estaba detrás de nosotros, amordazado. A veces lo veía fijamente y pensaba que ya había muerto; pero se notaba como su pecho se inflaba y se desinflaba, signo de que está respirando. Aunque no lo entiendo... ¿por qué está tan tranquilo?, se supone que está secuestrado. Y su actitud extraña negándose a hablar con nosotros sobre quién es y quien lo mandó... me pregunto si...

—CAMINANTE A LAS DOCE EN PUNTO— exclamó mi padre, sacándome de mis pensamientos-

Se oyó el crujir de un cráneo destrozado.

Al parecer Robert se adelantó, es increíble lo temerario que es, incluso sin un arma de fuego.

Desde ese momento, vimos a caminantes corriendo en todas las direcciones, como si persiguieran algo. Es algo normal en ellos, son ciegos, aunque tienen un oído muy agudo. A veces siguen el sonido del viento, por eso corren sin rumbo alguno.

Algo raro pasó. El bandido soltó una risa, eso me erizó la piel. Tenía la boca envuelta en cinta; pero se notaba que se estaba riendo, o al menos haciendo el esfuerzo. ¿De qué se ríe?

Estábamos más que preparados para empezar a disparar o golpear a cualquier caminante que se nos cruce; y justo en ese momento, sentí el miedo como nunca lo había sentido antes.

4 jinetes en caballo se aproximaban a toda velocidad a nosotros, ¿por qué vienen para acá?, ¿nos han estado buscando?, varias preguntas me carcomían la mente ese momento.

Uno de ellos disparó con una rifle.

Robert, mi padre, mi madre, y yo, estábamos ilesos.

El bandido comenzó a sangrar por la cabeza, tenía un enorme agujero atravesándole el cráneo. Sangre y parte de su cerebro empezó a salirse desde esos orificios. Estaba muy confundido, aunque de repente entendí su plan.

El bandido empezó a convulsionar, estaba moviéndose con mucha histeria, y paró. Todos estábamos confundidos, mientras Robert se aseguraba de que ningún zombie se acercara. La adrenalina recorría el cuerpo de todos.

Mi madre agarró su cuchillo en señal de miedo, y buscando protección.

El bandido hizo un brinco; por consiguiente un movimiento tan brusco que rompió las cuerdas que lo ataban, y se arrancó la cinta de la boca. Lo hizo con tanta fuerza que perdió unos cuantos dientes.

El bandido se abalanzó sobre mi madre, que era la que estaba más cerca. Mi padre no se había dado cuenta del todo de lo que pasaba.

Todos estábamos tan confundidos: Primero los jinetes, el estrés de los caminantes, y ahora tenemos a un caminante internado en nuestra cabaña.

Mi madre reaccionó a tiempo. A pesar de que no le guste pelear, había aprendido algunas cosas a lo largo del tiempo. Le clavó el cuchillo en el pecho, esto no logró efecto alguno.

—¡LISETH!— gritó mi padre.

Se oyó un disparo.

Mi padre cayó al suelo, le sangraba el hombro. Estaba inutilizado, no podía usar su rifle.

—¡PADRE! ¿¡ESTÁS BIEN?!— exclamé, rápidamente respondió con una seña apuntando a mí mamá.

Me di cuenta de que era la única esperanza. Los bandidos habían disparado a mi padre justo después de bajarse de sus caballos, de ahí el disparo en el hombro. Empezaron a caminar hacia la cabaña a paso lento, de repente uno sube el arma.

Se oyeron 2 disparos.

Robert cayó al suelo, tenía un disparo en el cráneo, y otro en la pierna. Estaba muerto. Los caminantes corrieron hacia él, y empezaron a devorarlo con velocidad.

Estaba en blanco. Me repetía que era la única esperanza, y de que soy un maldito inútil. Tengo una Glock-17, ¿por qué no la uso?, ¿por qué ahora?, nunca antes me había pasado esto. Supongo que porque nunca había experimentado una situación así.

Reaccioné, voy a actuar.

Mi Vida Después de la Muerte© [DOS CAPS. SEMANALES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora